España en el Siglo XX: De la Crisis de la Restauración a la Guerra Civil
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La Crisis de la Restauración (1902-1931)
El primer tercio del siglo XX en España, durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), estuvo marcado por la crisis del sistema de la Restauración.
Los intentos de regeneración, impulsados por figuras como Antonio Maura y Francisco Silvela (Partido Conservador) y José Canalejas (Partido Liberal), buscaron acabar con el caciquismo y el fraude electoral.
En relación al reformismo conservador, Francisco Silvela sucedió a Cánovas y lideró el partido entre 1899 y 1903. Fracasó, dejó la política y fue sucedido por Antonio Maura, quien intentó crear una nueva clase política que apoyara a las "masas neutras" y promovió reformas como la Ley de Administración Local y la Ley Electoral de 1907, aunque no consiguieron acabar con el caciquismo.
También intentó integrar el catalanismo y adoptó políticas proteccionistas para favorecer la industria española. El gobierno adoptó una postura favorable a la intervención de España en Marruecos. La Semana Trágica de Barcelona de 1909 puso fin a su etapa de gobierno.
En el Partido Liberal, José Canalejas gobernó entre 1910 y 1912 con el objetivo de atraer a las masas populares y limitar el poder de la Iglesia. Promovió reformas progresistas como la Ley del Candado y la Ley de Mancomunidades (aprobada en 1914 por el gobierno de Eduardo Dato), y limitó el poder de la Iglesia. Por otra parte, la Ley de Reclutamiento establecía que este pasaba a ser obligatorio en tiempos de guerra, quedando suprimida la redención en metálico.
Fue asesinado en 1912 por un anarquista, poniendo fin a la etapa regeneracionista.
La oposición a la Restauración estuvo encarnada por el republicanismo, el carlismo, el nacionalismo y el movimiento obrero.
El republicanismo se consolidó como la principal oposición política, con partidos como la Unión Republicana (1903), liderada por Nicolás Salmerón; y el Partido Radical (1908), liderado por Alejandro Lerroux. Como respuesta a la represión de la Semana Trágica, en 1909 se constituyó la Conjunción Republicano-Socialista, que integraba al PSOE y que ganó las elecciones de 1910. En 1912, Melquíades Álvarez fundó el Partido Reformista, que se declaraba republicano e incorporaba a figuras como Ortega y Gasset.
En 1917 Vázquez de Mella abandonó el carlismo y fundó el Partido Tradicionalista en 1919. El carlismo tuvo fuerza en Cataluña, Navarra y País Vasco.
Con la llegada de la II República, los tres sectores del carlismo se integrarían en Comunión Tradicionalista. En cuanto a los nacionalismos, fortalecidos tras el desastre de 1898, en Cataluña tuvo un auge con la Liga Regionalista (liderada por Prat de la Riba y Cambó) y la creación de la Mancomunidad de Cataluña.
En el País Vasco, el PNV se presentaba como un partido defensor del orden social y la riqueza nacional, impulsando el nacionalismo vasco. En cuanto al obrerismo, el movimiento sindical creció con la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
En la primera década del siglo XX, el PSOE comenzó a colaborar con los republicanos a partir de 1910, lo que incrementó su fuerza electoral. Sus principales líderes fueron Pablo Iglesias, Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero.
A partir de 1917, el PSOE se radicalizó y participó en huelgas generales, mientras que su rechazo a unirse a la Internacional Comunista, creada por Lenin en 1921, provocó la creación del Partido Comunista de España (PCE), liderado por José Díaz y Dolores Ibarrurí.
Impacto de los Acontecimientos Internacionales: Marruecos, Primera Guerra Mundial y Revolución Rusa
Tras el desastre de 1898, España inició a partir de 1906 su penetración en el Norte de África, tras la Conferencia de Algeciras (1906) y el Tratado Hispano-Francés (1912), estableciendo su protectorado franco-español en Marruecos. La presencia española estaba motivada por intereses económicos y por la voluntad política de recuperar el prestigio del Ejército.
La zona estaba poblada por tribus bereberes (cabilas) que se opusieron a la presencia española. La presencia militar española se intensificó a partir de 1909 por la derrota en el Barranco del Lobo.
Esto desencadenó la Semana Trágica en Barcelona. Debido a la redención en metálico, socialistas, anarquistas y republicanos alentaron las protestas. Los incidentes comenzaron el 18 de julio.
Solidaridad Obrera hizo un llamamiento a la huelga general, convocada para el 26 de julio, que fue apoyada por UGT y grupos republicanos.
Las autoridades decretaron el estado de guerra y comenzaron a reprimir con dureza las manifestaciones. El ejecutado más conocido fue el librepensador y fundador de la Escuela Moderna Ferrer Guardia.
La Semana Trágica tuvo consecuencias políticas que llevaron a la caída del gobierno de Antonio Maura y la llegada de José Canalejas, quien intentó reformas antes de ser asesinado en 1912.
A principios de 1917, en España, la Primera Guerra Mundial supuso un empeoramiento de las condiciones de vida de las clases trabajadoras en un momento de grandes beneficios empresariales. En marzo de 1917, la CNT y la UGT convocaron una huelga general para protestar por el encarecimiento de los productos de primera necesidad.
Durante el verano de 1917, el gobierno tuvo que hacer frente a una crisis generalizada: un conflicto obrero y problemas con los militares. Además, los partidos de la oposición se reunieron en la Asamblea de Parlamentarios, en la que reclamaron la formación de un gobierno provisional y exigieron la reunión de las Cortes. La reacción del Gobierno fue represiva: el gobierno prohibió la reunión de senadores y diputados convocada para el 19 de julio.
El movimiento fracasó por el apoyo del Ejército a la monarquía y al sistema. El fin de la Primera Guerra Mundial supuso una drástica reducción de las exportaciones españolas y el inicio de una aguda crisis económica y social. Durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial se produjeron las revoluciones rusas: la revolución de febrero de 1917 supuso la caída del régimen zarista y la formación de un gobierno provisional; y la revolución de octubre de 1917, la toma del poder por parte de los bolcheviques liderados por Lenin.
En España, la crisis tuvo un especial impacto en Cataluña, con un aumento de huelgas y movilizaciones campesinas (promovidas por anarquistas). De esta forma, se conoce al periodo 1918-1921 como trienio bolchevique.
A pesar de los intentos de formar gobiernos de concentración, entre 1918 y 1923 una serie de gobiernos inestables recurrieron con frecuencia a la supresión de las garantías constitucionales y la clausura del Congreso.
A esto se unió el problema de Marruecos, donde la presencia española era defendida por los militares africanistas y el rey Alfonso XIII.
En el verano de 1921, las tropas españolas iniciaron una maniobra dirigida por el general Silvestre.
Todo acabó en una retirada masiva en la que las tropas españolas fueron masacradas por los rifeños: el desastre de Annual causó 13.000 muertos. Hubo grandes protestas y republicanos y socialistas reclamaron el abandono de Marruecos.
Se creó una comisión de investigación sobre lo sucedido, presidida por el general Picasso. Sin embargo, antes de que se conocieran las conclusiones, el golpe de Estado de Primo de Rivera lo impidió e inició una primera dictadura militar en la España del siglo XX.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
El sistema parlamentario de la Restauración finalizó en 1923 con un golpe de Estado militar que estableció una dictadura. El gobierno de García Prieto intentó una reforma de la Constitución y la Ley Electoral, buscando limitar el poder del rey y la Iglesia, pero enfrentó la oposición del rey, el ejército y la Iglesia.
Los militares, especialmente por el Expediente Picasso del desastre de Annual, estaban descontentos. Miguel Primo de Rivera impulsó un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923.
Alfonso XIII se negó a cesar a los militares sublevados y el Gobierno dimitió.
Primo de Rivera justificó su actuación en un manifiesto en el que culpaba de la situación al gobierno y a los partidos tradicionales, y en el que prometía una regeneración nacional. Su dictadura fue aceptada por la alta burguesía, el ejército y una parte de la población.
La primera fase de la dictadura se conoce como Directorio Militar (1923-1925). Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del directorio, con medidas represivas, la suspensión de la Constitución, la disolución del Parlamento y la ilegalización de los partidos políticos y las organizaciones obreras. También tomó varias medidas represivas contra el nacionalismo catalán, disolvió los ayuntamientos y sustituyó el caciquismo por juntas formadas por contribuyentes locales.
Instauró una política de orden público muy represiva, que redujo los conflictos laborales.
Primo de Rivera decidió intervenir militarmente en el Rif. En septiembre de 1925 se produjo el desembarco español en la bahía de Alhucemas, mientras que las tropas coloniales francesas avanzaron hacia Fez. Esto produjo la derrota de Abd el Krim y el final de la guerra de Marruecos.
El supuesto regeneracionismo del Directorio Militar se completó con una legislación social.
La segunda etapa de la dictadura fue el Directorio Civil (1925-1930), donde Primo de Rivera intentó estabilizar su poder, implementando políticas económicas, basadas en el dirigismo estatal, y promoviendo una reorganización del Estado, siguiendo el modelo fascista implantado por Mussolini.
En 1924 se había creado la Unión Patriótica, cuyo objetivo era respaldar a la dictadura. Como órgano auxiliar se creó el Somatén, una milicia ciudadana armada con capacidad para apoyar a la policía y al Ejército en casos de conflicto interno. En 1927 se convocó una Asamblea Nacional Consultiva, encargada de elaborar un Estatuto Fundamental de la Monarquía a modo de Constitución. El proyecto, presentado en 1929, no fue aprobado.
En 1926 se fundó la Organización Corporativa Nacional, cuyo objetivo era la reglamentación de los salarios y las condiciones laborales. La CNT se negó a participar.
A lo largo de los años, la oposición creció, con conspiraciones militares, como la "sanjuanada de 1926", y movimientos republicanos (la Alianza Republicana) y obreros. En 1927, la CNT fue perseguida y fundó la FAI para promover la resistencia anarquista. La crisis económica mundial de 1929 debilitó la dictadura, que perdió apoyo y culminó con la dimisión de Primo de Rivera el 27 de enero de 1930, tras su grave enfermedad. Alfonso XIII intentó restaurar el régimen constitucional con la "dictablanda".
La oposición republicana se fortaleció, y el Pacto de San Sebastián de 1930 unió al PSOE y algunos intelectuales como Ortega y Gasset. En las elecciones municipales de 1931, las candidaturas republicanas ganaron en las ciudades, mientras que las monárquicas triunfaron en las zonas rurales.
Ante la falta de apoyos, Alfonso XIII renunció a la corona. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española. Ese mismo día, Alfonso XIII abandonó el país camino del exilio. El fin de la monarquía no fue el resultado de una revolución, sino del deterioro del sistema político, que había empezado en 1898 y se había visto debilitado por crisis sucesivas (1909, 1917, 1923) y definitivamente desprestigiado durante la dictadura militar.
La Proclamación de la Segunda República (1931)
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, convocadas por el gobierno del Almirante Aznar, fueron plebiscitarias, donde se votaba a favor o en contra de la monarquía. En las áreas rurales, controladas por caciques, ganaron las candidaturas monárquicas, pero en las capitales de provincia, la coalición republicano-socialista triunfó.
El 14 de abril, Alfonso XIII renunció y abandonó España, proclamándose la Segunda República. Los representantes de los partidos que habían firmado el Pacto de San Sebastián formaron un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora.
La renuncia de Alfonso XIII se debió a la falta de apoyos políticos y militares, con escaso respaldo del Ejército. El 13 de abril, el general Berenguer advirtió de la gravedad de la situación, pero solo un general apoyó al rey.
La primera proclamación de la República se produjo en Eibar, la madrugada del 14 de abril. La proclamación de la República en Madrid fue seguida por el izado de la bandera republicana en el edificio de Correos y Telégrafos de Cibeles.
El inicio de la segunda etapa republicana se producía en una difícil coyuntura internacional: Mussolini en Italia, Stalin en la URSS, y el apoyo del nacionalsocialismo en Alemania, mientras las democracias occidentales enfrentaban la crisis de 1929.
El gobierno provisional adoptó medidas urgentes: amnistía general para los presos políticos, proclamación de libertades políticas y sindicales, y nuevas elecciones municipales.
El 28 de junio de 1931, se celebraron elecciones legislativas a Cortes constituyentes, donde ganó la coalición republicano-socialista, con el PSOE obteniendo 116 escaños. Así, el ejecutivo quedó en manos de la coalición republicano-socialista con Alcalá Zamora como presidente y Manuel Azaña como Ministro de Guerra.
Las primeras tareas de las Cortes fueron redactar una nueva Constitución. La Constitución de 1931 tenía las siguientes características:
- España se definía como una "república democrática de trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de libertad y justicia".
- Amplia declaración de derechos y libertades individuales.
- Desde el punto de vista de la organización territorial, España se definía como un estado único.
- Cortes unicamerales, elegidas por sufragio universal absoluto y dotadas de un gran poder, tanto legislativo como de control del gobierno.
- El Estado se declaraba laico, pero reconocía la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión; se prohibía a la Iglesia Católica ejercer la industria, el comercio y la enseñanza.
- La educación y la cultura eran funciones primordiales del Estado.
En cuanto al sufragio femenino, se reconoció el derecho al sufragio pasivo en las elecciones de 1931. Finalmente, la Constitución de 1931 estableció por primera vez el sufragio universal absoluto, aunque solo tres mujeres fueron elegidas diputadas: Margarita Nelken (PSOE), Clara Campoamor (Partido Republicano Radical) y Victoria Kent (Partido Republicano Radical Socialista).
A pesar de su apoyo al sufragio, Clara Campoamor tuvo un debate con Victoria Kent, quien se oponía a él, considerando que las mujeres españolas eran influenciadas por la Iglesia y podrían favorecer a partidos conservadores.
Las mujeres españolas votaron por primera vez en las elecciones municipales del 23 de abril de 1933 y lo hicieron luego en las legislativas (generales) del 19 de noviembre de 1933, en las que triunfarían las candidaturas de derechas.
La Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931, con el rechazo de los partidos de derechas y los católicos. Alcalá Zamora dimitió como jefe de gobierno por el tema religioso, y fue nombrado Presidente de la República, mientras que Azaña le sucedió en la Jefatura de Gobierno.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El bienio reformista comenzó con la proclamación de la Constitución de 1931 el 9 de diciembre y se prolongó hasta noviembre de 1933.
Los partidos republicanos de izquierda eran partidarios de realizar grandes reformas, pero no de medidas revolucionarias. El PSOE era el partido más sólido y estructurado, contaba con el apoyo de UGT y recogía una buena parte del voto obrero.
A la izquierda, el PCE y el POUM defendían posturas más radicales, mientras que la CNT se dividía entre moderados y radicales (representada por la FAI).
El centro-derecha estuvo representado por los seguidores de Alcalá Zamora y por el Partido Republicano Radical de Lerroux. Y la derecha, estaba representada por la CEDA de Gil Robles.
Surgieron en España dos partidos de corte fascista: JONS en 1931 y Falange en 1933, liderada por José Antonio Primo de Rivera.
Durante este período, se implementaron reformas socio-laborales, como la Ley de Términos Municipales, la Ley de Jurados Mixtos, la Ley de Laboreo Forzoso y la jornada laboral de ocho horas.
La Ley de Reforma Agraria de 1932 buscaba crear una clase media rural, propietaria de sus explotaciones, pero fue limitada en su aplicación, generando descontento entre los campesinos.
Además, se llevó a cabo una reforma religiosa que pretendía secularizar la sociedad y limitar el poder e influencia de la Iglesia, eliminando el mantenimiento estatal del clero y el culto, y permitiendo el divorcio y el matrimonio civil.
La reforma militar de Azaña tenía como objetivo ganar la lealtad del Ejército a la República y modernizar su estructura organizativa. Proclamándose así, la Ley de Retiro de Oficialidad, que pretendía acabar con la macrocefalia del Ejército. También se cerró la Academia Militar de Zaragoza, que en aquel momento dirigía Francisco Franco. Así, en 1932 se produjo el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo (Sanjurjada), que tras el fracaso fue condenado a muerte. Se creó la Guardia de Asalto, una fuerza de orden público fiel a la República. Se aprobaron los Estatutos de Autonomía de Cataluña en 1932 y en el País Vasco la aprobación se retrasó hasta 1936.
En el sector educativo, se impulsaron reformas de laicización y coeducación, lo que generó la oposición de los sectores católicos. Las reformas, sin embargo, encontraron una fuerte resistencia por parte de los sectores conservadores, como la Iglesia y el Ejército, mientras que los anarquistas y comunistas las consideraban insuficientes.
La crisis económica de 1929 empeoró la situación, con un aumento de huelgas y desempleo, lo que desencadenó una creciente violencia política.
Azaña se vio obligado a adoptar medidas represivas. Los incidentes en Casas Viejas, donde la Guardia Civil reprimió con dureza una sublevación campesina ocasionando varias muertes, influyó en la caída del gobierno de Azaña. En septiembre de 1933, Alcalá Zamora nombró nuevo presidente a Diego Martínez Barrio, con la finalidad de disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas para el 19 de noviembre de ese año.
El Bienio Conservador (1933-1936)
Las elecciones de noviembre de 1933, las primeras en las que votaron las mujeres en España, concluyeron en un cambio de las Cortes, favoreciendo a la coalición de derechas.
La CEDA de Gil Robles y el Partido Radical de Lerroux lograron más de un centenar de diputados cada uno, formando un gobierno liderado por Lerroux. Este período, conocido como "bienio negro", se prolongó hasta febrero de 1936.
El nuevo gobierno frenó la reforma agraria, anuló la concesión de tierras mal cultivadas a los campesinos y concedió la libertad de contratación. También acabó con la reforma religiosa.
Además, se permitió una amnistía para los implicados en el golpe de Estado fallido de 1932, se redujo el presupuesto para la educación pública y se sustituyeron ayuntamientos de socialistas o republicanos por comisiones gestoras de partidos afines al nuevo gobierno.
Este desvío conservador y la paralización de las reformas favoreció la radicalización del PSOE y la UGT, liderada por Largo Caballero.
En octubre de 1934, Lerroux otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA, lo que fue interpretado por la izquierda como una deriva hacia el fascismo.
Esto llevó a la "revolución de octubre". En Asturias, los mineros se levantaron con dinamita y controlaron la región, siendo sofocados por Franco y Goded con demasiada violencia. En Barcelona, Lluís Companys proclamó el Estado Catalán, pero fue rápidamente detenido por el Ejército.
En 1935 se formó un nuevo gobierno, presidido por Lerroux y que incluía a cinco miembros de la CEDA, con Gil Robles como Ministro de la Guerra y Francisco Franco como Jefe de Estado Mayor del Ejército. El gobierno iniciaba la contrarrevolución, que suspendió el Estatuto de Autonomía catalán y anuló leyes beneficiosas.
En 1935 se presentó un anteproyecto para modificar la Constitución, que no llegó a ser aprobado.
Durante 1935, el gobierno se vio afectado por casos de corrupción. Ante esto, Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.
Las izquierdas formaron el Frente Popular, que incluyó a republicanos, reformistas, PSOE y PCE. Su programa incluía una amnistía para los encarcelados de 1934 y la reanudación de la actividad reformista del primer bienio republicano. La CNT no participó en la coalición. Los partidos de derecha formaron las "antimarxistas", pero no tuvieron éxito.
El Frente Popular obtuvo en las elecciones un 48% de los votos y 278 diputados, mientras que las derechas obtuvieron el 46,5% de los votos, pero solo 124 diputados.
El nuevo gobierno quedó formado por republicanos, mientras que el resto de partidos del Frente Popular se comprometieron a dar apoyo parlamentario. Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República y Julio Casares Quiroga presidente del Gobierno.
El gobierno restauró el Estatuto de Autonomía de Cataluña y liberó a 30.000 presos políticos. Sin embargo, la situación se tensó con movilizaciones populares, huelgas y ocupaciones de tierras.
La situación política y social se tornó muy conflictiva, generándose un clima de aguda violencia social con enfrentamientos en las calles.
Falange y otros grupos de extrema derecha respondieron con acciones violentas contra líderes de la izquierda.
Hoy se sabe que la preparación de la sublevación militar se inició incluso antes del triunfo electoral del Frente Popular. Buena parte del ejército comenzó a planificar un golpe liderado por Sanjurjo y planificado por Emilio Mola.
El 13 de julio de 1936, miembros de la Guardia de Asalto asesinaron al líder de Renovación Española, José Calvo Sotelo. Se trataba de una represalia por el asesinato de un teniente de dicho cuerpo policial, José Castillo, a manos de pistoleros de derechas, siendo estos los sucesos previos más graves a la sublevación militar que se inició en Marruecos el 17 de julio de 1936 y dio inicio a la Guerra Civil Española.