Etapas Clave y Estrategias de Intervención Socioeducativa en el Ámbito Callejero

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El trabajo de calle se desarrolla en una secuencia de fases que, en muchos momentos, se solapan. Es importante no dar por cerrada ninguna de ellas, ya que se trabaja en un entorno continuamente cambiante y con personas en desarrollo.

Fase uno: Aproximación y Observación No Participante

Esta fase se centra en el conocimiento directo de la zona de intervención, ya sea un barrio, un distrito o todo el municipio. Implica realizar recorridos programados, periódicos y sistemáticos por la calle, rastreando toda la zona y observando lo significativo a distintas horas del día. Se trata de una observación no participante, en la que se aprovecha para contactar con los agentes sociales de la zona: asociaciones vecinales, asociaciones juveniles, colectivos, centros culturales, etc., recogiendo toda la información relevante.

Tras un tiempo, se analiza lo observado, señalando los "puntos calientes", los horarios y lugares donde se concentran, el tipo de población que suele encontrarse, los comportamientos observados, los indicadores de riesgo y los indicadores de protección.

Fase dos: Inmersión en el Terreno

En esta fase, la observación se vuelve participante. Los educadores comienzan a ocupar progresiva y regularmente los espacios, haciéndose notar de manera respetuosa por los adolescentes y jóvenes. La forma de contacto varía según los grupos. A veces, basta una simple presentación e iniciar una conversación. En otros casos, se puede preguntar por lo que están haciendo, alabar su habilidad o solicitar participar. Pedir ayuda o información es una buena forma de contacto. Conocer a uno de los adolescentes abre la puerta al conocimiento del grupo. Una vez que se ha contactado con algunos grupos y se ha iniciado una relación de confianza, esta última será la forma más habitual de contacto, ya que entre ellos se correrá la voz de quiénes son los educadores, qué hacen y dónde encontrarlos. El buen humor, la risa, la sonrisa y la broma son llaves que abren muchas puertas y constituyen una estrategia pedagógica valiosa. Es importante estar preparado para posibles rechazos.

Fase tres: Confianza e Intervención

Una vez que los educadores son conocidos y reconocidos, se puede iniciar la intervención socioeducativa. A medida que se avanza en la confianza, los educadores pueden conocer mejor la situación de cada persona. Desde el respeto y la sinceridad, sin juzgar, se pone en práctica la relación de ayuda, escuchando, reconociendo, dialogando, potenciando los recursos personales, ayudando a mejorar la comunicación y a resolver los conflictos de forma no violenta, sirviendo de referentes cercanos y críticos, dinamizando y reforzando experiencias positivas, acompañando procesos, mediando y reforzando redes informales de apoyo, actuando como espejo crítico.

Varias líneas de trabajo:

  • Intervención individual: Se trabaja con una sola persona, a partir de la detección de una posibilidad de mejora y de una disposición del sujeto a iniciar ese proceso. Se elabora un diseño de intervención donde se señalan los objetivos a conseguir, las estrategias a poner en marcha, las actividades a realizar, los ritmos, los plazos y los puntos de control del proceso, hasta la consecución de objetivos.
  • Intervención grupal: El trabajo se focaliza en un grupo más o menos definido. También aquí se pactan unos objetivos y unas estrategias a seguir. Suele ser muy útil para el trabajo de habilidades sociales en grupos y también como estrategia de enganche. Los objetivos que se plantean pueden ir más allá de los pactados con el grupo. Otra modalidad de intervención grupal consiste en la incorporación de alguna persona o grupo natural a otros grupos formalizados. Esa incorporación será acompañada de un seguimiento por parte de los educadores.
  • Intervención comunitaria: Se media entre las personas con las que se trabaja en la calle y el resto de la ciudadanía, promoviendo la realización de actividades de integración comunitaria, o participando activamente y generando espacios de participación y comunicación.

La evaluación de la intervención socioeducativa ha de ser continua: con las personas con las que se está interviniendo, con el compañero de calle y, a ser posible, con una tercera persona.

Fase cuatro: Finalización o Relevo

Todos los trabajos finalizan, incluido el trabajo de calle. Esto puede deberse a varios motivos: finalización del proyecto, desaparición de las situaciones carenciales, decisión de la entidad de dar por concluido el trabajo o, simplemente, falta de financiación. Lo ideal es que el educador saliente dé el relevo al que entra, acompañándolo durante un tiempo en la calle para transmitirle todos los contactos e intentar transferirle la confianza que se ha ganado. Una de las ventajas de hacer trabajo de calle por parejas se aprecia en estos relevos, pues la persona que se mantiene en el equipo es la que da continuidad al trabajo hasta que la que se incorpora transita por las dos primeras fases y adquiere la condición de referente educativo para los habitantes de la calle.

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