La Ética de Aristóteles: Felicidad, Virtud y Prudencia en la Vida Racional
Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 4,69 KB
La Moral como Conocimiento Práctico en Aristóteles
El problema de la moral en Aristóteles consiste en plantearla como un conocimiento práctico y no teórico.
La Naturaleza Teleológica de la Conducta Humana
En la Ética a Nicómaco, Aristóteles comienza el estudio de la conducta humana destacando un rasgo esencial de la misma: su carácter teleológico. «Todo arte y toda investigación, y lo mismo cualquier acción o elección, parecen dirigirse a algún bien. Por eso se ha calificado con razón el bien como aquello a que tienden todas las cosas». El bien supremo o fin último es la felicidad (eudaimonía).
La Función del Hombre y la Vida Racional
Es necesario tratar de comprender cuál es la función o el quehacer (érgon) que corresponde al hombre como tal. Preguntarse por «la actividad propia del hombre» no es otra cosa que preguntarse por la naturaleza (physis) del ser humano. La función propia del hombre es vivir, pero no todo tipo de vida, sino la vida racional: vivir como hombre es vivir racionalmente. En el hombre, como ser racional, cabe distinguir dos partes: la una posee razón y su acto es razonar, la otra obedece a la razón. Vida racional es, pues, la actividad misma de la razón, y también cualesquiera otras actividades reguladas por la razón. De ahí que Aristóteles pueda decir que la función propia del hombre es «una actividad según razón o no desprovista de razón». La función del hombre bueno es vivir racionalmente con plenitud, de modo excelente, a la perfección. Las ideas de excelencia y perfección en el ejercicio de una actividad o función se expresan en griego con la palabra arete, que suele traducirse como virtud. En general, y en palabras de Aristóteles, cada actividad «se cumple perfectamente según la virtud que le es propia».
La Felicidad Perfecta: La Vida Contemplativa
Ahora bien, la parte mejor, la facultad más excelsa del hombre es el entendimiento, «que es algo divino o lo más divino que hay en nosotros». Por consiguiente, concluye Aristóteles, «la actividad de éste conforme a la virtud que le es propia será la felicidad perfecta». Aristóteles propone como ideal de felicidad perfecta una vida dedicada a la actividad intelectual teórica, a la contemplación permanente de la verdad.
Tipos de Virtud: Intelectuales y Éticas
Aristóteles distingue dos grandes grupos de virtudes o excelencias:
- Las virtudes intelectuales, que perfeccionan nuestra capacidad de conocer.
- Las virtudes éticas, que perfeccionan el carácter.
Virtudes Intelectuales
Puesto que el bien del conocimiento es la verdad, las virtudes intelectuales son disposiciones o estados (hábitos) mediante los cuales se alcanza la verdad. Aristóteles distingue y enumera cinco:
- Conocimiento (nous)
- Ciencia (episteme)
- Sabiduría (sophia)
- Técnica para saber hacer algo (techné)
- Prudencia (phrónesis), que se refiere al obrar y que es «una disposición verdadera que con ayuda de una regla nos permite obrar en lo concerniente a las cosas buenas y malas para el hombre».
La Prudencia como Eje Ético
La prudencia constituye el eje de toda la ética aristotélica, y de la política como tal. Prudencia es capacidad de deliberar bien, con acierto, en cada caso y ante cada problema. De ahí que la prudencia «no versa solamente sobre lo universal, sino que ha de conocer también lo particular».
La Virtud Ética: Hábito y Término Medio
Aristóteles define la virtud ética, del carácter, como «un hábito de elegir consistente en un término medio relativo a nosotros», término medio «definido por una regla, aquella regla con la cual lo definiría el hombre prudente». En esta definición se hallan concisamente expresados todos los rasgos pertinentes de la virtud ética:
- Es un hábito, es decir, una disposición firme y estable.
- Es una disposición relativa a la elección.
- Facilita la elección orientándola a un término medio relativo a nosotros.
- Por eso, la regla que determina y define la acción virtuosa, la mejor y preferible, es aquella que en cada caso fijaría el hombre prudente.