El Ejército Romano: Organización, Tácticas y Vida del Soldado
Enviado por Chuletator online y clasificado en Latín
Escrito el en
español con un tamaño de 4,5 KB
El Equipo Militar del Soldado Romano
En el equipo militar del soldado romano hay que considerar las armas, el uniforme y el bagaje.
Las Armas
En general, pueden clasificarse en:
- Armas defensivas: el casco de metal o cuero, el escudo de madera forrada de cuero o redondo de bronce, la armadura de cuero y metal.
- Armas ofensivas: la espada corta con dos filos, la jabalina con mango de madera y punta de hierro, y la lanza llevada por los jinetes.
El Uniforme y el Bagaje
El uniforme del soldado era muy simple: iba vestido con una túnica de manga corta y un capote militar, y calzaba zapatos de suela gruesa cuyas correas llegaban hasta media pierna.
El bagaje del soldado consistía en los víveres que solían reducirse a trigo, queso, tocino, vino y una mezcla de vinagre con agua.
La Marcha
Los soldados romanos realizaban sus marchas con gran rapidez. La etapa normal era de unos 25 kilómetros, pero podían aumentarse en marchas forzadas. Durante la marcha se observaba gran disciplina: en cabeza caminaban los exploratores (pequeños grupos de tropas) para inspeccionar el terreno; después, la columna principal; la infantería en el centro; la caballería, junto a las tropas auxiliares, cubría los flancos; la vanguardia y la retaguardia.
El Combate
En los primeros tiempos, el ejército se presentaba en seis filas de profundidad. A partir de Camilo, se ofrecían varios frentes: los legionarios estaban en el centro, articulados en manípulos o cohortes; los aliados flanqueaban a los infantes, y en los extremos se encontraba la caballería. Delante se hallaba la infantería ligera como primera fuerza de choque. En tiempos de Mario, al frente se disponían cuatro cohortes alineadas con intervalos entre ellas iguales a su frente para facilitar el repliegue y el apoyo en momentos de acoso enemigo.
Dada la señal de combate, los legionarios se precipitaban al ataque a grandes gritos y lanzaban la jabalina cuando se hallaban a pocos metros del enemigo; después, luchaban cuerpo a cuerpo. Tras el combate, los vencedores recogían a los heridos, despojaban a los cadáveres de los enemigos y enterraban a los muertos.
El Asedio
El asedio tenía como finalidad la rendición de los habitantes de la ciudad sitiada por hambre, sed u otras necesidades vitales. Para asediar una ciudad, se levantaba un muro para impedir la salida de los sitiados y otro detrás de los sitiadores para evitar el ataque. Sobre el primer muro se colocaban torres desde las que se lanzaban proyectiles. Una serie de máquinas de artillería se encargaban de proteger con sus disparos el acceso a la muralla de los arietes. Para efectuar el asalto, los soldados formaban la tortuga (testudo), colocaban los escudos en forma de tejado sobre sus cabezas, después se subían unos encima de otros en la misma posición, hasta que alcanzaban la muralla y luchaban cuerpo a cuerpo con los sitiados.
Castrametación
El ejército romano siempre acampaba por la noche. Al atardecer, un tribuno y varios centuriones se adelantaban a la columna para elegir el lugar adecuado para pasar la noche y para marcar los límites del campamento.
La Construcción
Lo primero era cavar un foso de 4 metros de profundidad; con la tierra se levantaba un muro y sobre este, una empalizada. Entre la empalizada y las tiendas había un espacio de 60 metros, previsto para protegerse del fuego de las flechas de los enemigos.
Su Distribución
La distribución siempre era idéntica. Se encontraban el praetorium (pretorio), el forum (foro), el tribunal, el ara (altar), la enfermería, la cárcel y la intendencia con provisiones.
Tipos de Campamentos
Había campamentos de más de una noche, como los de invierno (hiberna), y otros que se convertían en estables, los cuales dieron origen a ciudades, como la ciudad de León.
La Marina
Hasta la Primera Guerra Púnica, los romanos no se preocuparon por la marina, hasta que Pompeyo mandó construir 500 naves para combatir a los piratas. A partir de Augusto, la marina sería permanente. Las naves de guerra medían de 50 a 60 metros de longitud y disponían de un espolón metálico en la proa, de puentes de abordaje y garfios. Los más conocidos eran los trirremes (naves con tres filas de remos), aunque la marina era poco apreciada por los romanos.