Estilo y Simbolismo en 'Nada' de Carmen Laforet: Una Mirada Profunda
Enviado por Chuletator online y clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 10,45 KB
Estilo y Simbolismo en 'Nada' de Carmen Laforet
El Estilo de la Obra
El estilo de la obra es aparentemente sencillo, directo y muy vivo, o tremendista. Desde su publicación, la crítica elogió el estilo natural, sencillo y sobrio de Carmen Laforet, y se sorprendió de su gran calidad a pesar de la juventud de la autora. Sus características no son habituales en la prosa de los años cuarenta, (más bien con un estilo grandilocuente, extenso y en ocasiones, farragoso). Entre sus cualidades, destaca su estilo bifocal, por un lado impresionista en la presentación de la ciudad, sus edificios, sus barrios; y por otro, expresionista en la descripción de personajes y en la deformación de sus rasgos. El habla coloquial es muy frecuente en los diálogos. En las partes narrativas, en cambio, destacan los recursos poéticos, como las sinestesias, personificaciones, metáforas y comparaciones. Todo ello para componer una atmósfera con elementos asfixiantes que amplifica las miserias morales de la familia y elimina toda esperanza de futuro compartido.
Este primer contraste de estilos no es el único. La autora gusta de contraponer imágenes oscuras, claustrofóbicas, pesimistas, violentas –incluido un suicidio-, junto a otras llenas de agua -símbolo de limpieza-, luz, optimismo, amistad o que incluyen un viaje final prometedor.
En ocasiones, se encuentran en la novela recursos que despiertan sensibilidad y lirismo, transmitiendo un aire poético a muchas líneas de la novela, que acompañan muy bien las experiencias emotivas por las que pasa Andrea.
Andrea es la narradora; los acontecimientos, personajes y temas se presentan desde su punto de vista. Andrea evoca desde un futuro próximo lo que vivió en ese pasado en la casa de Aribau. Hay por tanto dos Andreas, que representan dos diferentes momentos del “yo” narrativo.
El estilo de esta novela se puede abordar teniendo en cuenta el punto de vista de la narradora, pero también otros aspectos como las diferentes maneras de describir, de contar y de sugerir, así como el modo en el que dialogan los personajes. Los años cuarenta en la narrativa española no se prestaron al experimentalismo; los novelistas de esta década solían adscribirse al realismo, aunque con ciertos matices u observaciones. Haremos referencia al estilo impresionista y expresionista, a los rasgos del tremendismo también presentes, a la utilización y valor de la simbología y a la naturalidad, espontaneidad y viveza de los diálogos. Para finalizar también señalaremos la influencia del estilo gótico que aparece en el capítulo I, en la descripción de la casa de Aribau.
Estilo Impresionista
- La narración se hace desde el punto de vista de Andrea, quien narra en primera persona y que es la protagonista. Durante el relato continuamente nos está transmitiendo sus sensaciones, sus impresiones de lo que observa. En el capítulo I, apreciamos sus impresiones: “no estaba asustada”, “me parecía una aventura agradable y excitante”. También las sensaciones que le provoca el ambiente exterior: “El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes tenían para mí un gran encanto, ya que envolvía todas mis impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en mis sueños por desconocida.” La utilización de los verbos “me parecía”, “tenían para mí”, indica la subjetividad, el intimismo de la narración. También es un rasgo modalizador la utilización de adjetivos valorativos: “triste”, “adorada”, “desconocida”. El uso de la personificación y sinestesia está en esa misma línea.
- Las sensaciones que se generan de incertidumbre, de desconocimiento sobre ciertos sucesos, e incluso el final de carácter abierto del relato contribuyen a aumentar la subjetividad.
Estilo Expresionista y Tremendismo
El estilo expresionista aparece en el relato, especialmente cuando describe a los personajes deformando sus rasgos. El uso de la hipérbole, la cosificación y la animalización son rasgos que se utilizan para deformar y degradar a los personajes. Utiliza en numerosas ocasiones la comparación de los seres humanos con animales, como en el inicio del capítulo IX, cuando describe a las amigas de Angustias: “como una bandada de cuervos posados en las ramas del árbol del ahorcado, así las amigas de Angustias…” En el caso del personaje de Juan, él mismo, de un modo irracional, animal, “hacía muecas nerviosas mordiéndose las mejillas”. Además, durante todo el relato agrede violentamente a Gloria, contra quien ejerce todo tipo de maltrato, psicológico y físico, por ejemplo hacia el final del capítulo XXIV: “Juan no quiere que yo duerma. Dice que soy una bestia que no hago más que dormir cuando su hermano aúlla de dolor (…) No, Andrea, no es cosa de risa despertarse medio ahogada con las manos de un hombre en la garganta. Dice que soy un cerdo (…) Un día me enseñó una navaja grande que, según dijo, llevaba por si tardaba yo media hora más cortarme el cuello…” También agrede a Angustias, por ejemplo, en el capítulo VI: “un bofetón de Juan, tan brutal, que hizo tambalearse a Angustias y caer al suelo”. El hermano de Juan, el personaje de Román, además llega a morder al perro.
- Señalaremos también el tremendismo que se aprecia por la acumulación de episodios de violencia que hay en el relato, especialmente en el personaje de Juan, ya mencionado. Pero también Román maltrata de modo psicológico y verbal y su desquiciamiento lo llevará incluso al suicidio.
Simbolismo
- Andrea llega a Barcelona de noche: “Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche…” y se va de esa ciudad al amanecer: “Los primeros rayos de sol chocaban contra sus ventanas. Unos momentos después, la calle de Aribau y Barcelona entera quedaban tras de mí”. Puede interpretarse el año que transcurre allí como una noche en la que ha vivido el temor, la angustia y la muerte (connotación que suele tener la noche en los relatos infantiles). El amanecer representa siempre el inicio, la vida.
- Hay cierta simbología onomástica, en algunos personajes como Angustias o Gloria.
- La oscuridad de la casa de Aribau, las tonalidades negras, los fondos oscuros, los personajes fantasmales contrastan con la claridad y los tonos rubios de Ena y su familia. También en los relatos infantiles se hace esta separación de color y se asocia a la maldad o a la bondad de ciertos personajes (brujas/ hadas).
- El baile al que acude Andrea en casa de Pons podría representar al de la Cenicienta, por la observación de los zapatos de Andrea por parte de la madre de Pons. El final también será una huida, aunque con diferentes consecuencias.
- Cuando aparece el agua, en la ducha o la lluvia ha de entenderse como un símbolo de catarsis.
- El viaje de Andrea simboliza la vida, la búsqueda y el aprendizaje de la vida de Andrea.
Naturalidad de los Diálogos
Es evidente la espontaneidad y naturalidad en el uso de los diálogos. Se aprecia la viveza en el uso del idioma por rasgos como la utilización de elipsis, uso de vocativos y frases hechas. Hay personajes que reflejan especialmente la utilización de un registro coloquial. Un ejemplo es Gloria (ver “PERSONAJES”).
Señalaremos algunos ejemplos de naturalidad de los diálogos en el texto (tomados del capítulo VI):
- Uso de apelativos. Cuando Angustias se dirige a Andrea: “Gracias, hija”.
- Uso de expresiones insultantes. Juan se dirige a Angustias “Y escucha, ¡bruja!” Angustias a Juan: “¡Canalla! ¡Canalla! ¡Loco!”
- Uso de diminutivos. Angustias, cuando se dirige a Andrea “Acércate, hijita, acércate…”
- Expresiones coloquiales de carácter afectuoso: La abuela a Andrea: “Picarona…”
- Elipsis. Juan, cuando descorcha una botella en la comida de Navidad: “¡Alegría! ¡Alegría!”
- Repetición de palabras. Sirve el ejemplo anterior.
- Frases hechas. Angustias dice: “Piensa que juras en falso”. Andrea contesta a su tía Angustias: “¿Quién te ha metido en la cabeza que Gloria me lo quitó?
- Interjecciones, exclamaciones. Andrea a Angustias: “¡Ah!… ¿que anoche no estabas en Misa del Gallo?” De nuevo, Andrea: “¡Claro que sí! ¡Por Dios!”.
Estilo Gótico
Hay rasgos en el capítulo I que nos hacen recordar el estilo de las novelas góticas. Cuando Andrea llega a la casa de Aribau y llama a la puerta, señala “Luego me pareció todo una pesadilla”. Y comienza la descripción del recibidor con expresiones como: “débil bombilla”, “lámpara, magnífica y sucia de telarañas”, “fondo oscuro de muebles colocados unos sobre otros”, “mancha blanquinegra de una viejecita decrépita”. Más adelante: “Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño (…) Por todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad.” En el centro, “como un túmulo funerario…”. “Tenía miedo de meterme en aquella cama parecida a un ataúd. Creo que estuve temblando de indefinibles terrores cuando apagué la vela.”
Ambiente tenebroso, oscuridad, desorden, suciedad y polvo, personajes fantasmales, imágenes vinculadas al miedo, terror y muerte.
Los rasgos estilísticos más relevantes se pueden resumir en:
- Inclusión de descripciones de la realidad duras pero no minuciosas.
- Percepción de los hechos desde un punto de vista sensible e íntimo.
- Alternancia del registro culto con párrafos de registro coloquial.
- Presencia de diálogos intercalados en la narración y, en menor medida, empleo del estilo indirecto.
- Uso frecuente de recursos literarios: metáforas, comparaciones, personificaciones, sinestesias, ironías…
- Utilización de la analepsis o retroceso en el tiempo.
- Adecuación del lenguaje a cada tipo de personaje.
- Inserción de palabras catalanas (drapaire, pobreta, nen, noi…).