Estilos Arquitectónicos del Renacimiento en España: Evolución y Características
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El Renacimiento en España: Evolución de la Arquitectura
La introducción de las formas arquitectónicas renacentistas en España se produce en el siglo XVI, distinguiéndose tres periodos principales:
Plateresco
El Plateresco se caracteriza por ser una forma de decorar fachadas de edificios cuyo interior aún conserva una estructura gótica. Se abandonan los grutescos, medallones y columnas abalaustradas, elementos que recuerdan la labor de los orfebres. Por esta profusa decoración, las fachadas se pueden denominar "portada-retablo".
Ejemplos destacados:
- Fachada de la Universidad de Salamanca.
- Fachada de San Esteban en Salamanca.
Este estilo combina elementos arquitectónicos del Renacimiento italiano, como arcos de medio punto, columnas clásicas y entablamentos, pero sin seguir estrictamente los principios científico-matemáticos del Renacimiento florentino. Además, persisten elementos mudéjares, como los techos de madera y la decoración con yeserías.
Purismo o Clasicismo
El Purismo, también conocido como Clasicismo, se distingue por el abandono gradual de los excesos decorativos del Plateresco. Se prioriza la búsqueda de proporciones armónicas y un sistema constructivo verdaderamente renacentista.
Artistas destacados:
- Alonso de Covarrubias.
- Rodrigo Gil de Hontañón.
La obra cumbre del Purismo en España es el Palacio de Carlos V en Granada, realizado por Pedro Machuca. Este palacio, construido sobre las antiguas caballerizas musulmanas dentro de la Alhambra, destaca por su planta cuadrada con un patio circular. Las fachadas presentan almohadillado, óculos, pilastras jónicas, columnas dóricas y frontones triangulares y rectos, mostrando una clara influencia de Miguel Ángel.
La obra de Andrés de Vandelvira, como la Catedral de Jaén, refleja un profundo conocimiento de los cánones clásicos y una gran creatividad.
Herreriano
El estilo Herreriano se rige por los principios del Concilio de Trento, que promovían la austeridad y la sobriedad en el arte religioso. En arquitectura, esto se traduce en una absoluta austeridad decorativa y un marcado interés por la geometría.
La obra más representativa de este estilo es el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Aunque el proyecto fue iniciado por Juan Bautista de Toledo, fue Juan de Herrera quien lo concluyó y se considera el verdadero arquitecto del monasterio.
El Escorial es un complejo arquitectónico que incluye una iglesia, el palacio real y el panteón de los reyes españoles. Fue construido para resaltar el poder de la monarquía autoritaria y la fe católica. Sus dimensiones son colosales, y su planta, una enorme cuadrícula subdividida en cuadrados interiores, recuerda a una parrilla (en alusión al martirio de San Lorenzo).
En el exterior predominan las líneas rectas, especialmente las horizontales (marcadas por las ventanas y cornisas). Para evitar la sensación de pesadez, se incorporan elementos verticales que contrarrestan esta horizontalidad, como los torreones de las esquinas y la cúpula. El muro prevalece sobre el vano, y la geometría se utiliza para enfatizar la monumentalidad del conjunto.