Episodios Clave de la Guerra de Troya: Héroes y Estrategias Legendarias
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El Rescate de Héctor
Príamo, el padre de Héctor, fue a reclamar el cuerpo de su hijo a cambio de su tesoro. Aquiles aceptó el cambio. Los troyanos pidieron once días de tregua para enterrar a Héctor. Lo enterraron al décimo día y luego hicieron un banquete funerario en su honor.
La Suerte de Troya
Los troyanos guardaban en el templo de Atenea una especie de piedra a la que llamaban la Suerte de Troya. Ulises se hizo pasar por un mendigo y se coló en el campamento griego, pero al no reconocerlo, lo echaron. Se fue a Troya a ver a Helena. Ella le dio comida y ropa nueva, pero él siguió con los harapos de mendigo. Se fue al templo de Atenea, donde por la noche duermen muchos mendigos. Dejó una cápsula con una droga del sueño abierta; esta empezó a brillar y una sacerdotisa del templo la vio y la probó. Cayó dormida. Ulises cogió la Suerte y puso una réplica que él mismo había hecho. A la mañana siguiente salió de Troya y se fue hacia el campamento griego ya vestido con buena ropa. Lo recibieron con una gran cena. Él les enseñó la Suerte y les dio ánimo para las siguientes batallas.
Las Mujeres Guerreras
Paris condujo a las Amazonas (hijas del dios de la guerra) hacia Troya. En la batalla, Pentesilea, la jefa, ocupó el puesto de Héctor. Después de la batalla, todas sus doncellas estaban muertas y, al final, Aquiles mató también a Pentesilea. Cuando supieron quién era, sintieron pena por haberla matado. Llevó su cuerpo, junto con el de sus doncellas, al rey Príamo para que fueran enterradas dignamente.
La Muerte de Aquiles
En una batalla, llegó el rey Memnón con su tropa. Pelearon mucho rato y Aquiles lo mató. Después de haberlo matado, Paris disparó una flecha que Apolo hizo que le cayera a Aquiles en el talón. Tetis, al bañarlo de pequeño en el río, lo había agarrado por allí y esa parte no se había mojado. Ese era su punto débil: su talón. Al final, lo mató delante de las murallas de Troya, tal y como había dicho Héctor antes de morir. Quemaron su cuerpo y sus cenizas las pusieron con las de Patroclo. Se realizaron los juegos fúnebres. La última prueba era para conseguir la armadura de Aquiles, la que le había regalado Hefesto. Se enfrentaron Áyax y Ulises. Ganó Ulises. Por la noche, Dionisio (el dios del vino) hizo que Áyax quisiera matar a Ulises. Cuando iba camino de sus aposentos para matarle, confundió a unas cabras con Ulises y las descuartizó. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se suicidó.
La Flecha Envenenada
Ulises y Diómedes fueron a buscar a Filoctetes, un griego al que habían dejado abandonado en una isla por una picadura de serpiente venenosa. Se lo llevaron al campamento. En la batalla, una flecha envenenada le rozó a Paris. Este, moribundo, pidió que lo llevaran a ver a Enone y le pidió perdón por haberla abandonado por Helena. También le pidió ayuda con la herida, pero ella se negó a dársela. Al rato, recapacitó y salió a ayudarlo, pero él ya había muerto. Se fue donde lo estaban incinerando y se quemó con él. Las ninfas, amigas de Enone, plantaron dos rosas: una por ella y otra por Paris. Las rosas crecieron entrelazadas.
El Caballo de Madera
Calcante tuvo la idea de hacerles un regalo a los troyanos, quemar el campamento griego e irse con la flota a una isla próxima. Los troyanos vieron que el regalo era un gran caballo de madera, pero no sabían que ocultos en su interior se encontraban numerosos soldados griegos. Laocoonte dijo que no lo metieran en la ciudad. Pero apareció Sinón, un griego, y les dijo que ya se habían ido todos los griegos y que el regalo era para Atenea. Al rato, aparecieron dos serpientes marinas y estrangularon a Laocoonte y a sus hijos. Metieron el caballo en la ciudad y festejaron el regalo hasta bien entrada la noche.