El espejo del tiempo: Símbolos y elementos en la obra literaria

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El espejo del tiempo: Símbolos y elementos en la obra literaria

Símbolos

El espejo

El espejo es el punto de fuga desde el cual la mirada recupera imágenes del pasado. La imagen reflejada devuelve a la protagonista las personas que ha sido en diferentes momentos de su vida y los lugares que ha habitado. Es el aliado que permite el desdoblamiento de la protagonista y el soporte que hace posible escenificar su diálogo interior. El cristal del espejo funciona como la zona de confluencia en la que se borran las fronteras de las dos dimensiones que se cruzan en la historia: la realidad y la ficción.

El grabado

El grabado que preludia la llegada del visitante vestido de negro,"Conferencia de Lutero con el diabl", representa el encuentro entre la razón y la oscuridad, entre la realidad y la ficción.

El mobiliario

Los enseres que rodean a la protagonista forman parte de su historia y, como testigos del paso del tiempo, son el elemento conductor de las imágenes del pasado. También representan una prolongación de su ser, así como la materialización de su mente, cuyas ideas en desorden se plasman en el caos de cosas que componen la habitación. El viejo aparador representa el elemento que vence al paso del tiempo. Es el testigo que ha sobrevivido a las diferentes generaciones, pero en sus cajones se guarda la esencia de lo inmutable.

La cajita dorada

La cajita dorada es el combustible que pone en marcha la maquinaria del tiempo. Sus propiedades son muy beneficiosas para la memoria, la desatan, provocan que las imágenes del pasado revoloteen desinhibidas. Las píldoras dan a los recuerdos frescura y espontaneidad, que son capaces de regresar como si fueran sentidos, y no como resultado del pensamiento. La cajita dorada es el estímulo que le facilita el paso al mundo de los sueños.

La cortina roja

Su función principal es la de acotar el espacio de la ficción. A modo de telón, establece los márgenes de la escena en que tiene lugar la representación del diálogo con el invitado. La cortina proporciona protección.

El teléfono

Tiene como función marcar las transiciones entre la realidad y la ficción. La primera llamada es realizada por el invitado de negro y crea la zona de confluencia en la que realidad y ficción se amalgaman. La segunda llamada es efectuada por Carola: supone otra vuelta de tuerca, pues abre un espacio de ficción dentro de la ficción.

La cucaracha

Es la concreción del miedo, se deja ver cuando se experimenta la sensación de terror. La primera vez asusta a la protagonista, ante la impasibilidad del visitante la segunda, ya al final, aterroriza a la hija, frente a la calma que muestra, esta vez la madre. La aparición de este insecto en el pasillo, donde su presencia representa el temor a lo desconocido, el obstáculo que hay que superar para dejar atrás la realidad.

El sombrero negro

Pertenece al hombre vestido de negro. Es evidente su relación con el poder de la creación, que confiere a su dueño una aureola mágica.

La cesta de la costura

Es casi un baúl de los recuerdos. En su interior están los materiales con los que trabaja la escritora: cada objeto es una vivencia del pasado y lleva consigo un recuerdo, una imagen o un sueño. Los hilos establecen las conexiones entre esas vivencias. Siguiendo la analogía, escribir es como coser, se trata de ir trenzando los hilos de la trama y la urdimbre.

El escondite inglés

El tiempo ha pasado de manera tramposa, como a espaldas de la protagonista, sin ser sentido. Como en el juego infantil, si echamos la mirada atrás lo que vemos son imágenes fijas que se han ido moviendo por detrás de nosotros, y cuyo orden a veces somos incapaces de establecer.

Las piedrecitas blancas

Son las marcas que señalan el camino de ida y el camino de vuelta. El invitado le propone que se olvide de las piedrecitas y que se dé a la fuga y se pierda en el laberinto de la memoria.

Tiempo

Las diez de la noche

Muestra que no podemos estar seguros de esta hora en la noche de insomnio de la protagonista. Esta observación, que marca en el tiempo el inicio de la acción, refuerza la confusión de planos que caracteriza la obra: por un lado, nos sitúa en un marco temporal concreto aunque"parad"; por otro, insinúa que es más tarde, aunque es imposible saber en qué momento de la noche se encuentra la autora.

Las doce y media

Este dato es proporcionado por el hombre vestido de negro en la breve conversación que mantienen por teléfono antes de subir.

Las cinco

Regresa la hija de fiesta.

Tres etapas en la novela

Infancia - Antes de Franco (Segunda República, Guerra Civil)

Es la época del juego y de una niñez intacta. La infancia queda ubicada en el cuarto de atrás salmantino. Para la autora, este tiempo comprende la época anterior a la Guerra Civil y la contienda.

Adolescencia, juventud y primera madurez - Con Franco (Dictadura: Postguerra y décadas siguientes)

Desaparecen el espacio lúdico del cuarto de atrás y los juguetes. Es la época del frío y el miedo. Surge la ficción como refugio de la realidad: primero, la isla de Bergai, y, con el tiempo, la literatura son los castillos que toma como fortín contra la realidad.

Segunda madurez - Después de Franco (democracia)

Amanece una nueva época y aparece la necesidad de buscar el tiempo perdido para entender mejor su vida. Lo que en la novela se reduce a una noche de duermevela, en la vida real son dos años y cinco meses los que la autora emplea en escribir la obra.

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