España 1902-1923: Crisis Marroquí, Impacto de la Gran Guerra y Agitación Social
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La Intervención Española en Marruecos
Bajo el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), se celebró la Conferencia de Algeciras en 1906, en la que se delimitaron las áreas de influencia española y francesa en Marruecos. En el norte, España comenzó a controlar y explotar la zona del Rif.
Inicios y el Desastre del Barranco del Lobo (1909)
En esta zona se produjo una sublevación marroquí. Ante esto, el jefe de gobierno, Antonio Maura, envió un ejército para sofocarla. Una gran parte de este ejército estaba formada por reservistas de Cataluña y Madrid, lo que aumentó la oposición popular contra la guerra y el gobierno. Se produjo el Desastre del Barranco del Lobo en 1909, donde fallecieron más de un millar de soldados españoles. Este acontecimiento, junto con el embarque de tropas en Barcelona, provocó en la ciudad una protesta antimilitarista que derivó en una revuelta popular con un fuerte componente anticlerical. Ante esto, Maura envió al ejército para reprimirla, lo que desencadenó la Semana Trágica de Barcelona, cuya dura represión posterior (incluido el fusilamiento de Ferrer Guardia) provocó la caída de Maura.
El Desastre de Annual (1921) y sus Consecuencias
Posteriormente, en 1921, se planeó una operación para consolidar el control del territorio, avanzando desde Melilla hacia el interior. El mando correspondía al general Berenguer, Alto Comisario, y uno de sus subordinados era el general Manuel Fernández Silvestre, al mando de la Comandancia de Melilla. Silvestre debía asegurar la zona de Annual, pero actuó de manera imprudente y con una planificación deficiente. Allí se encontraron con la fuerte oposición de las cabilas rifeñas, lideradas por Abd el-Krim. La posición española en Annual se derrumbó, Silvestre murió en circunstancias no aclaradas y las tropas españolas emprendieron una caótica retirada perseguidas por los rifeños. Esto fue conocido como el Desastre de Annual, que costó miles de vidas y supuso una profunda conmoción en España.
Todo ello tuvo graves consecuencias políticas. En las Cortes se realizó una investigación (Comisión de Responsabilidades), abriéndose el Expediente Picasso, que detallaba las negligencias militares, señalando como principal responsable militar a Silvestre, aunque también se criticaba la actuación de Berenguer. Esto no fue suficiente, ya que las Cortes querían dirimir responsabilidades políticas (algunos diputados y la opinión pública apuntaban directamente al rey Alfonso XIII por haber alentado la imprudente acción de Silvestre). El debate sobre las responsabilidades fue uno de los factores que condujo al golpe de Estado de Primo de Rivera.
La guerra continuó, y en 1925 se produjo el desembarco franco-español en Alhucemas, una compleja operación anfibia que resultó un éxito militar decisivo. Tras esta operación, Abd el-Krim fue derrotado y se rindió a las autoridades francesas en 1926, pacificándose gran parte del Protectorado.
España ante la Primera Guerra Mundial
Tras los gobiernos de Maura y Canalejas, en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial (1914-1918). En España existían posturas divididas: unos querían entrar en la guerra y otros defendían la neutralidad. Dentro de los intervencionistas, se dividían en aliadófilos (partidarios de los Aliados) y germanófilos (partidarios de las Potencias Centrales). Finalmente, España se declaró neutral, decisión comunicada por el presidente del gobierno, Eduardo Dato. La neutralidad tuvo importantes consecuencias económicas (un gran auge inicial de las exportaciones, pero también inflación y escasez) y sociales.
La Crisis de 1917
El año 1917 concentró una triple crisis (militar, política y social) que puso de manifiesto la debilidad del sistema de la Restauración.
Crisis Militar
A nivel militar, existía malestar por los bajos sueldos, el sistema de ascensos (que favorecía a los africanistas por méritos de guerra) y la situación política. Este descontento llevó a la formación de las Juntas de Defensa, asociaciones ilegales de oficiales peninsulares que reclamaban mejoras salariales y profesionales. El gobierno, debilitado, finalmente tuvo que reconocerlas y ceder a parte de sus reivindicaciones, lo que evidenció la injerencia militar en la política.
Crisis Política
En cuanto a la crisis política, y ante el cierre de las Cortes por parte del gobierno Dato, el líder catalanista Francesc Cambó realizó un llamamiento para que los diputados y senadores españoles se reunieran en una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona. El objetivo era impulsar una reforma profunda de la Constitución y del sistema político para regenerar el país y descentralizar el Estado. Sin embargo, la Asamblea contó con escaso apoyo (principalmente catalanistas, republicanos y socialistas) y fue finalmente disuelta por el gobierno sin conseguir sus objetivos.
Crisis Social: La Huelga General de 1917
A nivel social, el descontento por la subida de precios y las duras condiciones de vida, agravadas por el impacto económico de la Gran Guerra, llevó a los principales sindicatos, la UGT (socialista) y la CNT (anarcosindicalista), a convocar una huelga general en agosto de 1917. La huelga tuvo un carácter revolucionario en algunos puntos, buscando un cambio político profundo (incluso la implantación de una república). Para sofocarla, el gobierno recurrió al ejército, que la reprimió con gran dureza, causando muertos, heridos y miles de detenidos.
Agitación Social Postbélica: El Trienio Bolchevique y el Pistolerismo
La agitación social no terminó con la represión de la huelga de 1917, sino que se intensificó en los años siguientes, coincidiendo con el fin de la Primera Guerra Mundial y el impacto de la Revolución Rusa.
El Trienio Bolchevique (1918-1920)
La agitación social continuó, especialmente en el campo andaluz, donde entre 1918 y 1920 tuvo lugar el llamado Trienio Bolchevique. Influenciados por las noticias de la Revolución Rusa y la persistente miseria, los jornaleros protagonizaron un intenso ciclo de movilizaciones (huelgas, manifestaciones, ocupaciones de tierras). Durante este periodo, las protestas en los campos fueron constantes, llegándose incluso a ocupar y repartir fincas. Ante esto, el gobierno declaró el estado de guerra y reprimió duramente las revueltas.
La Huelga de La Canadiense y el Pistolerismo en Barcelona
En Barcelona, principal centro industrial y obrero del país, la conflictividad fue también muy elevada. En 1919 se dio una importante huelga iniciada en la empresa eléctrica Riegos y Fuerzas del Ebro, conocida como La Canadiense, que paralizó gran parte de la industria catalana durante un mes y medio. Ante la presión, el gobierno cedió, aprobando por decreto la jornada laboral de 8 horas a nivel nacional, además de aceptar aumentos salariales y la readmisión de los despedidos. Sin embargo, la tensión social no disminuyó. Entre la patronal (organizada y dispuesta a usar la fuerza) y los sindicatos (especialmente la CNT) se desató una verdadera guerra social en Barcelona y otras zonas industriales. Esta escalada de violencia incluyó atentados, cierres de empresas (lock-out) y la aparición del pistolerismo: asesinatos selectivos de líderes obreros y sindicales por pistoleros a sueldo de la patronal, y también de patronos y encargados por parte de grupos de acción anarquistas.
Hacia el Fin de la Restauración
Esta intensa agitación social, sumada a la crisis económica de posguerra, la crónica inestabilidad y debilidad de los gobiernos de la Restauración (incapaces de abordar las reformas necesarias) y la humillación militar y política derivada del Desastre de Annual en Marruecos, crearon un clima de extrema tensión que finalmente desembocó en el Golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en septiembre de 1923, que contó con el consentimiento de Alfonso XIII y puso fin al régimen constitucional de la Restauración.