El Esplendor del Barroco Español: Naturalismo, Tenebrismo y Maestros como Velázquez, Zurbarán y Murillo
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El Siglo de Oro de la Pintura Española
El siglo XVII representa la época culminante de la pintura española, el llamado Siglo de Oro. La primera característica es el acusado naturalismo. La pintura de Ribera tiene un sentido de apego a la realidad, el cual rechaza la interpretación heroica de los temas religiosos de los pintores italianos y flamencos. Para los españoles, esta tiene algo teatral y falso, porque quieren representar los temas de forma realista, emocionante y concreta.
Naturalismo Tenebrista: Ribera y Zurbarán
Ribera se incluye en la escuela valenciana. Como buen tenebrista, deja que sus figuras se recorten violentamente sobre un fondo oscuro donde lucen brillantes de colores. Sus composiciones son sencillas, donde predomina el realismo, utilizando mendigos como modelos. Predomina la pintura religiosa (martirios y vida de santos). Se aprecia una evolución: tras la primera etapa tenebrista, evoluciona hacia los efectos lumínicos más acusados, y una luz dorada creará el ambiente de sus lienzos. Suele hablarse de una última etapa neoveneciana (Martirio de San Felipe, Inmaculada y Mujer barbuda).
En Zurbarán se destacan dos valores: tenebrismo y naturalismo. El realismo se manifiesta en la representación de la calidad de las cosas: telas blancas, manos... Pero nunca dominó el movimiento y el escorzo, siendo sus composiciones reposadas y tranquilas, ni el sentido del espacio, donde las perspectivas son pobres e incorrectas; de ahí la poca profundidad del cuadro. Pocos han expresado como él los estados más elevados del alma, donde los monjes de Zurbarán representan el misticismo; todo es goce. El tenebrismo sirve para realizar este fin principal, donde una luz muy viva ilumina a los monjes. En 1640, Zurbarán decae, sustituido por Murillo, con una pintura más amable y tierna, convirtiéndose en el gran pintor sevillano del momento. Fue un gran retratista, cultivó el bodegón y fue especialista realizando objetos de calidad espléndida (Bodegón de limones).
Velázquez: Maestro del Retrato y la Composición
Debido al retrato de Felipe IV, Velázquez se convierte en el pintor de cámara y, a partir de ahí, empieza a recibir encargos. Cuando vuelve a la corte, la etapa que le toca es de mucho trabajo; se ocupa de la decoración del Palacio del Buen Retiro (Salón de Reinos). En su etapa creativa, viajó a Italia, donde compró pinturas italianas y clásicas para los reales. Cuando vuelve a España, las dos obras más representativas son: Las Meninas y Las Hilanderas.
Etapa Sevillana
Llena de aprendizaje natural y la luz. Es la época de los bodegones, con composición de gran sobriedad y sencillez. El dibujo es enérgico y de gran precisión al pintar cacharros. Utiliza tonos apagados con tonos ocres. Utiliza la luz tenebrista con un solo foco que ilumina violentamente las figuras. Representa escenas cotidianas con detalles (Vieja friendo huevos, Aguador de Sevilla, Adoración de los Magos).
Primera Etapa Madrileña y Primer Viaje a Italia
Con el cuadro de Los borrachos inicia su tema mitológico lleno de realismo y humanismo. Los mitológicos los humaniza con actitudes nada gloriosas y anti-idealistas. Los perfiles acusan su pasado tenebrista y el colorido oscuro. Al final, el contacto con Rubens y su primer viaje a Italia da lugar a la transformación de su estilo. La fragua de Vulcano, donde Velázquez abandona el claroscuro. Interés por la perspectiva aérea.
Segunda Etapa Madrileña
Cuando realiza el proyecto del Conde-Duque, hace la mejor pintura de todo el siglo XVII: La rendición de Breda. Además, retratos ecuestres de Felipe IV y Baltasar Carlos. Su técnica se hace más ligera, ya que ha conocido una pintura más luminosa y moderna, y utiliza las tintas plateadas. En los retratos de caza utiliza una luz más viva, pura, con fondos grises. Una perfecta fusión ambiental de paisaje y figura. El niño de Vallecas.
Segundo Viaje a Italia y Tercera Etapa Madrileña
Perfeccionó su técnica. Realiza retratos y cuadros mitológicos. Llega a un perfecto dominio. Sus pinceladas son sueltas, sin ceñirse al dibujo, segurísimas y yuxtapuestas, como en Las Meninas, donde, por medio de unas pinceladas vistas de cerca, resultan inconexas, que a distancia parecen darnos la apariencia de realidad. También realizó La Venus del espejo, el Retrato de Inocencio X, Las Hilanderas y Las Meninas, en las cuales usa planos acentuados por focos de luz que iluminan escalonadamente y con diferente intensidad la escena.
Murillo: El Pintor de la Ternura y la Devoción
Murillo es un gran cultivador del género religioso. Interpreta estos temas con un estilo personal e inconfundible, lleno de sentimientos. Además, creó atmósferas doradas y cálidas, y su estilo es tierno, dulce y delicado. Es el pintor de la Virgen niña y de los niños en general, el pintor de la ingenuidad y la picardía infantiles. Su arte es ligero, gracioso, a veces frívolo, contrastando lo austero de Zurbarán con lo sobrio. Este estilo juvenil es el que desbanca a Zurbarán en Sevilla. También existe un cambio en las preferencias estéticas de la época; la gente prefiere a Murillo antes que a Zurbarán. Su obra responde a la reforma católica. Murillo será el definidor de las Inmaculadas, realizándolas jóvenes como nadie lo había hecho. Las personas expresan amor con sentimiento de su estilo, su mundo es equilibrado (El niño de la concha y El divino pastor). También desembocó en la pintura costumbrista, donde retrató a los golfillos callejeros que vivían contentos. Además, la idea de cristiano de que todas las cosas son buenas y llevan a Dios (Sagrada familia del pajarito, Inmaculada Concepción, Los niños de la concha comiendo empanada).