Espacio y Realidad en La Fundación: La Metamorfosis Escénica de Buero Vallejo
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Espacio y Realidad en La Fundación de Buero Vallejo
La acción dramática de La Fundación transcurre en la celda de una cárcel, en un “país desconocido”, pero a lo largo de la obra hay varias transformaciones. Por tanto, existe unidad de lugar (la celda de una cárcel, de alto valor simbólico), aunque este varíe en su configuración paulatinamente.
Desde el inicio, Buero quiere que la acción transcurra en un lugar indeterminado, que puede ser cualquier lugar y en cualquier época, donde se haya sufrido en el pasado (o se sufra en el presente) persecución política, represión policial y cárcel por motivos ideológicos. Buero no concreta el lugar donde la obra se desarrolla, y ni siquiera a través de los personajes se llega a indicar aproximadamente el lugar en que sucede.
La Configuración del Espacio Escénico: Del Idilio a la Prisión
Desde otro punto de vista, hay que tener en cuenta cómo se configura el espacio escénico, partiendo de la idílica Fundación inicial, para llegar a la prisión en la que la obra se desarrolla. Es muy importante el ventanal a través del cual se divisa un paisaje agradable, relacionable con la pintura de Turner (paisajista romántico inglés). Del “locus amoenus” (lugar agradable o deleitoso), en que la obra se inicia, al espacio carcelario, se suceden espacios intermedios que van revelando el anuncio de la verdadera realidad.
La Revelación Gradual de la Realidad: Detalles Discordantes
Al principio, la impresión del espectador-lector es que se encuentra en una Fundación donde se realizan trabajos de investigación. El decorado es sencillo pero de buen gusto: frigorífico, cama moderna, estanterías con libros lujosos, figuras de porcelana, televisor, teléfono, sillones, etc. Sin embargo, hay algunos detalles “extraños” de los que, en principio, no nos percatamos fácilmente: los muros grises y desnudos, el suelo de cemento, el apiñamiento de objetos, el enorme ventanal tras el que se divisa un maravilloso paisaje e incluso la ropa que viste Berta con la misma inscripción en el pecho (C-72) que lleva Tomás. Estos elementos discordantes sirven para apoyar el proceso de transformación que se va a producir en el escenario conforme Tomás va recobrando la razón.
Transformaciones en el Cuadro II: El Desvanecimiento de la Ilusión
Gradualmente van a ir desapareciendo elementos al mismo tiempo que se observan cambios en Tomás, de tal manera que la escena se va llenando de misterio y expectación, y ello sirve para dotar de tensión dramática el desarrollo de la obra. Varios cambios importantes se producen en el cuadro II de la parte primera: el Hombre aparece ahora cadáver y Tomás empieza a comprender con inquietud: va a buscar un libro y desaparece la estantería, va a tomar una cerveza y desaparece el frigorífico, la lámpara no se enciende, desaparecen la cámara fotográfica, el televisor, la la flamante escoba... Sin embargo, se mantiene la cortina del baño (por el pudor) y el paisaje del ventanal.
La Cruda Realidad: El Espacio Carcelario al Descubierto
En la parte segunda se nos va a revelar enteramente la cruda realidad: los presos visten ya pantalones y camisas viejas y arrugadas; se habla abiertamente de rancho y de recuento; siguen desapareciendo objetos como el teléfono y la lámpara, y el paisaje se sustituye por un corredor lleno de celdas y con barandilla. Finalmente, desaparece la cortina del baño y aparece el retrete sin tapadera. Cuando Tomás lo percibe, Asel puede exclamar: “¡Ya estás curado!”