El Empirismo Radical de Hume: Causalidad, Sustancia y Escepticismo

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Hume, la Causalidad y los Límites de la Ciencia

David Hume, uno de los principales exponentes del empirismo, planteó una profunda crítica al principio de causalidad, que tiene implicaciones directas en la confianza que depositamos en la ciencia y en las predicciones sobre el futuro. Según Hume, la idea de causa y efecto no es un conocimiento racionalmente necesario, sino una simple costumbre basada en la experiencia. Esto significa que, aunque en el pasado hayamos observado ciertas regularidades en la naturaleza, no hay una garantía lógica de que estas regularidades se mantengan en el futuro. Este argumento plantea un problema fundamental para la ciencia, que se basa en la inferencia inductiva para formular leyes y hacer predicciones.

La ciencia construye teorías a partir de la observación de patrones en la naturaleza. Por ejemplo, la medicina predice el comportamiento de enfermedades y los efectos de los tratamientos basándose en estudios previos. Sin embargo, según Hume, podríamos preguntarnos: ¿realmente podemos estar seguros de que un medicamento que ha funcionado en el pasado seguirá funcionando en el futuro? Aunque la ciencia se apoya en la estadística y la repetición de experimentos para aumentar la fiabilidad de sus conclusiones, nunca puede alcanzar una certeza absoluta.

En conclusión, la crítica de Hume nos obliga a reconocer los límites del conocimiento y aceptar que la ciencia, aunque poderosa, nunca podrá ofrecer verdades absolutas. Sin embargo, esto no significa que debamos rechazarla, sino que debemos comprender su naturaleza provisional y confiar en ella de manera racional. La ciencia sigue siendo la mejor herramienta para comprender el mundo y tomar decisiones informadas, aun cuando su fundamento se base en la costumbre y la probabilidad más que en una certeza absoluta.

Hume frente a Aristóteles sobre la Causalidad

La relación entre Hume y Aristóteles en torno a la crítica a la idea de causalidad parte de una diferencia fundamental en su concepción del conocimiento. Aristóteles considera la causalidad como un principio esencial para explicar la realidad, desarrollando su teoría de las cuatro causas (material, formal, eficiente y final). Para él, el conocimiento verdadero se basa en la identificación de estas causas, pues solo comprendiendo por qué ocurren las cosas podemos alcanzar la sabiduría. Su perspectiva es realista: asume que el orden causal que percibimos en la naturaleza es objetivo y que la mente humana puede conocerlo con certeza.

Hume, en cambio, rompe con esta visión al analizar la causalidad desde una perspectiva empirista y escéptica. Según él, la mente no tiene acceso directo a causas y efectos en la realidad, sino que establece estas relaciones a partir de la costumbre y la experiencia. Cuando vemos que un fenómeno sigue a otro repetidamente, asumimos que hay una conexión necesaria entre ambos, pero en realidad solo es una expectativa psicológica, no una verdad objetiva. Así, Hume cuestiona el fundamento del conocimiento causal y, con ello, la posibilidad de certezas absolutas en la ciencia.

En resumen, Aristóteles defiende la causalidad como principio fundamental del conocimiento, mientras que Hume la reduce a un hábito de la mente, desafiando la idea de que podamos conocer con seguridad las relaciones necesarias en la naturaleza. Esto supone un giro radical que influirá en el desarrollo de la filosofía moderna y la epistemología.

La Crítica a la Idea de Causalidad

En las cuestiones de hecho está presente la idea de causalidad. Pero ¿qué tipo de idea es la causalidad y hasta qué punto podemos estar seguros de su validez?

Pensemos en dos eventos entre los cuales hay una relación causal, idea compuesta de tres ideas más simples, ya que, para decir que el evento A es causa del evento B, deben darse tres condiciones:

  • Que A suceda antes que B: idea de prioridad de la causa sobre el efecto.
  • Que A suceda cercano a B: idea de contigüidad en el espacio y en el tiempo.
  • Que exista algo que garantice que siempre que sucede A sucederá B: idea de conexión necesaria entre causa y efecto.

Según el empirismo de Hume, para saber si una idea es válida desde el punto de vista filosófico, debemos preguntarnos cuáles son las impresiones de las que proviene.

Por mucho que examinemos un ejemplo, solo obtenemos impresiones aisladas de la «causa» y del «efecto», pero no experimentamos la conexión entre ambos. Por otro lado, por mucho que repitamos el experimento, siempre lo haremos un número finito de veces.

Hume concluye que la idea de conexión necesaria entre causa y efecto no procede de ninguna impresión, por lo que todas las cuestiones de hecho no son conocimiento en sentido estricto; llega, así, a una conclusión escéptica en este ámbito.

La Crítica a las Ideas Metafísicas

El escepticismo de Hume lo llevó a criticar también los conceptos fundamentales de la metafísica, comenzando por el más general de todos: la idea de sustancia. Según afirma el filósofo, la idea de sustancia es una ficción que crea la mente para unificar las percepciones que esta posee, sin impresión alguna de la sustancia misma.

Este planteamiento crítico puede extenderse y aplicarse a las tres sustancias:

  • La sustancia extensa: el mundo. Tampoco basta suponer que debe existir una causa de dichas impresiones, ya que no tenemos impresión de la conexión necesaria entre causa y efecto.
  • La sustancia infinita: Dios. Si no tenemos impresión alguna del mundo material, menos todavía la tenemos de Dios.
  • La sustancia pensante: el alma. La argumentación de Hume llega al punto, incluso, de cuestionar el cogito cartesiano. La mente es un conjunto o haz de impresiones e ideas, pero entre ellas no se encuentra ninguna impresión del yo.

De este modo, el criterio empirista fijado por el escepticismo lo lleva a afirmar que solo tenemos conocimiento de las múltiples impresiones aisladas que se presentan en nuestra mente. Esta posición filosófica se conoce como fenomenismo.

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