Emancipación de las Colonias Americanas: Causas, Proceso y Legado Español
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El Proceso de Independencia de las Colonias Americanas. El Legado Español en América
Introducción
Durante el reinado de Fernando VII (1814-1833), España perdió la mayor parte de su imperio americano, conservando solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Aunque el proceso estuvo vinculado a la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), el deseo de autonomía por parte de la burguesía criolla ya era evidente desde el siglo anterior. La independencia se desarrolló entre 1810 y 1824, paralelamente a las guerras napoleónicas, mientras Europa se encontraba en plena Restauración, buscando restituir el absolutismo. Sin embargo, las ideas de la Revolución Francesa y las revoluciones liberales europeas impulsaron también la idea de emancipación en los territorios americanos.
Causas y Factores de la Independencia
Durante el siglo XVIII y comienzos del XIX, se había desarrollado entre la burguesía criolla americana un sentimiento nacional y de independencia frente a España. La implantación de la dinastía borbónica con Felipe V (1713-1746) conllevó un intento de maximizar los ingresos procedentes del territorio americano. Para ello, se implementó una cierta liberalización del comercio y un mayor control administrativo con el envío de funcionarios desde España para tomar las decisiones políticas, lo que provocó que los criollos se sintieran perjudicados. Además, los movimientos emancipadores fueron apoyados por otras potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña, interesadas en los colosales mercados americanos.
La independencia de Estados Unidos a finales del siglo XVIII fue una gran influencia para las capas criollas ilustradas. Entre ellas, destaca la Iglesia virreinal, que defendía la ruptura con la metrópoli y rechazó las medidas desamortizadoras aprobadas por Carlos IV y por las Cortes de Cádiz. La oportunidad definitiva para la emancipación llegaría con la Guerra de la Independencia Española. El vacío de poder en España desde 1808, con la familia real en Bayona, provocó la formación de Juntas también en los territorios americanos. Sin embargo, estas no reconocieron la autoridad de la Junta Central Suprema y empezaron a conformar un ejército que luego se enfrentaría a las autoridades coloniales.
El Proceso de Independencia (1810-1824)
Se trata de un fenómeno complejo, no homogéneo ni sincrónico, que debe ser entendido como una guerra civil entre criollos partidarios de la secesión y otros leales a la Corona, con la población mestiza e indígena luchando en ambos bandos.
La Primera Fase del Proceso: Intentos Iniciales y Reacción Española (1810-1815)
El primer intento por conseguir la independencia fue liderado por Francisco Miranda en 1806, quien, con apoyo británico, trató de invadir el territorio de la actual Venezuela. Posteriormente, durante la Guerra de la Independencia Española, algunas Juntas, como la de Buenos Aires en 1810, declararon la independencia. Argentina, Uruguay y Paraguay no volverían a la soberanía española. En 1814, al finalizar la Guerra de la Independencia y con el envío de tropas al continente americano, se derrotó a los secesionistas en Nueva Granada, Perú y Chile, produciéndose una cierta pacificación. Sin embargo, la inflexibilidad de Fernando VII impidió la negociación, provocando que los insurgentes ampliaran su base social.
La Segunda Fase de la Independencia: La Culminación del Proceso (1816-1824)
A partir de 1816, se inicia una nueva ola de levantamientos que desembocará en la definitiva emancipación americana.
En Sudamérica, el proceso se articula en torno a dos grandes campañas. Por un lado, el líder militar José de San Martín avanzó desde Buenos Aires sobre Chile, venciendo en la batalla de Maipú (1818). Luego avanzaría hacia Perú, gran bastión de la resistencia realista. Por otro lado, Simón Bolívar logró sendas victorias con las que consiguió la emancipación de Colombia, Venezuela y Ecuador. Cuando ambos se reunieron en Perú, el general Sucre continuó con la emancipación de Perú y Bolivia, venciendo en la batalla de Ayacucho (1824). El triunfo de la emancipación estuvo relacionado con el establecimiento en España del Trienio Liberal, que impidió el envío de refuerzos peninsulares.
En el Virreinato de Nueva España, el proceso se dio por separado. Los curas Hidalgo y Morelos lideraron desde 1810 una tropa campesina que, aunque llegó a proclamar la independencia de México, fue derrotada por el ejército criollo, temeroso de perder sus privilegios. Fue Agustín de Iturbide quien, en 1821, al mando de esas mismas clases criollas, consiguió la independencia de México.
Las Consecuencias de las Independencias Americanas
España perdió la mayor parte de sus colonias americanas, manteniendo únicamente las islas de Cuba y Puerto Rico (además de Filipinas y otros pequeños archipiélagos del Pacífico), que serían conservadas hasta 1898. Como consecuencia, España pasó a ser una potencia de segundo orden en el ámbito europeo y se vio privada de amplios mercados y fuentes de materias primas. Además, la insuficiente producción agraria y manufacturera en la península, y la destrucción causada por las recientes guerras, dejaron a España sumida en una situación de grave desventaja en los inicios de la Revolución Industrial. En cuanto a las nuevas repúblicas hispanoamericanas, el sueño de Bolívar de una América Federal con todos los territorios españoles fracasó, dando lugar a distintos Estados gobernados por dictaduras caudillistas, enzarzadas en muchos casos en guerras civiles y que mantuvieron rígidas diferencias de clase, donde se marginaba a mestizos e indígenas, privándoles de derechos. Su desarrollo económico fue escaso. Las nuevas repúblicas cayeron pronto en la dependencia económica de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, contrayendo una enorme deuda exterior y basando su riqueza en la explotación de materias primas.
El Legado Español en América
Son muchos los elementos españoles exportados al continente americano, como la lengua castellana, la religión católica, las artes, la literatura o las universidades. Los tres siglos de virreinato crearon un mundo rico con el mestizaje a gran escala, pero la conquista también supuso la desaparición de civilizaciones y la muerte de parte de la población indígena por enfermedades transmitidas desde Europa y por los abusos del dominio colonial. El resentimiento de las nuevas repúblicas hacia la metrópoli perduró hasta que España reconoció a los nuevos países a finales del siglo XIX. Aún hoy existe debate entre aquellos que denuncian la destrucción del mundo indígena y los que ensalzan el legado español en el continente.