España 1854-1868: Del Bienio Progresista a la Revolución Gloriosa
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El Bienio Progresista (1854-1856)
El favoritismo de la Reina hacia Narváez generaba crecientes críticas por corrupción. Esto dio lugar a la Revolución de 1854. Se inició con un pronunciamiento militar, la Vicalvarada, ocurrido en el verano de 1854 y liderado por O'Donnell en Vicálvaro, quien se reunió con Serrano en Manzanares. Allí lanzaron el Manifiesto de Manzanares (de carácter progresista). Como resultado, la revolución se extendió con la formación de juntas revolucionarias provinciales. Isabel II llamó a Espartero para formar gobierno.
Las reformas del Bienio fueron:
La Constitución de 1855 (Non Nata)
Esta constitución, que no llegó a promulgarse, presentaba las siguientes características:
- Carácter progresista.
- Recuperaba la soberanía nacional, lo que limitaba el poder de la Corona.
- La prensa era sometida a un jurado en caso de denuncia.
- Se recuperaba la Milicia Nacional.
- Se recuperaba la autonomía municipal.
- Se establecía un Senado elegido por sufragio universal masculino.
- Admitía la tolerancia religiosa.
Reformas Económicas Clave
- Se promulgó la Desamortización de Madoz (1855), de carácter general.
- Se estableció la Ley del Ferrocarril (1855). Esta ley facilitaba la inversión privada.
- Se estableció la Ley de Banca (1856). Esta ley, aparte de la creación de la banca moderna, creó el Banco de España.
Relacionado con estos cambios, surgieron nuevas corrientes políticas:
- El Partido Progresista se dividió: de su ala izquierda surgieron los demócratas, mientras que los republicanos también comenzaron a articularse como fuerza política.
- Más a la izquierda de estos grupos, apareció el movimiento obrero, con sus primeras manifestaciones significativas en Cataluña.
- Mientras tanto, los carlistas se reorganizaban.
La Unión Liberal y la Vuelta al Moderantismo (1856-1868)
En 1856, se produjo una crisis en el gobierno por la división de los progresistas. Además, se produjo un golpe de Estado por parte de O'Donnell, que desplazó a Espartero. O'Donnell fundó la Unión Liberal, un partido que reunía a moderados y progresistas descontentos. Para restablecer el orden, una de las medidas que tomó fue la reinstauración de la Constitución de 1845 con un Acta Adicional que recogía algunos principios progresistas.
Pero esto duró poco, ya que en 1857, Narváez volvió al gobierno.
Retorno de la Unión Liberal (1858-1863)
En 1858, se produjo un retorno de la Unión Liberal al poder, en el llamado «gobierno largo» de O'Donnell (1858-1863). A partir de entonces, se llevó a cabo una activa política de prestigio exterior con intervenciones como:
- La Guerra de Marruecos (1858-1861), de donde surgió la figura del general Prim.
- La intervención en Indochina (1861), junto a Francia.
- La intervención en México (1861), inicialmente junto a Reino Unido y Francia, para imponer a Maximiliano de Habsburgo como emperador, aunque España se retiraría pronto.
Declive del Reinado y Crisis Final (1863-1868)
En 1864, regresó Narváez al poder. Esto produjo una intensificación de la represión política y agravó la situación que desembocó en la crisis de 1866. Esta fue una crisis con múltiples dimensiones:
- Crisis económica: Motivada por la falta de algodón provocada por la Guerra de Secesión Americana, la crisis de los ferrocarriles y la quiebra de entidades financieras.
- Crisis social: Se dio la última gran crisis de subsistencia del siglo XIX, generando malestar popular.
- Crisis política: El autoritarismo gubernamental y la creciente impopularidad de la Reina Isabel II erosionaron la confianza en el régimen.
En este contexto, en 1866, se produjo el Pacto de Ostende: progresistas y demócratas (a los que luego se sumarían los unionistas) acordaron la destitución de Isabel II, planteando la convocatoria de unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal que decidirían la forma de Estado (monarquía o república).
En 1868 murió Narváez, lo que supuso para la Reina la pérdida de uno de sus principales apoyos. Finalmente, en la Revolución de Septiembre de 1868 (conocida como «La Gloriosa»), el almirante Topete se pronunció en Cádiz, y este levantamiento depuso a Isabel II, obligándola a exiliarse.