La Ética de la Ciudadanía: Dignidad, Libertad e Igualdad

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Persona, dignidad y ciudadanía

La ética de la ciudadanía es una ética de justicia porque combina:

  • Un principio de respeto a la diferencia.
  • Un principio de respeto al marco común que debe presidir la convivencia de los diferentes. Debemos respetar la dignidad de las personas; la dignidad es un principio de prescriptividad moral que respeta la libertad e igualdad de las personas.
  • Un principio de legitimidad moral, siendo legítimos y justos con los derechos, las leyes, las instituciones, y los comportamientos privados y públicos que reconozcan y promuevan la dignidad de las personas.
  • Unas fuentes de valores morales, derechos, deberes e instituciones.

Dignidad y libertad

Libertad: tenemos el derecho a decidir nuestro proyecto vital y tratar de lograrlo. Se encuentran los diversos ámbitos de la vida, los cuales son soberanos en la persona:

  • Ámbito político: libertad de participación política, derecho a determinar qué condiciones son más favorables para realizar el proyecto de vida, libertad de no injerencia. Todo ello conduce a un sistema democrático donde yo decido tanto sobre la forma de estado que deseo como sobre en qué me deben ejercer las tareas de gobierno. Desde esos momentos, dejamos de ser súbditos para convertirnos en soberanos de nuestra propia vida.
  • Ámbito económico: libertad de iniciativa económica y disfrute del beneficio legítimo que se obtiene por la actividad económica.
  • Ámbito privado: supone respeto a las leyes vigentes y la organización de mi vida como considere, sin invadir la libertad de los demás. Por ejemplo, si soy una persona social, no está bien desde un punto de vista moral, pero en los poderes públicos hay personas privadas que en un momento dado pueden cambiar su forma de vida.

Dignidad e igualdad

La dignidad es un valor moral que todas las personas tienen por el mero hecho de serlo, independientemente de su cultura, clase social, credo religioso, etc. Todos nacemos iguales en dignidad y en esto consiste el valor moral de la igualdad.

  • En el ámbito político se traduce en:
    • Igualdad ante la ley: pues todas las personas tenemos los mismos derechos y deberes.
    • Igualdad en las condiciones de participación en la vida política: todos los ciudadanos debemos participar. Tenemos el derecho a participar en la vida pública en las condiciones que la ley establezca; todas las opiniones cuentan y todas cuentan por igual. Es la base del sufragio universal.
  • En el ámbito económico, donde debe haber igualdad de oportunidades para todo el mundo:
    • Lotería natural: no respeta el principio de igualdad; no todos somos igual de inteligentes, alegres, sanos, guapos, etc., pero todos somos iguales en dignidad. Por eso, debemos compensar estas diferencias con: una misma formación básica para todos que debe ser universal y gratuita, y ayudar más a quien menos tiene.
    • Lotería social: también distribuye sus dones arbitrariamente; nacemos más o menos ricos, de mejor o peor clase social, en tiempo de paz o guerra. Compensamos las diferencias sociales a través de: la garantía de unos ingresos mínimos y condiciones laborales dignas.
  • En el ámbito privado, significa que ni legal ni socialmente puedo ser discriminado por aquellas decisiones personales en las cuales, según la ley, tengo soberanía. Por ello, hay políticas que luchan contra la discriminación. Además, cuando la preocupación por la libertad le sumamos la preocupación por la igualdad, damos lugar a las llamadas democracias sociales.

Dignidad y justicia

La justicia promueve la igualdad en la libertad de todos. Esto supone:

  • Un principio de equidad. Será justa aquella sociedad en la que tratemos por igual a los iguales y desigualmente a los desiguales, es decir, que ayudemos a los desheredados de la lotería natural y social. Una sociedad así será legítima.
  • Un principio de legalidad. El imperio de la ley es el principio fundamental de las sociedades democráticas. Este principio de legalidad es la base del uso de la fuerza legítima: los estados justos tienen la legitimidad y la obligación moral de defender la ley.
  • Un principio de solidaridad. Debemos reconocer la dignidad humana y actuar en conjunto en los tres ejes del tiempo: en el pasado (memoria histórica), en el presente, luchando por la justicia que nos convoca solidariamente a todos, y en el futuro, a los que aún no están, debemos dejarles un planeta habitable en lo político, lo social y lo ecológico.

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