El Emotivismo Moral de David Hume: Sentimiento y Utilidad en la Ética
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El Emotivismo Moral
La filosofía tradicional había respondido a la pregunta sobre el origen de la moral recurriendo a la razón. David Hume critica este racionalismo moral partiendo de que los juicios morales nos impulsan a comportarnos en un sentido o en otro, es decir, nos mueven a la acción, mientras que los juicios de la razón no nos llevan a preferir una acción a otra. El análisis racional solo puede referirse a las relaciones entre ideas o a cuestiones de hecho, de manera que los juicios morales no pueden tener su fundamento en la razón.
El sentimiento desinteresado que permite la comprensión del otro es lo que denominó simpatía, que es la capacidad de dejar de lado nuestro propio interés para situarnos en la perspectiva y el interés de otra persona. Esta empatía es lo que fundamenta y hace posible la vida moral. No podemos concebir deseo alguno que no tenga referencia a la sociedad. La soledad completa es posiblemente el peor castigo que podamos sufrir.
La conclusión es que la moral tiene su fundamento en el sentimiento de aprobación o desaprobación que despierta en nosotros y que para Hume es natural y desinteresado, porque el hombre tiene por naturaleza sentimientos positivos hacia los otros hombres. La moral de Hume puede considerarse:
- Emotivista. Las afirmaciones éticas no son verdaderas ni falsas: se limitan a expresar un sentimiento. La elección moral se sitúa fuera de la esfera de la razón, en el terreno de las emociones. Hume acepta que la razón interviene como árbitro en las cuestiones que surgen en la vida moral, pero que son los sentimientos los que deciden nuestras motivaciones. Por ello la razón es y ha de ser tan solo esclava de las pasiones y no puede pretender otra tarea que servirlas y obedecerlas. Este emotivismo moral acerca a Hume a los que defendían el sentimentalismo moral, y, a los que consideraban que la existencia en el hombre de un sentimiento o sentido moral cuyo fundamento está en una doble disposición natural hacia el bien propio y hacia el bien de los demás.
- Utilitarista. La inclinación de la naturaleza humana hacia el bien proviene de la utilidad para la vida social. Así se explica la justicia, que no tendría sentido en una sociedad de bienes ilimitados o en caso de que el individuo viviera aislado. Esta inclinación natural se refuerza con el hábito y la educación, que forjan en el individuo la conciencia moral.
Hume considera que los filósofos que pretenden construir una ética racional caen en la falacia naturalista que consiste en derivar de los hechos un deber moral. Para Hume, no puede justificarse moralmente la violencia por el hecho de que es natural en el ser humano.
En conclusión, “Las percepciones morales no deben clasificarse con las operaciones del entendimiento, sino con los gustos o sentimientos”. Y “la razón nos instruye sobre las varias tendencias de las acciones, y la humanidad distingue a favor de las que son útiles y benefician”.