Las Etapas Filosóficas Clave de Ortega y Gasset

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Tal como se expresa en el libro Ortega y Gasset: Etapas de una filosofía, José Ferrater Mora distingue tres etapas básicas en la vida filosófica de nuestro pensador:

El Objetivismo (1902-1904)

Esta etapa se caracteriza por el uso exclusivo de la prensa como órgano ideal de comunicación de sus ideas. Téngase en cuenta que jamás publicó un libro en esta fase de su vida. Su intención era claramente pedagógica y de regeneración de nuestro país, siendo la prensa el medio ideal para ello por su accesibilidad para la población española. La realidad de España era vivida por los principales intelectuales de la época como profundamente problemática y no podía ser menos para nuestro filósofo. Uno de los problemas principales, a juicio de Ortega, era la falta de disciplina a la hora de reflexionar por parte de nuestros compatriotas.

La solución propuesta era incardinar en nuestra mentalidad un profundo sentido europeizante. Debe apreciarse que para Ortega y Gasset la ciencia es la raíz de la cultura de Europa. No podemos olvidar nuestra tradición cultural europea, no podemos olvidar esto y caer en lo que el filósofo madrileño denominó como adanismo. El fundamento de esta tradición la encuentra Ortega en su formación neokantiana, proponiendo el kantismo como método y rechazando todo subjetivismo y la atmósfera excesivamente personalista de la cultura española.

El Perspectivismo (1914-1923)

Esta fase constituye una fase de evolución. Mientras que el objetivismo contiene elementos que no volverán a aparecer, el perspectivismo no es sino el fundamento de lo que más tarde será el raciovitalismo.

El nombre de esta doctrina procede de su obra El espectador (1916); pero se puede considerar como su primera formulación la dada en las Meditaciones del Quijote (1914), donde afirmará: "La substancia última del mundo no es ninguna cosa sino una perspectiva".

Resulta esclarecedor lo que Ortega y Gasset nos revela en "Verdad y perspectiva" (del primer tomo de El espectador), donde aparece el perspectivismo en oposición a todo dogmatismo o a todo escepticismo. Mientras que para el escepticismo la realidad se halla pulverizada en perspectivas individuales, por tanto, no hay lugar para las verdades universales, y para el dogmatismo solo puede hablarse de verdades universales, por tanto, no puede hablarse de perspectivas individuales, para Ortega, la perspectiva individual es el único modo de formular verdades universales. De este modo, razón y vida no tienen que ser realidades antagónicas, sino todo lo contrario: la razón emerge de la vida a la vez que esta no puede subsistir sin la razón. Si es cierto que nuestra vida es algo netamente subjetivo, no es menos cierto que la cultura, cuya máxima expresión es la razón, es trascendente o "transvital". De todo ello se deduce que la razón es una forma de la vida. Desde esto último surge un nuevo tipo de razón: la "razón vital".

El Raciovitalismo (1923-1955)

Es la etapa más duradera de su evolución filosófica, con la que llegará hasta su muerte en 1955. En su artículo "Ni vitalismo ni racionalismo" (1924), Ortega y Gasset propone la superación de ambas tendencias sin que ello implique, por un lado, la negación radical de la razón y, por el otro, el rechazo de la vida como fundamentación de carácter filosófico. Denuncia que el racionalismo ha pecado de confundir el uso de la razón con el abuso de la misma. También advierte que por vitalismo puede entenderse dos formas distintas; la primera, aquella que es concebida desde una perspectiva biológica; la segunda, sería propiamente el vitalismo filosófico.

En cuanto al vitalismo filosófico, por un lado, se ha venido a entender que la razón es un proceso biológico gobernado por ciertas leyes, y por el otro, se considera a la razón como impotente para darnos esa visión de la realidad que la vida solo puede engendrar.

Ante estas posiciones, Ortega y Gasset sigue insistiendo en la vida como algo radical, pero defiende que no debemos caer en el irracionalismo porque eso sería echar a perder las definitivas conquistas hechas por medio de la razón. Con esta postura Ortega redefine la razón misma como "toda acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad, por medio de la cual topamos con lo trascendente". La razón se halla siempre arraigada en la vida de cada hombre.

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