El Entierro del Conde de Orgaz: Obra Cumbre de El Greco

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Plástica y Educación Artística

Escrito el en español con un tamaño de 5,63 KB

El entierro del conde de Orgaz (1586-1588)

Contexto y Leyenda

Sin lugar a dudas, estamos ante la que podemos considerar su obra maestra. El contrato para realizar la obra específica con claridad lo que debía representarse en ella. Según la leyenda, cuando el cuerpo del conde (que en realidad no era conde sino señor de Orgaz, Gonzalo Ruiz de Toledo) iba a ser enterrado, se produjo un milagro: San Esteban y San Agustín bajaron del cielo para depositarlo en la sepultura. El Greco, sin embargo, transforma una leyenda medieval en la reconstrucción realista de un funeral de su época.

Todos los requisitos de la misa de difuntos aparecen en el cuadro: seis cirios funerarios, la cruz procesional sostenida por el sacristán, el subdiácono que está de espaldas y el celebrante con la pluvial negra del réquiem. También están presentes miembros de las tres órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y agustinos) que asistían a los funerales de los nobles en el siglo XVI. El Greco nos ofrece una galería de retratos de personajes de su época, entre ellos el suyo propio y el de su hijo.

Descripción de la Obra

El lienzo aparece claramente dividido en dos zonas: una terrenal y otra celestial.

Zona Terrenal

En la parte inferior se representa la escena del milagroso entierro. En el centro, San Esteban (en cuya dalmática vemos bordada la escena de su propio martirio) y San Agustín, con barba blanca, sostienen el cuerpo del caballero revestido con una armadura parcialmente dorada. Un nutrido grupo de personajes de la época, dispuestos de acuerdo con una marcada isocefalia, asisten al entierro. Aunque el milagro se fechaba en el siglo XIV, El Greco retrata a personajes toledanos de su tiempo. En primer término y dirigiéndose al espectador, Jorge Manuel, hijo del pintor, nos señala con su mano izquierda el asombroso acontecimiento que sucede ante nuestros ojos. También mirando al espectador encontramos un posible autorretrato del pintor. La indumentaria de estos personajes pertenece al siglo XVI.

Zona Celestial

Enlazando ambas esferas se encuentra la figura de un ángel que toma el alma del conde (representada como un niño desnudo o *animula*) y la transporta hacia la parte superior, el ámbito celestial, recreado por unas nubes que constituyen el soporte de los personajes celestiales. El alma será recibida por Cristo, que centra la composición superior, al que acompañan la Virgen y San Juan Bautista en intercesión. En la parte izquierda se encuentran David, Moisés, Noé (identificados por sus atributos) y, más arriba, San Pedro con las llaves. En la parte derecha aparecen otros santos, como intercesores por el alma del difunto. También se incluye en este grupo celestial el retrato idealizado del rey Felipe II, aún vivo en el momento de pintar el cuadro.

Composición y Estilo

Mientras la distribución de las figuras en la parte inferior sigue una disposición más clásica y ordenada, en la parte superior existen acusadas diferencias de escala entre los diversos planos, así como una angustiosa acumulación de figuras, rasgos muy manieristas. Existe también un claro contraste cromático entre ambos planos, dentro de una entonación general en la que predomina el negro. Es preciso destacar el blanco luminoso de las golillas y los puños de encaje, que enmarcan de forma precisa las expresiones de los rostros y las elegantes manos, las cuales invitan al espectador a centrarse en el tema central del cuadro. Son espléndidos los amarillos dorados de las vestiduras litúrgicas de los santos, así como el intenso rojo de la túnica de la Virgen.

También contrasta el tratamiento de las figuras: el realismo es mucho mayor en el plano terrenal, mientras que en la esfera de lo celestial hay una cierta desmaterialización y alargamiento de las figuras. En cuanto al movimiento, si en la escena terrenal predomina el estatismo y la solemnidad, en la zona alta se aprecia mucho más movimiento y dinamismo, conseguido fundamentalmente a través de las agitadas nubes y de las contorsiones de las figuras que sirven para acentuar dicho efecto.

Significado e Intención

La obra tiene una clara intención ejemplificadora. Gonzalo Ruiz de Toledo, ciudadano ilustre de noble linaje, señor de Orgaz, destacó por su piedad y participó en el enriquecimiento de la ciudad mediante donaciones caritativas a instituciones religiosas, entre ellas los agustinos (parroquia de Santo Tomé, donde se encuentra el cuadro). Por este hecho, Dios le recompensó con el milagro póstumo. Los nobles toledanos contemporáneos de El Greco, algunos de los cuales vuelven su rostro hacia la visión del Paraíso, aprenden la lección que les brinda el caballero: los beneficios celestiales de la veneración a los santos y la eficacia de las buenas obras para la salvación, uno de los puntos fundamentales de la doctrina contrarreformista defendida por la Iglesia Católica frente a la Reforma protestante.

Entradas relacionadas: