La Elocuencia y Retórica en la Antigua Roma: Origen, Géneros y Estructura del Discurso

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La elocuencia fue considerada una manifestación original del genio romano. Estaba relacionada con el sistema político romano, donde la palabra desempeñó un papel muy importante, ya que los debates parlamentarios, los procesos ante tribunales o las asambleas populares solo podían ser dirigidos por hombres elocuentes, capaces de persuadir e imponer su voluntad. Para desarrollarse, la elocuencia necesitaba un sistema político que respetara la libertad de expresión. Por ello, la clase dirigente durante la época republicana la utilizó de manera casi exclusiva como medio para ejercer el poder.

Con la llegada del Principado y la concentración de la autoridad en manos de una sola persona, la oratoria perdió su importancia política, transformándose en una actividad escolástica. Los romanos comenzaron entonces a prestar atención a la oratoria como género literario, con la finalidad de ofrecer normas al discurso judicial o político.

Fundamentos de la Retórica Romana

La retórica romana y sus principales manuales teóricos son una reelaboración de la retórica griega y de las teorías aristotélicas y post-aristotélicas. Los oradores romanos conocieron la téchne rhetoriké de los griegos asistiendo a sus escuelas más célebres, especialmente la asiana y la rodia.

En el decenio del siglo I a.C. encontramos una obra retórica escrita en latín: la Rhetorica ad Herennium, atribuida a un rétor llamado Cornificio. Es un manual amplio, en cuatro libros. Esta obra realizó una tarea importante: la de instituir la nomenclatura retórica latina mediante traducciones del griego.

Las Cinco Habilidades del Orador según la Rhetorica ad Herennium

Las cinco secciones del arte del decir están dictadas en esta obra como habilidades que el orador ha de poseer:

  • Inventio: capacidad de encontrar argumentos verdaderos que hagan creíble la causa.
  • Dispositio: ordenación y distribución de los argumentos de la forma más eficaz.
  • Elocutio: uso de las palabras y frases de manera que se adapten al tema del discurso.
  • Memoria: habilidad para fijar y retener los argumentos en la mente.
  • Actio: capacidad de armonizar de manera agradable la voz, el aspecto y el gesto.

Clasificación de los Discursos: Los Géneros Retóricos

De los tres elementos de los que consta el discurso, el que se usaba para clasificar los tipos de discurso era el destinatario. Este variaba según la práctica discursiva, pues se podían distinguir tres tipos de auditorios: las asambleas, los juicios y los discursos de lucimiento, y por lo tanto, tres tipos de discurso persuasivo o géneros de la retórica.

Las dos primeras clases tienen una característica común: su juicio puede alterar una situación; por ejemplo, el juez de un proceso ha de pronunciarse sobre acciones pasadas. La tercera clase está formada por los espectadores, quienes se pronuncian sobre el talento del orador.

La retórica clásica distinguía tres tipos de género o discurso:

  • El género deliberativo (Genus deliberativum): en las asambleas, el orador aconsejaba lo útil y desaconsejaba lo perjudicial.
  • El género judicial (Genus iudiciale): en los procesos judiciales, el orador se ocupaba de lo justo y lo injusto.
  • El género demostrativo (Genus demostrativum): en los discursos de lucimiento, el orador se centraba en lo bello y lo feo.

Evolución y Estructura del Discurso Canónico

La enseñanza retórica de los siglos siguientes se centró en el género judicial. El género deliberativo pasó a participar del carácter de ficción literaria cuando fue reduciéndose al único fin de la mera exhibición oratoria. El resultado fue la creciente artificiosidad de la retórica, de modo que el género deliberativo se vinculó a la reflexión filosófica y el judicial quedó absorbido por la dialéctica.

Partes del Discurso Canónico

El discurso canónico debía articularse en cuatro partes principales, algunas de ellas subdivisibles en secciones:

  • Exordium o introducción: donde se plantea el argumento y se intenta captar la atención del auditorio (captatio benevolentiae).
  • Narratio o descripción de los hechos y circunstancias que avalan las tesis del discurso.
  • Argumentatio o exposición de pruebas: donde se hace una defensa de los argumentos propios (confirmatio) y se intenta rebatir los contrarios (confutatio).
  • Epilogus o conclusión: se vuelven a enunciar los argumentos capitales (enumeratio) y se vuelve a pedir la voluntad de los oyentes en pro del orador (amplificatio).

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