El Ensayo Español: Evolución Histórica y Características

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El Ensayo hasta 1939

Generación del 98

Los autores de la Generación del 98 se centraron en dos temas esenciales: el problema de España y el sentido de la vida. El gran ensayista de esta generación fue Miguel de Unamuno, quien plasmó en sus textos sus inquietudes sobre el devenir de España y sus crisis personales de tipo religioso. Algunas de sus obras son: En torno al casticismo, Vida de Don Quijote y Sancho, La agonía del cristianismo y Del sentimiento trágico de la vida. Azorín reflejó en sus ensayos literarios su preocupación por el paso del tiempo, el paisaje y los clásicos. Algunas de sus obras son: Los pueblos, La ruta de Don Quijote, Castilla, Clásicos y modernos o Al margen de los clásicos. Sus novelas de principios de siglo (La Voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo) se encuentran a medio camino entre la narración y la reflexión. Pío Baroja y Antonio Machado también publicaron ensayos. Del primero destacan sus memorias (Juventud, egolatría y Desde la última vuelta del camino) y del segundo, su original biografía apócrifa Juan de Mairena, donde expone sus ideas estéticas, religiosas y filosóficas.

Novecentismo (o "Generación del 1914")

Con los autores novecentistas, el ensayo alcanza la madurez intelectual. Dado que los integrantes de este grupo consideraban que el intelectual debía adoptar una postura comprometida con la sociedad, el ensayo se convirtió en uno de los canales óptimos para la transmisión ideológica. Se trata de un grupo elitista, vinculado a la alta burguesía, una "minoría selecta" cuyos miembros desplegaron una notable actividad pública: en el periodismo, en la política, en la docencia, en editoriales y revistas. Esencialmente, lo que define a los autores novecentistas es, en primer lugar, el gusto por un arte racional, riguroso y analítico. Despreciaban todo lo que recordara a los excesos románticos, incluidas las nostalgias noventayochistas o la exuberancia fantasiosa modernista. Defendían el arte puro, deshumanizado, desprovisto de sentimentalismo, autónomo, válido por sí mismo. Un arte que sería además minoritario, dirigido a una élite que lo comprende y disfruta, lejos del arte para el gran público que fueron el romántico y el realista. Todo ello dentro de una defensa inequívoca de la europeización de España. Poseían, por último, un estilo cuidado, elegante, que buscaba la "obra bien hecha", con un lenguaje pulcro y riguroso, sin dejar por ello de ser brillante.

Las personalidades más destacadas de este grupo fueron José Ortega y Gasset, Manuel Azaña, Gregorio Marañón, Eugeni d’Ors, Ramón Pérez de Ayala, Américo Castro, Salvador de Madariaga y Claudio Sánchez Albornoz. También cabe citar al poeta Juan Ramón Jiménez, aunque su obra desborda los cauces del movimiento.

Estos serían los puntos esenciales del Novecentismo:

  • Sólida formación intelectual y sistematización de sus propuestas.
  • Europeización. Los novecentistas se sintieron atraídos por la cultura europea y analizaron los problemas de España desde esa nueva perspectiva. Su propuesta consistió en modernizar intelectualmente el país.
  • Intelectualismo. El rechazo del sentimentalismo y de la exaltación personal les condujo al análisis racional del arte, incluso en poesía.
  • Arte puro. El arte debía perseguir como finalidad única el placer estético.
  • Preocupación por la forma. La estética novecentista tuvo como principal objetivo la obra bien hecha.
  • Clasicismo. Los modelos clásicos, griegos y latinos, se impusieron de nuevo y la serenidad se convirtió en un factor estético dominante.
  • Incorporación a la vida activa y oficial para aprovechar los resortes del poder en la transformación del país.

José Ortega y Gasset

José Ortega y Gasset (1883-1955) fue la figura más influyente de la cultura y del pensamiento español de las primeras décadas del siglo XX. Desde su cátedra, desde sus libros, desde sus artículos periodísticos, ejerció el papel de guía intelectual. Proveniente de una familia acomodada de la alta burguesía madrileña, estudió en el colegio de los jesuitas de Miraflores y en la Universidad de Madrid, donde se doctoró. Amplió estudios en Leipzig, Berlín y Marburgo. De regreso en Madrid, sucedió a Nicolás Salmerón en la cátedra de metafísica (1911-1936) y contó con un buen número de discípulos, atraídos por su estilo y por su amplitud de miras culturales y humanistas. En 1923 fundó la "Revista de Occidente", cuya editorial homónima fue cauce de entrada en España de ideas filosóficas europeas, en especial alemanas. Con Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala firmó el "Manifiesto de los intelectuales" (1931), que apadrinó la Segunda República Española, de cuyas posteriores desviaciones sería, como diputado a Cortes, crítico decidido. Al empezar la Guerra Civil, se exilió. La preocupación por España constituyó uno de los objetivos del pensamiento de Ortega. Consideraba que el problema de España residía en la falta de existencia de minorías selectas y en la rebeldía anárquica de las masas. Se mostró partidario de la integración de España en Europa. Entre sus escritos filosóficos destacamos Meditaciones del Quijote (1914), obra en la que define el ensayo como "la ciencia, menos la prueba explícita". Su intención era mover a la reflexión acerca de temas importantes o cotidianos, pero referidos todos a las circunstancias de España. Otra obra importante es El espectador (1916-1934), conjunto de artículos publicados en 8 volúmenes, que tratan diversos temas, en general vinculados al presente y a las experiencias personales del autor. Ortega plasmó su preocupación por temas estéticos en numerosos artículos, aunque la obra más importante en este sentido fue La deshumanización del arte (1925), en la que advierte de la existencia de un nuevo estilo artístico que se ha vuelto impopular, ya que no va dirigido a las "masas" sino a una minoría selecta y cuya vocación es hacer arte por el arte. Por último, sobre las ideas sociopolíticas destacan sus libros España invertebrada (1922) y La rebelión de las masas (1930), su libro más difundido y controvertido, que trata del análisis histórico de la relación entre masas y minorías.

El Ensayo después de 1939

I. El ensayo filosófico

José Ortega y Gasset salió de España al estallar la Guerra Civil y, a su regreso en 1945, fundó en Madrid el Instituto de Humanidades, en colaboración con Julián Marías. El espíritu de Ortega siguió vivo durante mucho tiempo y creó una escuela de pensadores que dejó una profunda huella. El talante de esta nueva generación de intelectuales fue muy diverso, desde las reflexiones puramente filosóficas de Xavier Zubiri a los estudios con inclinaciones literarias, sociológicas, políticas y psicológicas de María Zambrano, Pedro Laín Entralgo, José Luis López Aranguren y Julián Marías.

A) Xavier Zubiri: Naturaleza, Historia y Dios, Sobre la esencia, la trilogía La inteligencia humana, En torno al problema de Dios.

B) María Zambrano (1904-1991):

María Zambrano nació en Vélez, Málaga, en 1904, hija de Blas José Zambrano, pensador y pedagogo liberal tanto social como político, y Araceli Alarcón Delgado, también pedagoga. Con solo cinco años se trasladó con sus padres a Segovia, donde estudió el bachillerato en el Instituto Nacional de Segovia. Cursó la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, donde entró en contacto con grandes maestros: Ortega y Gasset, Javier Zubiri, Manuel García Morente, Julián Barbudo, Maravall… A través de la Federación Universitaria Española llegó a mediar dentro del ámbito político con personalidades como Camilo José Cela, Miguel Hernández, Arturo Serrano Plaja, entre otros. También participó en la Revista de Occidente y, desde 1931, empezó a impartir clases en la universidad. Sin embargo, a medida que evolucionaba la Guerra Civil y debido a su militancia a favor de la causa republicana, tuvo que exiliarse y no regresó a España hasta 1984. Obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades (1981) y el Premio Cervantes (1984). Los temas centrales de su pensamiento son las relaciones entre la filosofía y la poesía –Pensamiento y poesía en la vida española (1939), Filosofía y poesía (1939)–, el sueño como proyecto de creación –El sueño creador (1965), Los sueños y el tiempo (1992)– y la preocupación por España –Los intelectuales en el drama de España. Ensayos y notas (1936-1939) (1977)–. También es autora de Delirio y Destino (1953), El hombre y lo divino (1955).

C) Pedro Laín Entralgo (1908-2001): Descargo de conciencia, Medicina e historia, El diagnóstico médico, Una y diversa España.

D) José Luis López Aranguren: La filosofía de Eugenio d’Ors, Crítica y Meditación, La crisis del catolicismo, El marxismo como moral.

E) Julián Marías: Las trayectorias, Los españoles, Consideración de Cataluña, circunstancias y vocación.

II. El ensayo político

Tras la Guerra Civil española llegó la dictadura del general Francisco Franco. Fueron años muy duros para la libertad de expresión y opinión, y los intelectuales tenían tres opciones: tomar partido por la ideología nacionalsindicalista que el poder apoyaba, mantenerse en una oposición clandestina o marchar al exilio.

Durante los primeros años solo se permitieron publicaciones que exaltaban directamente el régimen político surgido de la Guerra Civil. Pero a partir de los años sesenta la situación empezó a cambiar y aparecieron escritos en los que se atacaba abiertamente el autoritarismo del general Franco y se daba cabida a nuevas ideologías, entre ellas la marxista.

Los ensayos y artículos que se escribieron durante esta época pueden dividirse en dos grupos: los ensayos afectos al régimen y los ensayos de oposición al régimen.

  • Los ensayos que surgieron de la pluma de los pensadores partidarios del franquismo destacaban las virtudes del régimen y de su caudillo y legitimaban el nuevo poder por razones coyunturales e históricas. Luis Carrero Blanco (1903-1973), Joaquín Ruiz-Giménez (1913), José María de Areilza (1909-1998), Rafael Calvo Serer (1916-1988) y Gonzalo Fernández de la Mora (1924-2002) formaron parte de este grupo.
  • Los ensayos de quienes se oponían al régimen se inspiraron a menudo en las doctrinas de Karl Marx. Dos revistas desempeñaron un papel fundamental en la divulgación de esta doctrina en España: Realidad (1963) y Cuadernos de Ruedo Ibérico (1965), publicadas en Roma y París, respectivamente. Pero el grupo de opositores abarcó muchas y variadas tendencias. Además del marxismo de Adolfo Vázquez (1915) y Gustavo Bueno (1925), encontramos el socialismo moderado de Enrique Tierno Galván (1918-1986), el catolicismo de izquierdas de Ignacio Fernández de Castro (1919) o el anarquismo nihilista de Agustín García Calvo (1926).

Enrique Tierno Galván: La realidad como resultado, Escritos, Costa y el regeneracionismo, Tradición y modernismo.

III. El ensayo histórico

La huella dejada por Ramón Menéndez Pidal, así como la labor de Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro, autores novecentistas, dieron un nuevo impulso a los estudios históricos. Muchos de estos estudios estuvieron relacionados con temas políticos, de manera que la interpretación que ofrecían de la historia estaba condicionada por la ideología de su autor. Junto a los estudios a favor del nuevo régimen, aparecieron otros escritos por intelectuales que carecían de compromiso político o que defendían posturas liberales.

Entre los principales estudios históricos publicados en esta época sobresalen dos magnas obras: Compendio de Historia de España, de Ciriaco Pérez-Bustamante (1896-1975) y la Historia de España (1952-1959), en ocho volúmenes, de Ferrán Soldevila (1894-1971).

IV. El ensayo periodístico

La crítica y el ensayo en periódicos y revistas se encontraron con los mismos problemas que las demás manifestaciones culturales. La época de exaltación patriótica, tras la inmediata posguerra, dio paso al interés por la literatura y los problemas sociales. E incluso, más tarde, se animó a los jóvenes escritores a que experimentaran con las nuevas vanguardias de los años setenta. Esta evolución fue la misma en todos los periódicos, revistas y semanarios, que abandonaron poco a poco los temas estrictamente políticos para interesarse por las nuevas corrientes literarias.

Entre los críticos y ensayistas de posguerra que publicaron habitualmente en periódicos y revistas encontramos autores de la talla de Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999), José Luis Cano (1912), Alonso Zamora Vicente (1916), Fernando Lázaro Carreter (1923-2004) o Rafael Sánchez Ferlosio (1927).

El ensayo desde 1975

El ensayo a partir de la década de los 70 presenta una mayor actitud crítica, voluntad de comunicación y libertad expresiva. En esta década se vivieron grandes acontecimientos culturales que impulsaron el género ensayístico: el desarrollo de las ciencias humanas, la recepción del pensamiento europeo y estadounidense, la fundación de revistas como Triunfo y Cuadernos para el Diálogo y la aparición de nuevas editoriales. Los temas fueron variados, pero destacaron los ensayos de carácter político y doctrinal, entre los que se divulgaron las teorías políticas (progresismo cristiano o marxismo) y se analizó la historia intelectual de España, el pasado liberal, el exilio, etc. Además, en estos años se cultivó el ensayo relacionado con filósofos orientales, budismo, zen, los medios de comunicación de masas, el cine, etc.

A partir de los 80, como consecuencia de la estabilidad política y la transición a la democracia, se redujo la importancia de este tipo de ensayos y el interés de los lectores por el género (ya que en gran parte eran sobre el franquismo). En los ensayos modernos predominaba la libertad formal y el uso de un estilo accesible, rico en recursos expresivos. Además, prevalecían reflexiones éticas y estéticas, mientras que hoy en día prima el análisis de los cambios de la sociedad, como el nacionalismo, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.

Las características del ensayo moderno son: libertad formal, tono irónico y escéptico y defensa de los valores sociales. Con el surgimiento del ensayo periodístico, el periódico se convierte en el nuevo vehículo de difusión (columnas de opinión). Al realizar ensayos en prensa se propicia la "contaminación" fecunda entre periodismo, ensayo y literatura.

Desde los ochenta, se observa una progresiva aproximación del ensayo a la literatura y al periodismo. La prensa es en la actualidad un canal fundamental para la difusión del ensayo, por eso se ha producido el resurgimiento del ensayo periodístico presentado bajo la forma de artículo de opinión y de columna periodística. Se trata de textos de opinión breves, escritos por periodistas o escritores de renombre. Tratan temas muy heterogéneos y, a menudo, más actuales y menos trascendentes que los que habían caracterizado al ensayo en otras épocas.

Además, el uso de internet y, sobre todo, la escritura en los blogs da un nuevo impulso a un ensayo de nuevo tipo, breve, fugaz, cercano a la columna, pero más dinámico y disperso por la amplitud de temas.

Se distinguen tres generaciones de ensayistas:

  • La primera está formada por autores que iniciaron su actividad durante el franquismo, como Agustín García Calvo.
  • La segunda está formada por autores que iniciaron su actividad en años cercanos al cambio de régimen político y la transición, como Vicente Verdú y Fernando Savater.
  • La tercera está formada por autores que provienen de otras ocupaciones de carácter intelectual, como José Antonio Marina.

Entre los autores destacan Fernando Savater, Eugenio Trías y Manuel Sacristán, entre otros muchos.

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