La Esencia de la Acción Heroica en la Antigua Grecia: Gloria y Legado

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La Esencia de la Acción Heroica en la Antigua Grecia

La obligación de cumplir acciones tan peligrosas, y la recompensa que los héroes suelen obtener, radica en que la propia acción es el premio del héroe. Es más, los héroes pueden ser recordados después de su muerte, pero la vida de ultratumba para los griegos de esa época ofrece pocos indicios de que el héroe sea consciente de tal recuerdo. En Homero no está presente la condición de que los héroes gocen de una vida espléndida además de la que disfrutan en la tierra.

Homero piensa que todos los hombres llegan al mismo fin. Posee una concepción un tanto evanescente del alma: cuando el cuerpo del muerto se quema, sobrevive un alma, un alma débil, opaca, sin fuerzas. Dice, por ejemplo, que cuando Héctor trata de abrazar el espectro de Patroclo, este se lamenta diciendo: "¡Dioses! Cierto que en el Hades el cuerpo y el alma permanecen, no obstante, el aliento vital ya no existe". También vemos, con respecto a la vida de ultratumba, que a los espíritus de los muertos se les compara con murciélagos que chillan en una cueva.

Aquiles resume así lo que piensa de la vida de ultratumba: "Preferiría pegado a la tierra servir por jornal a otro hombre sin hacienda, sin muchos miedos de vida, a reinar entre todos los espíritus de los que perecieron" (lo dice en la Ilíada). Los héroes, después de la muerte, se encuentran por tanto en el mismo estado que los que nada hicieron en la vida, o los que no fueron héroes.

Está claro que la recompensa de la acción heroica está en la propia acción. Se hace deseable la vida, precisamente porque es lo máximo que tenemos, a pesar de su brevedad. En ambos poemas hay un anhelo grande de vivir, de acción, de vida; en ninguno de los dos poemas cesa la acción, una acción de gran intensidad. La acción es el máximo lugar del espíritu al que el hombre llega o puede acceder; esas emociones son un premio en sí mismas.

En la Odisea, la acción se manifiesta en las aventuras continuadas que ponen a Odiseo y a sus compañeros en un peligro increíble, siendo así que los demás perecen en el camino y solo llega a Ítaca, a su destino, como diría Kavafis, Odiseo.

La Dualidad de la Experiencia Heroica

Por un lado, está el deleite de la batalla, pero no se ignoran las penas y amarguras que la guerra lleva consigo. La idea de que la mayor emoción del hombre se obtiene a costa de la más extrema miseria.

Aquiles, en un pasaje famoso de la Ilíada, dice a Príamo que en el umbral del Olimpo hay dos jarras: una contiene bienes y otra calamidades, y dice que Zeus escancia en la vida del hombre de una jarra y de otra, de modo que la vida del hombre siempre es una mezcla de dichas y desdichas.

La Importancia de las Relaciones Humanas

En este mundo heroico, en el que podemos englobar las dos obras, la amistad juega un papel importante. La amistad impone siempre unos deberes duros de fidelidad, que ningún héroe puede eludir; la identificación con los amigos es plena.

Amistad y Lealtad

También en el campo troyano se da esa amistad, al igual que en el campo de los griegos está la de Aquiles y Patroclo. Hay una gran amistad entre Sarpedón y Glauco; aunque en otros no haya una relación tan directa de pareja de amigos, con todos los guerreros del bando hay una gran lealtad. Este sentimiento tan puro de la amistad, que algunos ponen incluso por encima del amor, ejerce en los avatares de la vida heroica un influjo reconfortante.

Amor: Pasión y Conyugalidad

Sin embargo, el amor pasional lo vemos como una fuerza peligrosa, destructiva. Homero es también un fascinado por Helena, pero no la condena por lo que ha hecho, aunque la hace lamentarse de haber sido la causa de la guerra. Aunque a Helena a veces la vemos sentir poca simpatía por Paris, vemos a Héctor reprocharle a Paris su falta de valor, su indolencia, pereza, que no hace buen papel en la batalla, e incluso él mismo lo reconoce.

El amor pasional lo ve Homero como una fuerza peligrosa, pero por el contrario, el amor conyugal y el amor paterno-filial siempre está descrito por Homero con simpatía (el caso personal de Odiseo y Penélope, que aunque están separados, ambos están todo el rato queriendo estar juntos).

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