La Escuela de los Comentaristas: Origen, Método y Legado del Mos Italicus
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La Escuela de los Comentaristas: Mos Italicus y su Legado (Siglos XIII-XV)
La Escuela de los Comentaristas, también conocida como Post-glosadores o Mos Italicus, floreció entre los siglos XIII y XV. Este método jurídico aún estaba vigente cuando se descubrió América, aunque se encontraba en sus últimas etapas.
Denominaciones y Características Principales
Esta escuela es conocida por al menos tres nombres:
- Escuela de Comentaristas: Se les denomina así porque estos juristas empleaban un estilo literario llamado commentaria para sus escritos jurídicos. Su objetivo era relacionar el derecho romano con casos prácticos, buscando soluciones concretas. La commentaria era, por tanto, una forma y un estilo de escribir sobre derecho, donde los comentaristas veían el derecho romano como un cuerpo legal vigente y aplicable a situaciones reales.
- Escuela Post-glosadores: Se les conoce así por haber surgido cronológicamente después de la Escuela de los Glosadores.
- Escuela del Mos Italicus (estilo o modo italiano): Recibió este nombre porque, aunque sus primeros autores fueron franceses y la escuela se originó en Francia (en la Universidad de Orleans), los comentaristas más prominentes y el mayor desarrollo y apogeo de esta corriente se alcanzaron en Italia, con juristas italianos.
- Escuela Bartolista: Esta denominación se debe al jurista italiano más destacado del siglo XIV, Bártolo de Sassoferrato (fallecido en 1357), cuya obra fue fundamental para la escuela.
Juristas Destacados y Origen del Método
Entre los comentaristas más influyentes se encuentran los franceses Jacques de Révigny (f. 1296) y Pierre de Belleperche (f. 1308). Ambos sentaron las bases del método del comentario en la Universidad de Orleans.
Fue en esta misma universidad donde estudió Cino da Pistoia, quien posteriormente llevó este método a Italia. Allí, el enfoque alcanzó su máxima expresión y reconocimiento gracias a la labor de Bártolo de Sassoferrato (f. 1357), considerado el más famoso y trascendente de los comentaristas.
Relación con la Escuela de los Glosadores y Enfoque Pragmático
Una característica fundamental de la Escuela de los Comentaristas es que no se percibe una contraposición o antinomia con la Escuela de los Glosadores. Lejos de ser escuelas contrapuestas, su relación se entiende como un proceso de transición y evolución en el estudio del derecho romano, avanzando de la glosa al comentario.
Los comentaristas supieron aprovechar el trabajo previo de los glosadores, pero le otorgaron un enfoque distinto. Su nueva visión consistía en considerar el derecho romano como un cuerpo legal vigente y directamente aplicable por los jueces de su época. Mientras que la glosa era un trabajo netamente doctrinario, los comentaristas adoptaron una perspectiva mucho más pragmática.
Aplicación Práctica del Derecho Romano
La principal preocupación de los comentaristas fue la aplicación del derecho romano a casos prácticos a través de los tribunales de justicia. Este enfoque marcó una clara evolución de la Glosa al Comentario, transformando la manera de estudiar el derecho romano.
Mientras los glosadores se caracterizaron por un enfoque puramente doctrinario, los comentaristas vieron el derecho romano (especialmente el derecho de Justiniano) como un cuerpo legal aplicable en los tribunales de justicia de la Baja Edad Media. De este derecho se podían extraer soluciones para casos actuales.
Al considerar el derecho romano como vigente, lo pusieron en competencia con otros sistemas legales de la época en Italia. Si el derecho romano podía ser aplicado en un tribunal, esto ofrecía a los juristas y tribunales varias alternativas para resolver un caso práctico. Existía el derecho común (ius commune), el derecho romano-canónico, y además, en las ciudades italianas, un derecho estatutario propio.
La Visión de Bártolo de Sassoferrato
La postura pragmática de la escuela se resume en la célebre frase de Bártolo de Sassoferrato, quien afirmó que «los textos romanos no son ídolos a los que se deba adorar». Con esto, Bártolo enfatizaba que el derecho de Justiniano no debía ser venerado como una deidad, sino como un instrumento útil para que el jurista resolviera casos prácticos y reales.
Esta afirmación era una crítica directa a los glosadores, quienes tendían a considerar a los autores de los textos romanos con una reverencia casi divina, limitándose a su exégesis literal.