España Contemporánea: Claves Económicas y Sociales del Franquismo y la Transición
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La Autarquía Económica en la España Franquista (Años 40-50)
La autarquía, aplicada durante los años 40, fue un sistema económico basado en el autoabastecimiento, motivado por los destrozos de la Guerra Civil y el aislamiento internacional. Esta situación provocó una gran escasez de alimentos, que se intentó paliar mediante el racionamiento controlado con las "cartillas", lo que dio lugar al crecimiento del "mercado negro". A los problemas del hambre y las destrucciones se sumó una enorme burocracia, compuesta en gran parte por heridos del bando franquista.
Durante esta etapa se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que tendría un papel importante en la industrialización posterior. La prolongación de la autarquía agravó la crisis de la vivienda, especialmente en las zonas industrializadas, lo que provocó un aumento del chabolismo.
La autarquía llegó a su fin en los años 50 con la aprobación de la Ley de Liberalización Económica en 1951. A partir de entonces, aumentaron la renta per cápita, la producción eléctrica, la recuperación agrícola y el consumo. Sin embargo, también subió la inflación, lo que generó tensiones sociales. La balanza de pagos se equilibró gracias a las divisas del turismo y la ayuda económica de Estados Unidos. La llegada al poder de los "tecnócratas" marcó una importante mejora económica, impulsada por el Plan de Estabilización de julio de 1959.
La Crisis del Tardofranquismo y la Transición (1969-1975)
El Gobierno de Carrero Blanco (1969-1973)
Tras el escándalo Matesa, el vicepresidente Carrero Blanco asumió la Jefatura del Gobierno e intentó relanzar la economía. Firmó acuerdos con la CEE y estableció relaciones diplomáticas con China y la RDA. En 1969, Franco nombró al príncipe Juan Carlos como su sucesor en la Jefatura del Estado y eligió a Carrero como Jefe de Gobierno. Carrero fue asesinado por ETA el 20 de diciembre de 1973.
El Gobierno de Arias Navarro
Sucedió a Carrero Blanco. Intentó ofrecer una imagen de ruptura con el franquismo, aunque su intento duró poco. Aumentó la inestabilidad política debido a la crisis económica de 1973, la crisis del Sáhara (1975, "Marcha Verde"), la Revolución Portuguesa de 1974, las presiones de la CEE, las críticas de la Iglesia y el incremento del terrorismo de ETA.
La Crisis Final (1974-1975)
La oposición se organizó tanto en el exterior como en el interior. En julio de 1974 se creó la Junta Democrática liderada por el PCE y, poco después, la Plataforma de Convergencia Democrática, impulsada por el PSOE y apoyada por los sectores aperturistas del régimen. ETA y el FRAP intensificaron sus acciones, y el régimen respondió con una mayor represión. Franco murió el 20 de noviembre de 1975.
El Franquismo en el País Vasco: Crecimiento Económico y Transformación Social
Los años de posguerra fueron muy duros desde el punto de vista económico. La destrucción provocada por la Guerra Civil y la política autárquica causaron hambre y muchas privaciones. La industria y el comercio se debilitaron por la falta de materias primas y combustibles, aunque a mediados de los años 40 se produjo un débil crecimiento económico e industrial, seguido de una reindustrialización en los años 50. El País Vasco se consolidó como una zona económica importante.
El control económico estaba en manos de la alta burguesía vasca. Con el Plan de Estabilización de 1959 se abandonó la autarquía y comenzó el desarrollismo, que tuvo tanto efectos positivos como negativos. Se reforzó la industrialización y se crearon nuevas áreas industriales. Surgió el movimiento cooperativo en Mondragón y la factoría Fulgor. En los años 60 y 70 se expandieron proyectos como Caja Laboral y Eroski.
El fuerte crecimiento demográfico fue consecuencia de la inmigración hacia Bizkaia y Gipuzkoa y de las altas tasas de natalidad. La clase obrera aumentó, lo que generó problemas sociales: escasez de viviendas, chabolismo, hacinamiento, falta de escuelas y centros de salud, y creación de barrios obreros sin servicios básicos. El desarrollismo también impulsó la aparición de la sociedad de consumo, con la extensión del uso del teléfono, el coche, los electrodomésticos, etcétera.
El Impacto de la Violencia Política en la Transición Española
Tras la muerte de Franco, la violencia no desapareció. Grupos como ETA o el FRAP continuaron con su actividad armada, lo que generó un clima de tensión y miedo en la sociedad. La extorsión, los asesinatos y las cartas bomba se volvieron frecuentes, provocando una fuerte polarización: mientras algunos sectores apoyaban la lucha armada como vía para lograr la autodeterminación del País Vasco, otros defendían soluciones democráticas y rechazaban cualquier forma de violencia.
Ante esta situación, el Estado respondió con medidas represivas, lo que desató críticas tanto a nivel nacional como internacional. Garantizar la seguridad y el orden público se convirtió en una prioridad en la agenda política, dificultando aún más el delicado proceso de democratización. Sin embargo, esta violencia también empujó a los partidos y movimientos a buscar vías de diálogo y negociación, lo que llevó a algunos grupos a abandonar la lucha armada y sumarse a la política institucional.
El legado de esta violencia dejó una profunda huella en la memoria colectiva. Los años más sangrientos de ETA fueron entre 1978 y 1980, conocidos como los “años de plomo”, en los que la banda asesinó a 244 personas; solo en 1980 hubo 97 víctimas mortales. La forma en la que se afrontaron estos episodios ha marcado la política y la sociedad española en las décadas posteriores, alimentando debates sobre la memoria histórica, la reconciliación y la justicia.