Esculturas Emblemáticas de Miguel Ángel: David, Moisés y Más

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Esculturas Clave de Miguel Ángel: Un Legado Inmortal

David

Tallada en un solo bloque de mármol, la escultura del David mide 4 metros y 10 centímetros. Es una obra de talla directa y con un fuerte significado político. Fue encargada por la República de Florencia como emblema de la ciudad, representando a David, el líder del pueblo judío (con la particularidad de que los Medici, gobernantes de Florencia, tenían orígenes judíos).

La escultura captura el momento de tensión previo a la acción. David se muestra con la mirada fija, la honda preparada y vigilando a Goliat, quien simboliza a los enemigos comerciales de Florencia, como Venecia o Alemania. El cuerpo de David está en tensión, listo para actuar. Los detalles, como los ojos excavados, el ceño fruncido, los músculos del cuello tensos y las venas resaltadas en la mano, revelan la intensidad interna y la preparación para la batalla. Aunque la pose general sugiere serenidad clásica, estos detalles transforman la obra en una creación puramente "miguelangelesca".

Aunque la escultura es multifocal y requiere ser vista desde diferentes ángulos para apreciar toda su expresividad, el punto de vista frontal es el más importante. Debido al grosor del bloque original, Miguel Ángel no pudo crear una figura completamente redonda, por lo que el David presenta una forma casi plana, con los miembros pegados al cuerpo.

Moisés

El Moisés fue concebido originalmente como parte del mausoleo del Papa Julio II, un proyecto monumental que ocupó a Miguel Ángel durante 40 años, aunque con interrupciones debido a otros encargos del Papa. De este ambicioso proyecto, Miguel Ángel solo completó el Moisés en 1513 y dos esclavos.

La escultura, ubicada en una hornacina, fue concebida por Miguel Ángel como si emergiera del bloque, sin ensamblajes, mediante la técnica de talla directa. La obra presenta múltiples puntos de vista, cada uno con expresiones diferentes que, en conjunto, transmiten el carácter del personaje: un líder iluminado mirando hacia el Sinaí, con la responsabilidad de guiar a su pueblo, pero también con la tragedia de no poder pisar la Tierra Prometida. Desde un ángulo oblicuo, se aprecia mayor vigor, con un brazo en tensión. De perfil, la pierna semiflexionada también denota tensión. La figura parece sentada, pero a punto de levantarse, en una pose inestable y tensa. El acabado es impecable, con mármol pulido que resalta tendones, venas y los pliegues del vestido y la barba, realizados con trépano. El Moisés inmortaliza un instante, el momento preciso antes de la acción.

Panteón de los Medici: Tumba de Juliano

Entre 1520 y 1524, Miguel Ángel trabajó en Florencia en el panteón de los Medici, ubicado en una sacristía de la Iglesia de San Lorenzo, diseñada por Brunelleschi. Miguel Ángel diseñó todo el interior, de estilo clásico y monumental, incluyendo los sepulcros de los hermanos Medici, Juliano y Lorenzo, uno frente al otro. La tumba de Juliano presenta dos figuras alegóricas que representan el Día y la Noche, mientras que la de Lorenzo muestra el Crepúsculo y la Aurora. Los retratos de cuerpo entero de los hermanos, ubicados en el centro, son prototipos idealizados: Juliano vestido como un romano y Lorenzo como un negociante y pensador, reflejando el carácter guerrero de uno y el humanista del otro.

El Genio de la Victoria

Esta obra podría considerarse una versión manierista del David. La figura se retuerce sobre sí misma en forma helicoidal, con un cuello largo, cabeza pequeña, pierna izquierda alargada y una contorsión violenta. Aquí se aprecia la técnica del "non finito" o inacabado de Miguel Ángel: la parte superior del cuerpo está pulida y terminada, mientras que la inferior permanece sin trabajar. Esta técnica busca expresar cómo la figura emerge gradualmente de la piedra.

La Piedad Rondanini

Esta obra pertenece a la última etapa de Miguel Ángel y muestra un estilo manierista pleno. Las figuras adoptan una pose poco clásica e incluso inusual: la Virgen parece montar a caballo sobre San José. La posición, el alargamiento de las figuras, los movimientos que sugieren cansancio y la técnica del inacabado (no se sabe con certeza si Miguel Ángel la dejó así intencionalmente o por falta de tiempo) hacen de esta escultura la más expresiva de su producción, un claro antecedente del expresionismo del siglo XX. Es considerada la escultura menos acabada de Miguel Ángel.

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