Ética formal de Kant y la felicidad como fin último en Aristóteles

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La ética formal de Kant

En la filosofía de Kant, la razón queda dividida en dos:

  • La razón teórica, que se utiliza cuando buscamos conocer cómo son las cosas (en la ciencia).
  • La razón práctica, cuando nos planteamos cómo hemos de actuar (en la moral, la ética).

Al igual que la Crítica de la razón pura se trata de un análisis de lo que la razón pone por sí misma para construir y conocer la experiencia, en la Crítica de la razón práctica se trata de analizar lo que la razón pone de sí misma para construir y guiar nuestro comportamiento moral: el deber.

El deber consiste en que la voluntad se acoja a unos dictámenes que nos imponemos a nosotros mismos. La moral, para Kant, nos dice cómo debemos actuar. La ciencia trata de lo que *es* y se expresa mediante juicios en los que se muestra "S es P". Para que la ciencia sea realmente ciencia, tiene que estar formada por "juicios sintéticos *a priori*". Para Kant, no conocemos los objetos tal como son, sino tal como estas estructuras organizan los datos que nos ofrecen los sentidos. Son los objetos los que se adaptan al entendimiento ("idealismo trascendental").

Los imperativos morales

La moral no es cosa del entendimiento, sino de la voluntad; se expresa mediante imperativos ("S debe ser P"), que no expresan un conocimiento, sino un mandato. Kant diferencia dos tipos de imperativos:

  • Imperativos hipotéticos: Son aquellos que se expresan estableciendo un medio para alcanzar un fin (condicionados).
  • Imperativos categóricos: Ordenan algo como un fin absoluto, válidos en cualquier circunstancia (incondicionados).

Aristóteles

El fin último del hombre: la felicidad

Para Aristóteles, la conducta humana tiende hacia un fin último. La tarea de la ética será determinar cuál es ese fin a nivel individual, mientras que la de la política será establecer cuál es ese fin del hombre en cuanto que forma parte de una sociedad.

La conducta humana está orientada constantemente hacia diferentes fines; todos estos fines están subordinados a un fin último: la felicidad.

Objeciones a la identificación de la felicidad

Hay quien considera que la felicidad se identifica con el placer. Para Aristóteles, esto es incorrecto porque el placer nunca puede constituir el fin último de la vida humana, ya que es efímero y somete al hombre a la esclavitud. Otros consideran que la felicidad se identifica con el honor; esta definición, para él, también es incorrecta, ya que el honor es algo que no depende de uno mismo, sino de quien lo confiere. Por último, hay quien considera que la felicidad es la acumulación de riquezas. Para Aristóteles, esto tampoco es correcto, porque las riquezas no son un fin en sí mismo.

La felicidad como perfeccionamiento

Para Aristóteles, el fin último de la vida humana se identifica con el bien supremo del hombre, que consistirá en perfeccionarnos como hombres, es decir, perfeccionar nuestra alma intelectual y nuestra razón.

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