Emirato dependiente de al-Andalus: historia de la Andalucía árabe

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•Emirato dependiente/Walies de al-Andalus: El primer casi medio siglo de la historia de la Andalucía árabe (711-756) viene marcado por los walíes que gobiernan dentro del Emirato Dependiente del Califa de Damasco. El primero de estos mandatarios de al-Ándalus es Musa b. Nusayr, que cederá el puesto a su hijo Abd al-Aziz b. Musa al-ser llamado por el califa a Damasco en setiembre del 714. Los primeros doce walíes, hasta el 732, se ocupan de consolidar las conquistas en la Península, de sofocar las revueltas internas y de hacer incursiones en la Galia, más allá de los límites de la Hispania visigoda. Al ser asesinado Abd al-Aziz b. Musa en Sevilla en marzo del 716 le sucede su primo Ayyub b. Habib al-Lajmi hasta que llegara un gobernador nombrado por el califa de Damasco. Al final su sucesor lo enviará el gobernador del Norte de África: es al-Hurr b. Abderrahmán, quien fija la capital del país en Córdoba. As-Samh b. Abd al-Malik ocupa el cargo desde el 719 hasta el 721, cuando muere en una expedición militar. A él le sigue Anbasa b. Suhaym, contemporáneo al levantamiento del aristócrata cordobés don Pelayo en Asturias. Entre sus sucesores destaca Abderrahmán al-Gafiqi, que tras la batalla de Poitiers o Balat ax-xuhadá (?Campo de los mártires?), en el 732, renunciará a la expansión por la Galia. Todo este periodo de los walíes está dominado por los enfrentamientos tribales entre los diversos colectivos árabes que realizan la conquista del territorio. El núcleo de la rivalidad es la ocupación de las mejores tierras y el reparto del poder político. Las diversas oleadas inmigratorias establecen el calendario de estas luchas, que reproducen los parámetros de la Arabia premusulmana: árabes del Norte o qaysíes contra árabes del Sur o yemeníes. Más tarde intentan defender su preeminencia los llegados en el primer momento de la conquista, los autodenominados como baladíes o ?árabes del país?. A ellos se enfrentan directamente las tropas sirias que vienen a solucionar el problema de los levantamientos beréberes del 740, que abarcan también el Norte de África. El gobernador de ese momento, Uqba b. Hachachch as-Saluli, se ve impotente ante la fuerza de los contingentes sirios y de su comandante, Balch b. Bixr al-Quxayri, que tras sofocar las revueltas no renuncia a intervenir en la política de al-Ándalus. Un nuevo gobernador, Abd al-Malik b. Qatan al-Fihri, que ya tiene la experiencia de un mandato anterior entre octubre del 732 y noviembre del 734, se encuentra en el 741 con la misma dificultad y es destituido por Balch, que se apoya en la fuerza militar de sus tropas. El califa de Damasco ha de enviar al país a un personaje, Abu-l-Jattar d. Dirar al-Kalbi, que asienta a los contingentes sirios fuera de Córdoba, lo que permite una normalización de la actividad política del país.

Una nueva revuelta beréber en el 750, motivada principalmente por unos años de sequía, no tiene consecuencias en la capital, aunque sí en el despoblamiento de la margen derecha del Duero, lo que permite a Alfonso I de Asturias (739-757) una cierta tranquilidad para consolidar sus dominios. Detenido el avance en la Galia, con la consiguiente estabilidad de la frontera en el flanco oriental del país, el resto de la historia del Emirato Dependiente tiene como protagonista a Yusuf b. Abderrahmán al-Fihri y a as-Sumayl, el hombre fuerte de al-Ándalus. Este último pone como gobernador al primero en el 746, cuando es ya un anciano aunque un personaje prestigioso. Diez años más tarde es derrotado en la batalla de la Almuzara por el príncipe omeya Abderrahmán b. Muawiya, heredero de los califas de Oriente, futuro Abderrahmán I, que dará comienzo al periodo omeya. En su conjunto los gobernadores de este periodo son designados para el puesto por los califas damascenos, pero en la práctica tienen una gran influencia sus delegados en el Norte de África o algunos de los grupos andalusíes: facciones tribales, tropas sirias o un dirigente destacado. El número elevado de gobernadores, 22 mandatos en 45 años, muestra las tensiones de la instalación en el territorio recién conquistado. Desde el punto de vistas jurídico cada uno de estos gobernadores asume el gobierno íntegro del país. En la denominación de la época se trata de un wali ala-s-salat wa-l-jarach, ?dirigente de la oración y de los impuestos?. Es decir, tiene en su mano funciones administrativas, tributarias y jurídico-religiosas. La ocupación de las tierras conquistadas, su reparto y la propiedad constituye uno de los temas relevantes. La emisión de moneda y la retribución de tropas y funcionarios otro de ellos. Las funciones judiciales se desgajan luego del ámbito del gobernador al crearse un cargo de juez, que de qadi al-yund o ?juez del ejército? pasará a qadi al-yamaa o ?juez de la comunidad?. De forma paralela se va creando todo un entramado de lectores y funcionarios de las mezquitas, del poder central y del de la estructura provincial que se conforma en al-Ándalus a partir de la herencia del ordenamiento romano modificado por lo visigodos.

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