La Elocuencia Griega: Fundamentos y Figuras Clave de la Oratoria Clásica
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La Oratoria Griega: Arte y Fundamentos de la Persuasión
La oratoria es el arte de hablar en público con el propósito de convencer a la audiencia, siguiendo unas reglas que se estudian en la retórica, siendo ambas disciplinas complementarias.
Aunque ya aparecen ejemplos de discursos en Homero y los historiadores, fue en la segunda mitad de los siglos V y IV a.C. cuando la oratoria se consolidó como género independiente, coincidiendo con el auge de la democracia. Esta permitía a los ciudadanos hablar en las asambleas y defenderse en los tribunales.
Los sofistas también contribuyeron a este desarrollo, ya que hicieron de la enseñanza de la oratoria y la retórica el eje central de su labor. En Atenas no había abogados ni fiscales, por lo que cada acusado debía defenderse ante el tribunal. Esto obligaba a los ciudadanos a aprender a rebatir argumentos y convencer al auditorio. Sin embargo, quienes no tenían esa habilidad podían acudir a los logógrafos, escritores profesionales de discursos, que redactaban las defensas que luego los acusados memorizaban y presentaban.
Los Pilares de la Persuasión según Aristóteles
Para Aristóteles, convencer al auditorio requería tres elementos fundamentales:
- Carácter moral (ἦθος): La credibilidad del orador.
- Emoción (πάθος): La capacidad de generar un efecto emocional en el público.
- Argumentación (λόγος): La solidez y verdad de los argumentos presentados.
Estructura del Discurso Griego Clásico
El discurso se compone de cuatro partes esenciales:
- Introducción (προοίμιον): Para ganarse la simpatía del tribunal.
- Narración (διήγησις): Exposición de los hechos.
- Pruebas (πίστις): Presentación de evidencias y argumentos.
- Conclusión (ἐπίλογος): Resumen final para atraer al jurado.
Tipos de Oratoria en la Grecia Antigua
Dependiendo de su temática, se distinguían tres tipos principales de oratoria:
- Forense o judicial: Discursos para tribunales, usualmente escritos por logógrafos. Representante destacado: Lisias.
- Deliberativo o político: Discursos pronunciados en asambleas políticas. Representante insigne: Demóstenes.
- Demostrativo o epidíctico: Discursos solemnes para actos públicos, como funerales o conmemoraciones. Representante clave: Isócrates.
Grandes Oradores de la Grecia Clásica
Lisias (445-380 a.C.)
Nacido en Siracusa, Lisias vivió en Atenas, donde, al no ser ciudadano (era meteco), no podía hablar en la Asamblea. Por ello, trabajó como logógrafo, componiendo más de 200 discursos judiciales por encargo. Su estilo es sencillo, claro y representa fielmente la vida ateniense. Su discurso más importante es “Contra Eratóstenes”, donde participó en la acusación contra los Treinta Tiranos.
Demóstenes (384-322 a.C.)
Demóstenes inició su carrera defendiendo en tribunales su herencia, malgastada por sus tutores. Aunque trabajó como logógrafo, destacó en la oratoria política, siendo su obra más famosa Las Filípicas, discursos contra Filipo II de Macedonia. En ellos, advertía del peligro que Filipo representaba para Grecia y llamaba a la unidad de los griegos (panhelenismo) para resistir. Aunque logró que Atenas enviara un ejército, los griegos fueron derrotados y Macedonia acabó dominándolos. Se le considera el mejor orador griego por su estilo apasionado y calculado. Además, superó su tartamudez con práctica constante, convirtiéndose en un símbolo de la defensa de la democracia. Su influencia llegó hasta Roma, donde Cicerón lo imitó.
Isócrates (436-338 a.C.)
Isócrates, nacido en Atenas en una familia adinerada, fue discípulo de sofistas como Gorgias. Aunque empezó como logógrafo, dejó esa actividad para fundar una escuela de retórica en Atenas, donde influyó en intelectuales de su época y en autores como Cicerón. Practicó principalmente la oratoria epidíctica, con discursos elaborados cuidadosamente para ser leídos o recitados en pequeños grupos. Su estilo buscaba la armonía y el equilibrio, mezclando poesía y prosa con un ritmo propio, alcanzando la máxima perfección en la prosa griega. Fue un defensor del panhelenismo, es decir, de la unidad de los griegos frente al “bárbaro”, identificado con los persas. Su obra más conocida, el “Panegírico”, promueve este ideal y refleja su patriotismo. Su sueño de unidad se concretaría después en Alejandro Magno.