Ética Aristotélica: El Camino hacia la Felicidad
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Teorías Éticas
¿Qué es una teoría ética?
Son propuestas acerca de cómo tenemos que comportarnos si queremos “vivir bien”. Todas ellas usan prácticamente los mismos elementos; sin embargo, cada teoría los organiza de distinto modo, porque usan métodos diferentes y porque cada ética considera alguno de estos elementos como central y el resto como dependientes. Por ejemplo, algunas teorías consideran que lo más importante en moral son los valores, otras creen que son los deberes, otras piensan que es la felicidad…
Materiales/Felicidad/Teleológica: Aristotélica, Epicureísta (Epicuro) o Hedonista, Estoicista (Estoicos)…
Las dos primeras, la aristotélica y la hedonista, nacen en Grecia en el siglo IV a. C., con la convicción de que la moral consiste en buscar la felicidad. Por eso piensan que la ética debe dar con los pasos para conseguirla.
Formales/Deber/Justicia/Deontológica: Kantiana (Kant), Dialógica…
Estas teorías surgen a finales del siglo XVIII y en el último cuarto del siglo XX. Aunque ambas saben que los seres humanos queremos ser felices, admiten que ese no es el problema moral, sino si existe algún tipo de seres a los que no se debe manipular, a los que hay que reconocer una dignidad.
La Tradición Aristotélica
El Fin Último
Aristóteles considera la felicidad como el fin último que nos proponemos por naturaleza: de forma inevitable, todos deseamos ser felices. Pero como somos seres dotados de razón, podemos deliberar serenamente y elegir con inteligencia los medios que conducen a ella. La razón tiene que encauzar nuestros deseos, de modo que realicemos aquello que nos conduce a la felicidad y de la manera que más felicidad nos pueda proporcionar. Quien así actúa ejercita la virtud de la prudencia.
La Persona Prudente
Es aquella que, en cada situación en la que tiene que elegir, tiene en cuenta lo que le conviene para el conjunto de su vida. Sopesa los bienes que puede conseguir y establece entre ellos una jerarquía para obtener en su vida el mayor bien posible. Quien elige pensando solo en el presente y no en el futuro es imprudente. Además, la persona prudente se propone siempre fines buenos, a diferencia de quien solo es hábil.
Pero además, quien es prudente domina otras artes:
- Aplicar los principios morales a los casos concretos. En moral es imprescindible saber aplicar lo general a las situaciones concretas con prudencia; y discernir qué deseos deben ser satisfechos, porque nos proporcionarán felicidad, y cuáles no.
El Término Medio
Para elegir bien en cada circunstancia tenemos que apoyarnos en las virtudes. Según Aristóteles, la valentía es un término medio entre la temeridad (exceso) y la cobardía (defecto); la templanza, un término medio entre la vida licenciosa y la insensibilidad (uso insuficiente de los sentidos); la generosidad, un término medio entre el despilfarro y la tacañería, y así en las restantes virtudes.
Obra con prudencia quien elige el término medio, porque en eso consiste la virtud. Pero no la media aritmética, sino el término medio que es oportuno para cada uno de nosotros.
Adquirir la Prudencia
Para ser prudente, es necesario entrenarse:
- Saber recordar. La prudencia se funda en la experiencia. Podemos hacer que mejore nuestra vida presente recordando las enseñanzas de la pasada. La memoria es aquí el arte de conservar los recuerdos que se pueden necesitar más tarde.
- Instruirse, aprendiendo cuáles son los medios para cada caso. El prudente estudia y se informa.
- Ser circunspecto, tener en cuenta el mayor número de circunstancias posibles a la hora de tomar una decisión.
- Agudizar la capacidad para prever el porvenir. Quien sea capaz de prever lo que está por venir hará elecciones más razonables.
Aprender a Elegir Bien
Si aplicamos la ética de Aristóteles a nuestra vida, podemos obtener algunas pistas para elegir lo que de verdad queremos:
- Las cualidades innatas se pueden desarrollar, y las que no se tienen, se pueden adquirir con algo de esfuerzo.
- Al elegir una profesión, tengamos en cuenta nuestras capacidades, las posibilidades de relación personal que ofrece y su grado de coherencia con nuestros ideales de vida.
- Con respecto a la pareja y amigos, a más ideales y aficiones comunes, mayores probabilidades de éxito.
- Las actividades de ocio deberían permitirnos descansar al tiempo que enriquecemos nuestra personalidad.
- Es ineludible tener unas ideas políticas coherentes con los valores en los que creemos y ayudar a que se pongan en práctica.
- También es ineludible que tengamos alguna actitud hacia la religión.