La Escultura entre el Renacimiento y el Barroco: Expresión y Monumentos Ecuestres
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La Virgen: expresión de susto, mucha más expresión, y el propio movimiento de la figura produce unos plegados más profundos, tipo de plegados barrocos, que crean un claroscuro y plegados angulosos. La fuerte expresión del rostro de susto por la llegada del ángel, las cejas arqueadas y la talla del ojo es lo que otorga mayor expresividad, asimetría y dinamismo también en el pelo.
El rostro del Ángel: belleza expresiva del ángel (patetismo de Scopas) donde la boca es el punto de atracción. Cabello rizado que crea claroscuro y que se mueve. No hay una diferencia clara en cada una de las partes, se pierde la idea del límite. El manto se va enroscando creando fuertes curvas.
Monumentos Ecuestres
Encargados por Ranuccio Farnese (nieto de Carlos V), quien lo llama a Piacenza para que le haga a él y a su padre retratos. (Alejandro Farnese, hijo de una hija ilegítima de Carlos V llamada Margarita, quien se casa con Octavio Farnese.)
Monumento Ecuestre de Ranuccio
Retratos, tradición del mundo romano, se encuentra en la Plaza de los Caballos. Se alza en un pedestal en cuyos laterales mayores hay referencias a hechos de la vida del personaje en cuestión. (este espíritu de auto-glorificación será muy habitual). Estos monumentos sirven como referente en el Barroco. La composición consiste en el caballo con gran movimiento levantando una de las patas llevando un ritmo alegre al trote, cabeza en sentido contrario: contraposición de movimientos.
Precedentes: estatua de Marco Aurelio, gran realismo con datos históricos; Condotiero Gattamelata, militar representado en Padua. Se concibe este monumento como funerario con una glorificación en la parte anterior, ya que en los monumentos funerarios del siglo XV en la parte baja está la figura del muerto y en la parte alta la ecuestre. (Jacopo della Quercia, siglo XV, Catedral de Florencia, representaciones funerarias del siglo XV.) (Monumento a Colleoni, Plaza de San Juan, Venecia. Deja dinero a la ciudad para que se le construyera, por Andrea Verrocchio, 1480. Es mucho más dinámica que el Gattamelata, el caballo apoya la pata en una bola para que el equilibrio no tenga problemas, figura rígida levanta la pata delantera y nos da una movilidad enérgica y natural, por lo que podemos decir que Verrocchio dio un salto en cuanto a movimiento y naturalismo).
Monumento Ecuestre de Cosme I
Fernando I de Medici encarga a Giambologna un monumento ecuestre, el de Cosme I, su padre, en Florencia. Primero que presenta un pedestal con relieves de historias para exaltar la personalidad del retratado; el jinete carece de vida, como correspondía a un gobernante, ya que no debía expresar nada en su rostro, retratado con el bastón de mando en la mano como símbolo de poder, así como la banda de jefe en su pecho.
En escultura, un tema a resolver siempre será el EQUILIBRIO (por ejemplo, podemos recordar el monumento ecuestre de Donatello, con la pezuña apoyada en una esfera); la VOLUMETRÍA también, característica que se va perdiendo en el Barroco a favor de la búsqueda del juego de luces y sombras.
Volviendo al equilibrio, podemos recordar la famosa curva praxitélica, con la que Praxíteles dotaba de un movimiento sinuante a sus figuras; sin embargo, todas se encuentran apoyadas en algo, necesitan un punto de apoyo para que el eje central se desplace. Y es que el equilibrio es una obsesión de todos los artistas. Poco a poco se irá llegando a un mayor naturalismo en las figuras.
Recuperando el caballo de Cosme de Medici, este busca la exaltación del personaje; es un retrato áurico, el del gobernante, el del rey, y nunca expresará sentimiento, tiene que tener una expresión nula, pues se busca la representación de su forma de ser: la energía, el poder de los Medici, el atributo del bastón de mando sobre la pierna (erguida y abierta).
Esta obra está realizada por Giambologna, que procedía del Norte en realidad, pero se instaló en Bolonia. En su taller trabajará gran cantidad de gente, de la que destacará Pietro Tacca, quien