Estrategias Políticas y Filosóficas: Maquiavelo, Ockham, Agustín y Descartes

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Maquiavelo, Ockham, Agustín y Descartes: Un Recorrido por el Pensamiento Político y Filosófico

Maquiavelo, en *El Príncipe*, presenta un manual de estrategia política para nuevos gobernantes, enfocándose en cómo conseguir y mantener el poder. Para Maquiavelo, el poder es el fin último, y su consecución requiere tanto de la suerte como de la *virtud*, entendida como *areté*: un impulso controlado con habilidad y destreza. El príncipe debe ser diestro en el uso de la fuerza si es necesario y, sobre todo, astuto.

La Separación entre Fe y Razón según Ockham

Para Guillermo de Ockham, la fe y la razón son dos ámbitos separados, sin acuerdo posible, ya que tienen contenidos y fuentes de información distintos. Por lo tanto, la existencia de Dios y la inmortalidad del alma no pueden ser demostradas racionalmente, sino que pertenecen al ámbito de la fe. Ockham extendió esta separación al ámbito político, defendiendo la independencia del poder político y el poder religioso. Consideraba que la plenitud de poderes del Papa, tanto en lo político como en lo religioso, era contraria a la enseñanza evangélica, argumentando que el Papa debía ser un servidor de los fieles cristianos y que su autoridad debía estar limitada por los miembros de la Iglesia. La autoridad del Papa, según Ockham, es solo religiosa y no debe entrometerse en asuntos públicos. Se opuso a la subordinación de la razón a la fe, negó la autoridad y la infalibilidad del Papa, concibió una Iglesia democratizada y criticó el poder político que pretendía legitimarse en Dios en vez de en el bien común.

La Ciudad de Dios de Agustín de Hipona

Agustín de Hipona (354-430) vivió en una época de gran inestabilidad social y política, marcada por la crisis y el derrumbamiento del Imperio Romano. El mismo año en que Agustín fue nombrado obispo de Hipona, Teodosio dividió el Imperio entre sus hijos Honorio (Occidente) y Arcadio (Oriente), y a la muerte del filósofo, los vándalos invadieron Tagaste. Agustín planteó la existencia de dos géneros distintos de sociedad, simbolizados por dos ciudades: Roma y Jerusalén. La primera representa a aquellos que viven según la carne, paganos y amantes de sí mismos, mientras que la segunda representa a aquellos que viven según el espíritu, cristianos y amantes de Dios.

Ambas ciudades coexisten en el devenir histórico, pero solo la Ciudad de Dios conseguirá triunfar e imponer la paz perpetua. Roma sucumbió a causa de su paganismo y alejamiento de Dios. La historia, según Agustín, tiene un sentido: el juicio final, el fin del mundo entendido como la llegada y realización de la ciudad de los justos, la Ciudad de Dios.

La Duda Metódica de Descartes

René Descartes utiliza la duda metódica, planteando la existencia de un genio maligno, para descartar como verdades incuestionables las informaciones que provienen de los sentidos, ya que estos nos engañan a menudo, así como la imaginación (como en los sueños) y las matemáticas. Esta "demolición" avanza hasta que Descartes se desprende de todas sus convicciones, quedándose con una sola que no puede cuestionar: su propia existencia, en la medida en que, verdaderos o falsos, algunos pensamientos se están produciendo y, por lo tanto, debe existir alguien que los produzca.

La Armonía entre Fe y Razón según Santo Tomás de Aquino

Según Santo Tomás de Aquino, la fe y la razón no están enfrentadas, sino que se complementan mutuamente. El cristianismo contiene muchas verdades que pueden ser razonadas. La fe no destruye a la razón, sino que la enriquece y complementa. La razón está subordinada a la fe, pero puede prestarle una inestimable ayuda. Nunca deben contradecirse, sino que, conservando su autonomía, deben prestarse mutua ayuda para llegar a una única verdad.

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