España en Crisis: Conflictos Sociales y Polarización Política (1933-1936)
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La Segunda República Española: Del Bienio Conservador al Frente Popular (1933-1936)
Desórdenes Públicos, Violencia y Conflictos Sociales en la España Republicana
El Bienio de la CEDA y del Partido Radical (1933-1936)
Tras las elecciones de noviembre de 1933, en las que la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) fue el partido más votado, Alcalá-Zamora no confió el Gobierno a Gil-Robles debido a su dudosa lealtad a la República. En su lugar, optó por Lerroux, quien lideró un Ejecutivo apoyado parlamentariamente por la CEDA. Este Gobierno revirtió reformas anteriores significativas: suspendió la reforma agraria y educativa, frenó los Estatutos de Autonomía, restauró la financiación estatal de la Iglesia y amnistió a los golpistas de 1932.
Gil-Robles consideró insuficientes estas políticas y presionó para la inclusión de miembros de la CEDA en el Ejecutivo. En octubre de 1934, la entrada de tres ministros cedistas alarmó a la izquierda y a los nacionalistas catalanes, quienes temían un desmantelamiento democrático similar al ocurrido en Austria y Alemania. La UGT convocó una huelga general, cuyo seguimiento fue relevante solo en Asturias y Barcelona.
En Asturias, la UGT, la CNT y los comunistas actuaron unidos, proclamando una «dictadura del proletariado». Durante una semana, dominaron la región hasta la intervención del Ejército bajo el mando de Franco. En Barcelona, Companys proclamó el «Estat Català» dentro de una República Federal Española, pero el Ejército sofocó la insurrección rápidamente. Companys y su Gobierno fueron encarcelados, y se suspendió la autonomía catalana. El fracaso de la insurrección se atribuyó a la desunión obrera, la falta de apoyo burgués y la pronta reacción del Gobierno. El saldo fue de unos 1.500 muertos y 30.000 detenidos, lo que agravó la fractura social.
Como consecuencia, el Gobierno de Lerroux viró hacia la derecha: suspendió la autonomía catalana, aprobó una Ley Agraria contraria a la de 1932, y Gil-Robles, como ministro de Guerra, nombró a militares como Mola y Franco en puestos clave. Sin embargo, la CEDA seguía reclamando más poder, presionando para que Gil-Robles asumiera la presidencia del Gobierno.
A su vez, la derecha se radicalizó: Calvo-Sotelo agrupó a monárquicos autoritarios en el Bloque Nacional, mientras la Falange y los carlistas intensificaban su discurso. En la izquierda, el fracaso de la huelga general generó divisiones significativas:
- El PSOE se fracturó entre reformistas (liderados por Indalecio Prieto) y revolucionarios (con Largo Caballero a la cabeza).
- Manuel Azaña fundó Izquierda Republicana.
- Los comunistas impulsaron la formación del Frente Popular.
- Los anarquistas, fieles a sus principios, siguieron rechazando participar en la política parlamentaria.
En septiembre de 1935, Lerroux dimitió debido a varios escándalos de corrupción, como el caso estraperlo y el caso Tayá-Nombela. Alcalá-Zamora volvió a rechazar a Gil-Robles y disolvió el Parlamento, convocando elecciones para febrero de 1936 en un clima de creciente radicalización política y social.