El Establecimiento de Israel en Tierra Prometida y el Reinado de sus Primeros Monarcas
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El Pueblo de Israel en la Tierra Prometida
Una vez que el pueblo superó las dificultades y se instaló en Palestina, la tierra prometida, se inició un periodo de gran prosperidad. Jerusalén se convirtió en la capital del reino, y en la ciudad donde florecieron los reyes David y Salomón.
De la Guía de Josué al Gobierno de los Jueces
Moisés, antes de morir, nombró a Josué como nuevo jefe del pueblo y guía hasta la tierra prometida. Esto sucedía hacia el año 1200 a.C.
Josué repartió las tierras entre las doce tribus de Israel que llevaban el nombre de los hijos de Jacob y les recordó la necesidad de ser fiel a Dios.
Tras la conquista de Canaán, los israelitas sufrieron ataques de los pueblos vecinos, por lo que volvieron a dirigirse a Dios. Dios escuchó su voz, y llamó a algunos hombres y mujeres para que asumieran la defensa de las tribus unidas: eran los jueces. La Biblia menciona doce jueces. El más conocido es Sansón, juez famoso por su extraordinaria fuerza.
La Necesidad de un Rey y el Primer Monarca
Según fue pasando el tiempo, las tribus israelitas se dieron cuenta de que necesitaban un sistema mejor para defenderse. Observaron que los pueblos vecinos más fuertes tenían un rey, y consideraron que ellos necesitaban uno. Así se lo pidieron a Dios.
Saúl fue el primer rey de Israel. Saúl, a diferencia de Abraham y Moisés, confiaba demasiado en sus propias fuerzas y dejó de seguir la voluntad de Dios.
La Elección de David
Como Saúl no se fiaba de Dios, Dios encargó al profeta Samuel que buscase un nuevo rey para Israel.
Dios eligió a un pastor, el más pequeño de sus hermanos, el menos fuerte, llamado David, que estaba fuera pastoreando el rebaño. La enseñanza clave es que "El Señor ve el corazón", no las apariencias.
David aceptó la misión que Dios le encomendó y confió en su ayuda. Así lo demostró en su lucha contra el gigante Goliat. Cuando David se presentó para enfrentarse a Goliat, todos se rieron de él, porque era joven y no sabía luchar; sin embargo, Dios le ayudó. David confió en la fuerza de Dios, que es fiel y siempre cumple sus promesas de salvación. Esto sucedió en torno al año 1.000 a.C.
El Rey David y la Consolidación del Reino
A la muerte de Saúl, las tribus eligieron como rey a David. Confiando siempre en la fuerza de Dios, fue venciendo a los pueblos de alrededor y conquistó Jerusalén, que se convirtió en la capital del reino y en la ciudad principal de la religión judía.
Para mostrar que Dios es el centro de la vida del pueblo, introdujo solemnemente en la ciudad el Arca de la Alianza, que contenía las Tablas de la Ley de Moisés.
La Biblia lo describe como un hombre de gran corazón. Es el modelo de servidor de Dios. Es fiel a Dios, y Dios cumple con su promesa de ser la ayuda del pueblo.