Emotivismo Moral de Hume: Fundamentos y Alcance
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El Emotivismo Moral de Hume: Una Alternativa a la Ética Kantiana
Frente a la ética kantiana, marcada, como ya hemos comentado, por el deber y la exigencia de una universalidad plasmada en leyes que rigen la conducta moral, la propuesta de David Hume es bien diferente. Ya en su primera obra, el Tratado de la naturaleza humana (1738), se propuso Hume introducir el método experimental de su admirado Newton en el campo de la moralidad, con lo cual esperaba establecer las bases de una ciencia de la moral. Este interés le llevará a buscar una justificación de la existencia de la moralidad en la propia naturaleza humana. Cuando se trata de cuestiones éticas, el empirismo de Hume no se traduce en ninguna forma de escepticismo o relativismo morales. De este modo, Hume trata de probar que en la naturaleza humana hay una base objetiva de la que deriva la moralidad.
La Investigación de los Principios de la Moral
A este claro propósito dedicó la Investigación de los principios de la moral (1752), obra en la que se distancia claramente de autores que, como Locke, veían en los principios morales tan sólo unas reglas artificiales o convencionales para frenar el impulso natural del ser humano hacia el egoísmo y regular así la vida en sociedad, o de los que, como Bernard de Mandeville, consideraban la moral como una “fachada hipócrita”, levantada por la sociedad para permitir que, en el fondo, cada uno busque su propio beneficio a costa de los demás.
Los Juicios Morales y el Sentimiento
Tomando como punto de partida las distinciones que había hecho en el campo del conocimiento, Hume llega a la conclusión de que los juicios morales, en los que se expresa nuestra moralidad, no constituyen ni un conocimiento de “relaciones de ideas” ni son un ejemplo válido de “cuestiones de hecho”. ¿Cuál es, entonces, el origen o fundamento de nuestros juicios morales? Hume comienza respondiendo que son ciertos afectos, emociones o sentimientos, y no la mera razón, los que nos llevan a realizar determinados juicios morales sobre los actos humanos. Ante determinadas acciones experimentamos un “sentimiento placentero de agrado”, que nos lleva a aprobarlas como meritorias, mientras que, frente a otras, surge en nuestro interior un “sentimiento doloroso de desagrado”, que nos hace mostrar nuestra desaprobación y considerarlas negativas. A todo ser humano le parecen reprobables, en principio, actos de asesinato, violación o tortura, mientras que considera dignos de elogio actos de heroísmo, ayuda humanitaria o compasión. Es un hecho, dice Hume, que la virtud nos parece amable y el vicio, odioso.
El Emotivismo Moral: La Moralidad Basada en Emociones
Así pues, descubrimos la moralidad de nuestras acciones por medio de ciertos “afectos” que se originan en nosotros y no por medio de razonamientos. Es por este motivo por el que se ha denominado al planteamiento ético de Hume con el nombre de “emotivismo moral”, porque toda la moral se fundamenta en emociones de aprobación o desaprobación, de agrado o desagrado, de aprecio por la felicidad de la humanidad o de indignación por su sufrimiento. Considerada, pues, la moral como una cuestión experimental, llamaremos “virtuosa” toda cualidad o acción que vaya acompañada de la aprobación general de la humanidad, y “viciosa” a toda otra cualidad o acción que sea objeto de una censura o reproche universal. Si procedemos recopilando y ordenando racionalmente las diversas circunstancias en las que se ejercen por parte de hombres y pueblos esos afectos, es de esperar, piensa Hume, que pueda alcanzarse un sólido fundamento de la ética, y con él, de los principios universales de los que derivan, en última instancia, toda censura o aprobación moral: “la moral, por lo tanto, más que juzgarse, se siente”.
Universalidad y Subjetividad en la Moral de Hume
Ahora bien, ¿no supone hacer derivar la moral de los juicios subjetivos de aprobación o desaprobación una contradicción con respecto a sus pretensiones de universalidad, o lo que es lo mismo, cómo fundar una moral común sobre principios subjetivos? Para Hume, el hecho de que la moralidad de nuestras acciones dependa de los sentimientos no significa, de ninguna manera, que nuestros juicios morales sean expresiones de actitudes meramente individuales frente a ciertos hechos, puesto que los sentimientos que están en la base de los juicios morales son, según Hume, afectos que se encuentran por naturaleza en toda la especie humana. Todos los seres humanos estamos, por así decirlo, “hechos de la misma manera”, y, por lo tanto, “sentimos” de la misma manera. Además, los sentimientos morales son una clase especial de sentimientos: de modo análogo a lo que ocurre en los juicios estéticos, son afectos que tienden a ser desinteresados.
La Simpatía como Fundamento del Sentimiento Moral
Es cierto, constata Hume, que nuestro sentimiento de agrado por una acción que aprobamos, se debe a la satisfacción que nos produce la utilidad que se derivará de esa acción para algunos seres humanos. Pero, sin embargo, tal utilidad no significa que implique un beneficio directo para nosotros. Prueba de ellos es que admiramos acciones alejadas de nosotros en el tiempo (hechos históricos) u otras que suceden en otros lugares (países lejanos). Por ello, el sentimiento moral no puede basarse en el posible beneficio que podamos esperar que nos producirá a nosotros, personalmente, dicha acción. Se trata, por lo tanto, de un sentimiento que no nace de un interés egoísta, sino de una cierta simpatía que está presente en todo ser humano y que le hace capaz de sentirse afectado por lo que pueda pasarle a los demás. Hume cree que tal simpatía, origen, a su vez, de los sentimientos de compasión o solidaridad, funciona en el ámbito moral de modo análogo a cómo lo hacían las leyes de asociación de ideas en el ámbito teórico, es decir, sirve como “lazo de unión” entre los hombres, los vincula en el ámbito social a través de ese “sentir común”.
El Papel de la Razón en la Ética de Hume
De todos modos, la afirmación de Hume de que la última palabra en los asuntos morales la tenga el sentimiento no debe ser entendida de modo literal, como si estuviéramos ante una propuesta “irracionalista”. También la razón, aunque no sea determinante en el ámbito moral, juega un importante papel: es ella la encargada de mostrar al sentimiento las acciones y la relación de estas acciones con otras, de modo que el sentimiento pueda juzgar con ese “material” elaborado por la razón. Hay que tener en cuenta este hecho para matizar la calificación de la teoría moral de Hume como simple “emotivismo”. Apelar al sentimiento moral, tal y como hace Hume, no significa basar la conducta moral en una “efusión indiscriminada de emociones y pasiones”, sino recurrir a una base empírica y constatable: la experiencia de un sentir común de la humanidad en el campo moral.