Escolarización y Discapacidad: Etapas Clave y Apoyo Familiar

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La Escolarización como Hito en el Reconocimiento de la Discapacidad

En las primeras edades, la escolarización suele suponer un paso importante en el reconocimiento de la condición de discapacidad del niño. Inevitablemente, los padres empiezan a comparar a su hijo con sus compañeros, tomando una mayor conciencia de su nivel de desarrollo.

Educación Infantil: Superando Miedos y Fomentando la Autonomía

En esta etapa de educación infantil, muchas familias tienen que vencer el miedo que les produce dejar a su hijo al cuidado de otros; el niño suele pasar de un medio protector a un contexto social más amplio donde se prima el desarrollo de la autonomía. La accesibilidad y transparencia de los centros es la mejor medida que se puede tomar para favorecer que las familias superen sus recelos y comprueben el bienestar de su hijo. Los centros infantiles no sólo proporcionan una «jornada» de estimulación a los pequeños con necesidades educativas especiales, sino que también prestan a las familias una ayuda inestimable en edades en que los niños precisan mucha dedicación.

Pubertad y Adolescencia: La Educación Secundaria y los Retos del Futuro

En la pubertad y adolescencia, coincidiendo con la etapa de educación secundaria, muchas familias empiezan a plantearse de forma más sistemática el futuro a medio y largo plazo. La integración social con los iguales empieza en muchas ocasiones a resultar más complicada. El desarrollo de la sexualidad aparece como un nuevo reto que obliga a los padres a reflexionar y a adoptar una línea de actuación al respecto. El enfoque educativo en los últimos años de escolarización debe tener muy en cuenta las posibilidades laborales, por lo que las familias tienen mucho que decir en cuanto al itinerario formativo de su hijo.

La Edad Adulta: Dependencia y el Papel del Movimiento Asociativo

En estas edades hay un cierto desentendimiento social respecto al joven adulto con discapacidad, y su atención se contempla en muchos casos como un problema privado de su familia. En este sentido, el crecimiento del hijo paradójicamente puede aumentar su presencia en el hogar y su dependencia de la familia, pasando a primer plano la preocupación por su cuidado cuando los padres mueran o no estén en condiciones de atenderle. El movimiento asociativo es uno de los principales apoyos en esta etapa, ya que está generando muchos de los recursos para la respuesta a las necesidades del adulto con discapacidad.

Decisiones sobre la Escolarización: Un Proceso Compartido

En cuanto a las decisiones sobre la escolarización, las respuestas escolares a las necesidades educativas especiales suponen un cambio en sus ideas previas: las opciones que se les ofrecen no se corresponden a lo que han vivido en su propia historia escolar, y les cuesta imaginar cómo es la vida en un centro de educación especial o cómo se adapta el currículo en un centro ordinario. Por otra parte, para muchos padres los momentos de transición entre etapas o centros suponen nuevas secuencias de duelo e incertidumbre. Para el profesional, la orientación hacia una u otra modalidad es un acto profesional importante, que se intenta tomar teniendo en cuenta las necesidades especiales del alumno y los recursos educativos disponibles. Para las familias es mucho más: es un indicador del nivel de gravedad de la discapacidad del niño y una opción que puede marcar el futuro de su hijo.

Claves para una Toma de Decisiones Colaborativa

Un planteamiento de colaboración a lo largo de todo el proceso puede contribuir a una toma de decisiones más compartida y fundamentada. Algunas estrategias clave incluyen:

  • Evaluación psicopedagógica que incluya la perspectiva de la familia.
  • Información actualizada sobre las características de los distintos centros.
  • Contacto con otras familias para conocer sus experiencias.

Familia y Escuela: Una Alianza por el Bienestar del Niño

Familia y escuela educan al niño compartiendo el interés común de hacerlo bien y de ayudarle al máximo, pero para unos se trata de un hijo y para otros de un alumno. Esto supone que sus perspectivas, sus expectativas y sus intereses son diferentes. Una verdadera colaboración en plano de igualdad pasa por el respeto mutuo, y supone alcanzar un cierto nivel de confianza.

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