Empirismo y Contrato Social: El Pensamiento de Hume y Rousseau
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El Empirismo Crítico de Hume
Hume, en su obra Investigación sobre el entendimiento humano, deja ver su empirismo crítico que culmina con la oposición al racionalismo continental. Aplicó el principio empirista que se basa en dos pilares: la antropología científica y su concepción fenoménica de la realidad. Afirma que solo conocemos nuestras propias percepciones. Divide éstas en dos géneros: las impresiones (percepciones intensas, fuertes y vivaces) y las ideas (menos intensas que las impresiones, son copias/derivaciones de éstas producidas por la imaginación y memoria).
Según su origen, Hume divide las impresiones en:
- Impresiones de sensación: no provienen de otras anteriores, desconocemos su origen.
- Impresiones de reflexión: se forman en el entendimiento a partir de impresiones de sensación.
Las impresiones pueden ser:
- Simples: son indivisibles y dan lugar a ideas simples.
- Complejas: están formadas por un conjunto de impresiones simples, se siguen de impresiones complejas o de combinaciones de ideas.
Los Tipos de Juicios
Hume distingue dos tipos de juicios:
- Relaciones de ideas: son proposiciones cuya verdad se alcanza necesariamente mediante la razón, sin recurrir a la experiencia. Son juicios propios de las ciencias exactas como las matemáticas, se basan en un principio de no contradicción.
- Cuestiones de hecho: son enunciados cuya verdad se obtiene a través de la memoria. Son juicios propios de las ciencias físicas, se basan en la inducción y la relación causa-efecto.
La Crítica de Hume a la Causalidad
Hume fue un gran crítico del principio de causalidad, en el sentido etimológico del término, “separar para reformular este principio”. Es la conexión entre las ideas de causa y efecto porque habitualmente están unidas. Este principio tenía un sentido analítico (dentro del efecto está la idea de la causa y viceversa) además de un valor ontológico (todo efecto tiene una causa y, conocida un efecto, se puede llegar a la causa).
Para Hume, se trata de una idea compleja que procede de la contigüidad entre lo que llamamos causa y lo que observamos como efecto. Observamos tan solo los fenómenos que se dan conjuntamente en el espacio y en el tiempo que llamamos relación causa-efecto. Además, observamos la anterioridad temporal de lo que llamamos causa. Por último, observamos una unión constante entre los fenómenos que observamos.
Todo ello nos indica la existencia real de una causa, para ello haría falta advertir la necesidad de la conexión entre los fenómenos. La necesidad es precisamente lo que no observamos.
El Rechazo de la Sustancia y de Dios
Hume niega la idea de sustancia del ser humano, afirma que no tenemos intuición alguna de nosotros mismo como sustancia. Lo único que percibimos es un conjunto de percepciones que se suceden unas a otras. La idea del yo es imposible, necesitaríamos una impresión de ésta que no tenemos. La idea del yo no tiene apoyo ni empírico ni racional, sólo la creencia.
También niega la idea de sustancia infinita o Dios, afirma que no tenemos ninguna impresión sobre esto. Las pruebas utilizadas para este argumento se basaban en el argumento de orden del mundo. Al igual que las cosas que se dirigen a un fin tienen su causa en una inteligencia, debería haber una inteligencia encargada de organizar la totalidad del universo. Para ello, tendría que hallar una conexión necesaria entre el efecto y la causa, pero este argumento, al basarse en la causalidad, es rechazado por el autor.
El Contrato Social de Rousseau
Considera que la naturaleza ha hecho al ser humano feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava, convirtiéndolo en alguien malo y miserable.
El ser humano en estado de naturaleza es asocial, feliz y libre, pero en cuanto ser social, está encadenado. La propiedad privada fue causa de la aparición de la sociedad, y surgen desigualdades y dos nuevas pasiones: la ambición de poder y el deseo de riqueza.
El contrato social se da porque es imposible volver al estado de naturaleza, y por tanto, siente la necesidad de reconstruir la sociedad a partir de bases nuevas. Este contrato es indispensable, porque ningún ser humano puede ejercer su autoridad sobre otro sin consentimiento. Por tanto, es un pacto entre iguales. Con este contrato, la persona pierde la libertad natural, pero gana la libertad civil.
La Voluntad General
De la unión entre personas surge la voluntad general, que corresponde a la suma de voluntades de cada persona de la sociedad civil, generando una voluntad única. Esto modifica la naturaleza humana mediante la transformación de cada individuo. Esta voluntad se expresa en las leyes, que deben obedecer todos, ya que si no se obedeciera sería como no obedecerse a uno mismo.
La colectividad nacida del pacto social se denomina pueblo (sujeto que está por encima de cualquier otro, por eso se dice soberano). La soberanía no es cosa de un individuo, sino de una colectividad, pero considerada como individuo indivisible que posee una voluntad única: la voluntad general.
Soberanía y Gobierno
Rousseau distingue entre la soberanía (colectiva), a la que corresponde el poder legislativo, y el gobierno, poder ejecutivo. La soberanía reside en el pueblo, y la acción de gobernar es una función pedida por el soberano (todos los ciudadanos, porque la voluntad general se identifica con las voluntades particulares).
El pacto social da vida al cuerpo político (Estado), mientras que la ley da movimiento y voluntad, determinando lo que debe hacer para conservarse y fijar todos los derechos.
El gobierno es un cuerpo intermedio entre los súbditos y el soberano para su mutua correspondencia. Se encarga de ejecutar las leyes y mantener la libertad civil y política. Este gobierno o los representantes no se designan mediante un pacto del pueblo con los gobernantes, ya que estos son administradores del pueblo (soberano). No hay una forma ideal de gobierno. De forma general, los gobiernos democráticos son apropiados para los Estados pequeños, y los gobiernos monárquicos para los Estados grandes. Ambos se diferencian por la distinta combinación entre soberanía y gobierno, pero toda forma de gobierno degenera la sociedad, ya que el que gobierna acaba mandando sobre la voluntad general. Su teoría política, específicamente la de la voluntad general, da lugar a muchas interpretaciones.