España en Transición: Del Franquismo a la Democracia Plena
El Amanecer de la Democracia en España: Los Primeros Pasos Tras Franco
Tras el fallecimiento del General Franco, el 20 de noviembre de 1975, el primer discurso de Don Juan Carlos como Jefe del Estado (22 de noviembre de 1975) ya vislumbró un horizonte de cambio político para España. El joven monarca, a pesar de ser heredero del sistema impuesto por Franco, desde sus inicios dejó entrever la necesidad de devolver las libertades a la sociedad civil española.
El Gobierno de Carlos Arias Navarro y las Primeras Tensiones
Don Juan Carlos dispuso que Carlos Arias Navarro continuara al frente del gobierno. De este nuevo gobierno se esperaba un programa reformador que condujera progresivamente a la democratización del sistema político. Sin embargo, Arias Navarro se limitó a proponer cambios mínimos, los cuales fueron rechazados por la oposición y decepcionaron incluso a los propios reformistas franquistas. Quedaba claro que se abría un camino difícil: el paso de una dictadura que había sobrevivido durante casi cuarenta años a una democracia plena no sería sencillo. Ante esta situación, la oposición tomó la iniciativa y defendió un programa común a través de la plataforma Coordinación Democrática.
Opciones Políticas Tras la Muerte de Franco
En este contexto, se planteaban tres opciones principales:
Las Fuerzas Inmovilistas del Régimen
Apostaban por un continuismo del sistema, introduciendo leves reformas que garantizaran su supervivencia sin Franco. Este planteamiento estaba encabezado por Arias Navarro y por los inmovilistas más radicales, conocidos como el "búnker", organizados en torno a figuras como Blas Piñar.
La Ruptura Democrática
Propugnada por la casi totalidad de las fuerzas políticas de la oposición democrática. Esta opción implicaba la conformación de un gobierno provisional y la convocatoria de elecciones constituyentes para elaborar una nueva Constitución, devolviendo así la soberanía nacional a sus legítimos propietarios: el pueblo español.
Se promovieron movilizaciones populares (manifestaciones, huelgas, campañas reivindicativas) que reclamaban libertades democráticas y amnistía para los presos políticos. Estos llamamientos tuvieron mayor eco en el País Vasco, Cataluña y Madrid. Las continuas revueltas contribuyeron al desprestigio del proyecto continuista de Arias Navarro.
Entre los defensores de esta opción de ruptura democrática destacaron el Partido Comunista de España (con figuras como Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri), el Partido Socialista Obrero Español (liderado por Felipe González y Alfonso Guerra), Comisiones Obreras, UGT, la derecha liberal (con Joaquín Ruiz-Giménez y José María Gil-Robles), los partidarios de Don Juan de Borbón, y fuerzas nacionalistas como Convergencia Democrática de Cataluña y el Partido Nacionalista Vasco.
El Cambio de Gobierno: La Llegada de Adolfo Suárez
La tensa situación polarizó las posturas de los propios políticos procedentes del franquismo. Mientras los reformistas se sentían decepcionados, los inmovilistas solo aceptaban la continuidad del Régimen y exigían mayor represión policial contra las protestas obreras y políticas.
El 30 de junio de 1976, temiendo que la situación se agravase, el rey Don Juan Carlos y sus colaboradores forzaron la dimisión de Carlos Arias Navarro y nombraron a Adolfo Suárez, un político reformista procedente del Régimen, como nuevo presidente del gobierno. El fracaso de Arias Navarro demostró que los franquistas, por sí solos, no podían transformar el régimen en una democracia auténtica. A partir de este punto, se desarrolló la tercera opción:
El Proyecto de Transición Pactada
Un complejo proyecto de transición que, partiendo de las propias leyes franquistas, propiciaría un cambio sin sobresaltos hacia una democracia plena. Esta opción fue encabezada por figuras como Adolfo Suárez, Manuel Fraga y José María de Areilza.