Esplendor Hispano-Musulmán: Mezquita de Córdoba y Palacio de los Leones

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Comentarios sobre la Historia del Arte Hispano-Musulmán

Mezquita de Córdoba

La Mezquita de Córdoba es un edificio religioso de estilo hispanomusulmán. Es el monumento más importante del periodo cordobés (S.VIII-X) y fue construida en sucesivas fases. Pretendía ser una réplica de la mezquita de Damasco, pero acabó rivalizando con ella en soluciones técnicas, belleza y esplendor. Se desconoce quién fue el arquitecto, pero sí se sabe que fue mandada construir por el emir Abderrahman I entre los años 786 y 788 sobre el solar que ocupaba la antigua basílica visigoda de San Vicente, cuyos terrenos fueron comprados a los mozárabes cordobeses. Se realizaron ampliaciones posteriores a medida que la ciudad crecía (Córdoba era la ciudad más poblada de Europa y un importante centro cultural) con Abderramán II, Abderramán III, Al-Hakam II y Almanzor. Los materiales utilizados son piedra, ladrillo, madera y yeso (material decorativo). En el S.XVI fue construida en el medio del *haram* (sala de oraciones) una catedral gótica por orden de Carlos I, lo que obligó a tirar parte del centro del edificio.

Llama la atención los fuertes contrastes entre el interior y el exterior.

El exterior parece una muralla, sin fachada principal, salpicada por numerosas puertas de acceso.

Sobresalen los contrafuertes terminados en almenas, lo que da a la mezquita el aspecto de una fortaleza.

En su planta podemos diferenciar: el patio descubierto (*sahn*), en el que se observa el emplazamiento del alminar o minarete, de planta cuadrada (desde donde el almuédano invitaba a la plegaria) y la fuente para las abluciones obligatorias antes de entrar en la gran sala de oración (*haram*).

En el interior sobresale, por su tamaño, la gran sala de oraciones (*haram*) dividida por hileras de columnas que forman 19 naves, todas ellas orientadas perpendicularmente al muro de la *quibla*, que curiosamente no se encuentra orientada hacia la Meca sino hacia el sur. Empotrado en este muro se encuentra el *mihrab*. Los elementos sustentantes de esta enorme sala de oraciones están constituidos por un sistema doble de columnas y pilares, que soportan arcos de herradura y medio punto. Estos arcos presentan dovelas en las que se combinan el color rojo y el blanco, bien por la utilización de la piedra caliza y el ladrillo, bien porque algunas de las dovelas se policromaban alternando ambos colores. Sobre ellos se dispone una cubierta plana de madera. La influencia del acueducto romano de los Milagros es patente tanto en la doble arquería como en la alternancia de colores. Este esquema constructivo se enriquecerá durante la ampliación acometida por Al-Hakan II, que utilizará bóvedas de crucería califales rematadas, en su centro, por cúpulas gallonadas en el espacio que ocupaba el antiguo *mihrab*, en la *maqura* y en el nuevo *mirhab*. Además, se utilizarán arcos lobulados y entrecruzados.

La configuración actual de la mezquita es fruto de sucesivas ampliaciones. La primitiva mezquita de 11 naves y un patio, es obra de Abd al-Rahmán I. Abd al-Rahman II alargó el antiguo edificio en dirección sur, derribando la *quibla* en el año 848. Abd-al-Rahmán III amplió el patio y construyó el minarete. Al-Hakam II, por su parte, alargó más las once naves (hasta el límite con el cauce del Guadalquivir), levantó la *maqxura* nueva y construyó el *mihrab* definitivo. Algunos años después,

Almanzor, valido de Hixam II, se decidió a ampliarla por el lado oriental, que era el único por el que se podía hacer, añadiendo 8 naves más con toda la largura de las anteriores y terminó el patio. Estos ensanches produjeron la descentralización del *mirhab*; se rompía así la simetría guardada hasta la ampliación de Almanzor.

La decoración del edificio muestra el carácter iconoclasta de la religión musulmana (se huye de la decoración figurativa) pero se utiliza profusamente la decoración vegetal (*ataurique*), geométrica (*arabescos*) y epigráfica. Eso es especialmente patente en el *mirhab*, ricamente decorado con mosaicos bizantinos.

Patio de los Leones

La Alhambra de Granada, uno de los mayores exponentes de la arquitectura hispano-musulmana, fue construida entre los siglos XIII y XIV durante el dominio nazarí. Se trata de una auténtica ciudadela, una ciudad dentro de la ciudad, situada en una colina a más de 150 metros sobre la parte baja de Granada, lo que la hacía prácticamente inexpugnable. Su planta irregular responde a la necesidad de adaptarse al terreno, y está rodeada por una muralla con 27 torres de diversas formas y funciones, algunas defensivas y otras destinadas a vivienda. Su exterior austero contrasta con un interior lleno de riqueza ornamental. Este complejo monumental se divide en varias zonas principales:

  • La Alcazaba, que albergaba a la guarnición militar.
  • El Partal, con jardines y albercas.
  • El Generalife, una residencia de recreo rodeada de huertas y fuentes.
  • El área palaciega, organizada en torno a tres espacios: el Mexuar, destinado a la administración de justicia; el Diwan o Palacio de Comares, para recepciones oficiales; y el Palacio de los Leones, reservado para la vida privada.

El Palacio de los Leones, símbolo de la etapa más esplendorosa del arte nazarí, tiene un patio central rectangular rodeado de pórticos sostenidos por esbeltas columnas con capiteles granadinos, decorados con motivos de cintas y elementos cúbicos. En el centro del patio se encuentra la icónica Fuente de los Leones, formada por una taza sostenida por doce esculturas de mármol que representan leones, desde la cual parten cuatro canales de agua en forma de cruz, simbolizando los ríos del paraíso islámico. Los lados cortos del patio cuentan con pórticos que avanzan hacia la fuente, conectando con salas significativas como la Sala de los Reyes, con su bóveda elíptica donde se representan los primeros soberanos nazaríes, y la Sala de los Mocárabes, conocida por su decoración detallada. En los lados largos del patio se hallan la Sala de las Dos Hermanas y la Sala de los Abencerrajes, ambas con impresionantes bóvedas de mocárabes.

La Alhambra emplea materiales humildes como ladrillo, estuco, yeso y madera, pero alcanza un nivel extraordinario de refinamiento gracias a su exquisita decoración. Siguiendo el principio islámico del “horror vacui”, no queda ningún espacio sin decorar, combinándose magistralmente motivos geométricos (lacerías), vegetales (*atauriques*) y epigráficos. La integración de estos elementos decorativos con los juegos de luz, el agua de las fuentes y las vistas panorámicas crean una atmósfera de belleza sublime, que además refleja el poder político y religioso de los sultanes nazaríes. El conjunto de la Alhambra, y en especial el Palacio de los Leones, se erige no solo como un testimonio de la grandeza del reino nazarí, sino también como una de las cimas del arte islámico. Este lugar resume la habilidad de los arquitectos musulmanes para combinar funcionalidad y simbolismo, convirtiendo la Alhambra en una referencia insuperable en la historia de la arquitectura.

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