Efectos de Inmersión y Escenografía en 'El Concierto de San Ovidio' de Buero Vallejo

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Efectos de Inmersión

Los efectos de inmersión apuntan hacia una definición del mundo como algo engañoso y a una concepción de la vida en perspectiva. Por medio de esta técnica, Buero denuncia lo pobre y equívoco de nuestra sociedad, practicando la comprensión hacia el Tomás delator, a quien el público llegará a entender y perdonar. Tiene influencias del Quijote y La Vida es Sueño de Calderón de la Barca.

El término "efecto de inmersión" fue acuñado en contraste evidente con los efectos de distanciación. Un efecto de inmersión ocurre cuando al espectador se le obliga a compartir una percepción sensorial singular, y experimenta por tanto una sensación más fuerte de simpatía con el mismo. Buero hace que el público sea participante de los problemas y de la situación de los personajes.

La inmersión en la mente del protagonista es la única manera de presentar el proceso de vuelta a la normalidad de Tomás. Todo este proceso de subjetivización sitúa al autor en la línea de los grandes dramaturgos contemporáneos que buscan la superación de la objetividad. El público ve, pues, lo que ve el personaje, que impone un "punto de vista" subjetivo de primera persona a todo el universo escénico. Así, Tomás transforma los petates en cómodos sillones, las paredes en librerías o en un ventanal sobre el campo. La obra se constituye como un continuado proceso de acercamiento desde la locura a la realidad.

Esta "inmersión" en la mente del protagonista es el único modo de poder presentar directamente la sucesiva vuelta a la normalidad de Tomás. En la configuración del espacio escénico, además de la progresiva desaparición de los objetos del escenario (frigorífico, botellas, vasos, tabaco, ventanal...), cobra especial importancia la iluminación y los efectos sonoros.

Escenografía

La obra se inicia con una luz clara que va oscureciéndose progresivamente hasta llegar al final a la tenebrosa oscuridad de la cárcel. La acotación final nos indica la reaparición de la luz irisada. De igual manera, la música que se escucha al comienzo (Guillermo Tell, de Rossini) y que crea un clima idóneo para la ensoñación, abre y cierra la obra. Ambos elementos, luz y sonido, tienen una fuerte carga simbólica y contribuyen de manera especial a dotar a la obra de una estructura cíclica y circular.

El escenario del final es el mismo del principio y unos nuevos ocupantes llegan a la "fundación". La fantasía de Tomás para huir de la realidad (delató a sus compañeros y fueron encarcelados) se asocia a la iluminación de la escena, a la claridad y hermosura del ventanal, pero en realidad es la oscuridad, las tinieblas, la negación de la verdad. Conforme recupere la cordura irá viendo la claridad de la realidad que, sin embargo, es oscura y tenebrosa: la cárcel.

La obra se inicia con una luz clara que va oscureciéndose progresivamente. La lámpara que sólo Tomás ve en la celda toma valor simbólico. También es simbólico el hecho de que uno de los últimos días en que se desarrolla la obra las luces de la cárcel no se apaguen. Tomás se derrumba cuando el “hombre” enfermo con el que habla está muerto. La luz que era clara se convierte en gris y tristona. La vajilla, los cristales se convierten en platos y cucharas de metal, se pregunta si está enfermo. El paisaje que ve a través del ventanal se oscurece. El teléfono no funciona.

Tomás se está riendo con Tulio y se llevan a Tulio para ser ejecutado. Tomás no quiere reconocer la verdad y sigue en su fantasía. Esto le lleva a imaginarse a Berta, pero acaba reconociendo que no está y piensa que está delirando. Admite que no existe la Fundación y que están en la cárcel. Tomás reconoce que todas las imágenes que ha tenido eran falsas. Ahora Tomás domina su imaginación y así la Fundación ve que ya no es una huida sino un arma contra los carceleros para conseguir el traslado a las celdas de castigo.

Antes de caer el telón cuando ya no hay personajes en el escenario, la acotación final nos dice que la escena vuelve a ser como la Fundación con la librería, nevera, el paisaje, la música de Rossini mientras el Encargado abre la puerta y deja pasar a los nuevos inquilinos.

La música de Rossini suena al principio y al final del drama. La iluminación y los sonidos son esenciales en la escena.

Algunos de los elementos simbólicos más importantes son:

  • La Fundación representa la realidad falseada, deformada y embellecida por la mente de Tomás para evadirse de la realidad.
  • El ventanal destaca como un enorme elemento escenográfico, se ve un paisaje maravilloso que simboliza el futuro.
  • El retrete representa la dignidad humana pisoteada.
  • El teléfono representa la comunicación y los libros los símbolos de la cultura.

Acotaciones

Caracterizadas por su extensión y precisión, nos permiten imaginar espacios, actitudes, escenas, tiempos con numerosos pormenores, son imprescindibles. Las acotaciones más extensas se encuentran al inicio de las dos partes: la primera, que abarca más de dos páginas, describe perfectamente el escenario irreal de la Fundación y las de la segunda parte donde se describe la cárcel.

En conclusión, la obra se constituye como un continuado proceso de acercamiento desde la locura a la realidad. Buero Vallejo abandona la contemplación y pasa a la acción siendo así la meta de todo el teatro bueriano, desde la primera hasta la última obra. Asel comprende a Tomás porque él también ha sido un delator tras sufrir torturas; por eso, cuando le llega el "traslado" se quitará la vida arrojándose por la barandilla para no descubrir el proyecto de fuga, tratando de salvar a sus compañeros y así queda patente el sentimiento de solidaridad.

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