La España del Siglo XIX: Reformas Agrarias, Industrialización y Movimiento Obrero

Enviado por Chuletator online y clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 8,34 KB

7A: La Transformación Agraria en la España del Siglo XIX

Nos encontramos ante una composición formada por cinco documentos de carácter económico que abordan el lento y moderado proceso de renovación agrícola, industrial y comercial en España. En la reforma agraria liberal y las desamortizaciones, la única manera de conseguir un mayor desarrollo agrícola era llevar a cabo una reforma que convirtiera la propiedad de la tierra en un bien libre, privado, particular e individual. Para ello, fue preciso abolir el régimen señorial, desamortizar las tierras eclesiásticas y comunales, desvincular los mayorazgos, suprimir las servidumbres colectivas y autorizar la libertad de cultivos, entre otras medidas. Esta reforma fue iniciada por las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal, pero quedó anulada por las restauraciones absolutistas.

La medida más importante de esta reforma fue la desamortización o subasta de los bienes procedentes de las manos muertas eclesiásticas y de los baldíos y tierras comunes de los municipios. Este proceso fue largo y tuvo varias etapas, desde el gobierno de José I en 1813 y las Cortes de Cádiz, pasando por la desamortización eclesiástica de Mendizábal, donde se decretó la expropiación de los bienes del clero. Su principal objetivo fue recaudar fondos para financiar la guerra contra los carlistas (Doc. 1). Posteriormente, durante el gobierno de Espartero, se llevó a cabo la confiscación y venta de los bienes del clero secular (Doc. 2). Más tarde, se retomó el proceso desamortizador durante el Bienio Progresista, con la conocida como desamortización general de Madoz, por la que se pusieron a la venta el resto de las propiedades eclesiásticas y los bienes de los municipios y del Estado (Doc. 3).

Un jurista enjuició la desamortización, argumentando que no debió hacerse, ni de la forma en que se hizo, en lo referente a las manos muertas y otros bienes eclesiásticos. Sostuvo que la desamortización fue un hecho consumado gracias a la aprobación de la burguesía y que el sistema desamortizador debió seguir el modelo aconsejado por Flórez Estrada, quien, a su juicio, era el único capaz de facilitar la creación de una clase media rural de pequeños propietarios para estabilizar el régimen liberal en el país (Doc. 4). También contamos con la opinión de un historiador, quien afirma que en la etapa de Mendizábal, la desamortización sirvió para salvar al Estado de la quiebra y ganar la guerra civil, y en la ley de Madoz, para financiar la construcción del ferrocarril (Doc. 5).

7B: Orígenes y Evolución del Movimiento Obrero en España

Estamos ante una composición formada por cuatro documentos de carácter histórico. Comienza con las primeras protestas en España, que se desarrollaron en la zona mediterránea, donde se introdujo primero la mecanización de los procesos productivos, con un carácter violento. Los obreros reaccionaron con la destrucción de las máquinas y fábricas, a las que culparon de su desgracia y paro. Estas acciones fueron denominadas 'luditas' y se sucedieron en diferentes puntos y momentos de España, siguiendo el ritmo de la industrialización (Doc. 1).

Como medio más eficaz de lucha, los trabajadores buscaron obtener de los patrones aumentos de salarios, reducción de jornada o mejoras en las condiciones generales de trabajo. La primera huelga tuvo lugar en Barcelona. Las primeras sociedades obreras fueron las sociedades benéficas y de socorros mutuos, que sostenían un fondo destinado a socorrer a sus asociados en caso de una desgracia fortuita pero 'calculable' (falta de trabajo, enfermedad y fallecimiento). Las 'sociedades de resistencia' fueron prohibidas al considerar el Estado que podían poner en peligro su hegemonía y, como consecuencia, las clases trabajadoras utilizaron cada vez más la cobertura legal de las sociedades mutualistas. Así, nació el primer sindicato en España, la 'Sociedad de Tejedores' en Barcelona en 1840 (Doc. 2).

Más tarde, se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). Comenzó a ser conocida en España tras el viaje de Giuseppe Fanelli, quien viajó para crear los primeros núcleos afiliados a la AIT. El programa que se les enseñaba eran los principios generales de la Primera Internacional. Esto ayudó a la expansión de las ideas anarquistas entre el proletariado catalán y los campesinos andaluces. La Federación Regional Española de la AIT se formó en el Congreso de Barcelona. Esta, en España, se declaró mayoritariamente anarquista. El internacionalismo tuvo su momento álgido durante la Primera República, cuando numerosos grupos anarquistas adoptaron una posición para intentar provocar la revolución y el derrumbamiento del Estado (Doc. 3).

En 1879, Pablo Iglesias funda la Agrupación Socialista Madrileña (ASM), que se convirtió en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Más tarde, los socialistas impulsaron la creación de un sindicato socialista, la Unión General de Trabajadores (UGT). El PSOE no quiso colaborar con los republicanos y no tuvo representación política en el Congreso de los Diputados hasta 1910. En 1889, tanto el partido como el sindicato contribuyeron a la fundación en París de la Segunda Internacional. A raíz del triunfo de la revolución soviética y de la fundación por Lenin de la Tercera Internacional Comunista, se produjo un intenso debate que provocó en España la escisión de una parte de los jóvenes afiliados socialistas, quienes en 1921 fundaron el Partido Comunista de España (PCE) (Doc. 4).

7A(2): Industrialización y Desarrollo Económico en la España del Siglo XIX

Nos encontramos ante una composición formada por tres documentos históricos de carácter económico que tienen como tema central el desarrollo español en el siglo XIX, focalizados en la industria. El inicio de la industrialización en España fue muy temprano, pero sus progresos fueron menores a los de los países avanzados, y también a los de los países que iniciaron su transformación económica más tarde. Se habla, entonces, del fracaso de la revolución industrial en España y de una larga infancia industrial. Además, las condiciones, en comparación con otros países mediterráneos, permiten hablar de un patrón latino de modernidad caracterizado por una gran lentitud y tardanza en las transformaciones, una menor profundidad y repercusión social, y un desfase evolutivo con un atraso en el crecimiento en el siglo XIX y una recuperación en el XX.

Había una escasa capacidad del capital del Estado para servir de motor del desarrollo español (Doc. 1): la vida y la industria española se encontraban en las extremidades, ya que la población rural emigraba a las ciudades de la periferia. Apreciamos en la España del XIX que las transformaciones del sector secundario fueron importantes, pero estuvieron muy alejadas de los países que se industrializaron. Al final del período, la economía española seguía siendo principalmente agraria, incapaz de competir en el mercado internacional, y la participación de la industria en la renta nacional no superaba un quinto del total. En el panorama español podemos ver varias tendencias distintas entre Cataluña, País Vasco y Galicia.

Centrándonos en la siderurgia (Doc. 2), casi inexistente en Cataluña, es distinta a la de Andalucía y Levante, donde intentaron crear una siderurgia propia para no depender de la importación extranjera, pero que fracasó por los altos costes de producción. En Asturias y en el País Vasco, el sector clave fue la siderurgia vinculada a la minería. En Asturias, la explotación del carbón y la instalación de altos hornos y de diversas industrias metalúrgicas alrededor de los años 40. En el País Vasco, la industrialización se generó alrededor de la explotación del mineral de hierro de calidad, que generó importantes capitales. En Galicia, el panorama industrializador fue muy pobre.

Por lo tanto, haciendo un balance general del esfuerzo industrializador (Doc. 3), podemos decir que, como medida política, fue un éxito y el régimen liberal fue consolidado. Desde el punto de vista socioeconómico, se incrementaron los latifundios agrarios. Se desarrolló una notable industria en Cataluña, se construyó la red ferroviaria, se reformó la educación, el sistema monetario y bancario, y se asentaron las bases de la industria siderúrgica.

Entradas relacionadas: