Eneas y la Eneida: El Destino de Roma y el Conflicto Púnico

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La Odisea de Eneas: De Troya a Cartago

El hijo de la diosa Venus, Eneas, es presentado como un héroe troyano que, tras la destrucción de Troya incendiada por el ejército aqueo, huye con el objetivo de alcanzar las costas del Lacio y fundar una nueva Troya.

Eneas huye de la destrucción de Troya con su anciano padre y su pequeño hijo. La odisea de Eneas dura siete años, hasta que es acogido en el emergente reino de Cartago, gobernado por Dido o Elisa de Tiro, la primera reina de Cartago.

Los dioses —Venus y Cupido— intervienen y Dido se enamora perdidamente de Eneas. Después volverá a mediar otro dios, Júpiter, para arrebatárselo.

El Conflicto entre Roma y Cartago

Según la Eneida, la huida de Eneas de Dido se produce por voluntad de los dioses. Pero Dido, tras la partida de Eneas y mortalmente herida de amor, se quita la vida, maldiciendo antes a toda la estirpe venidera de Eneas y clamando por el surgimiento de un héroe vengador.

Este es el fundamento de la obra “La Eneida” del poeta romano Virgilio, que creó un magnífico melodrama cuyo argumento justificaría en el futuro la eterna enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, lo que devendría en las Guerras Púnicas.

Lo cierto es que Eneas y los troyanos consiguieron llegar a las costas del Lacio. Esto desencadenó una guerra con las tribus locales. Finalmente se fundó el asentamiento de Alba Longa, erigido probablemente por Ascanio, hijo de Eneas, quien, por su parte, habría fundado Lavinio, dándole ese nombre en honor a su esposa Lavinia, hija del rey Latino.

Con el tiempo, los romanos sintieron a Eneas como propio y trescientos años después, según el mito romano, uno de sus descendientes, Rómulo, fundó Roma en el 753 a.C.

Conclusión y Legado de la Eneida

La Eneida imita el estilo de las epopeyas mitológicas griegas. Ejemplo de este rescate de la tradición griega es el personaje femenino de Andrómaca, de la Ilíada, que Virgilio integra en su epopeya.

Virgilio (70-19 a.C.) escribió “La Eneida” a petición del emperador Octavio Augusto para ensalzar el programa político de este, pero aun así, dicho autor se mostró entusiasmado con el encargo. Tras cien años de guerras civiles, el poeta, al igual que muchos romanos, pensaba en el reinado de Augusto como un período de paz y prosperidad para el futuro de Roma.

Además de esto, Augusto era descendiente del linaje Julio (gens Iulia) considerado descendiente de Iulo, el hijo de Eneas.

El poeta está convencido de que un nuevo destino en manos de Augusto como emperador marca el camino de esplendor por el que debe ir Roma.

La Eneida de Virgilio no es más que una forma de ensalzar la creencia en ese destino de la fundación de la nueva Roma.

Según la tradición oral, Virgilio habría intentado desvincularse en sus últimos momentos de vida de la “Eneida” para hacerla pasto de las llamas. Desconocemos los motivos, si es que los tuvo, aunque, como era de esperar, Augusto se lo habría impedido.

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