La Educación Religiosa en la LOMCE: Avances, Silencios y la Concepción del Ser Humano
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La Educación Religiosa Escolar en la LOMCE: Reconocimiento y Desafíos
Es importante reconocer que la LOMCE introduce, respecto a la Educación Religiosa Escolar (ERE), una novedad que la diferencia de las anteriores Leyes Orgánicas: el reconocimiento de que se trata de un área o materia peculiar, sin que esta peculiaridad reste nada de su valor epistemológico, equiparándolo al de cualquier otra área.
Por ello, la Religión aparece con la designación de “asignatura específica”.
El punto Nueve modifica el artículo 18 de la LOE, donde se nombran las diversas áreas de la Educación Primaria, y menciona la Religión dentro de las asignaturas específicas, al mismo nivel que la Educación Física, la Educación Artística, Segunda Lengua Extranjera y la asignatura de Valores Sociales y Cívicos.
Es indudable que se ha avanzado en el reconocimiento (que no graciosa concesión) de la ERE como un área más en el conjunto de áreas que conforman la Educación Primaria y Secundaria, integrándola en el cuerpo de la Ley. Sin embargo, esto no obsta para que se puedan destacar algunas lagunas o aspectos negativos.
El Silencio de la Dimensión Trascendente de la Persona
Ya hemos dicho que en todo concepto de educación va implícito un concepto de hombre y, por tanto, un concepto de «educando». Ahora bien, está claro que no es lo mismo considerar al educando, que es el sujeto de la educación, como un ser abierto a la trascendencia, con un destino espiritual y eterno, a considerarlo como un ser sujeto a los simples vaivenes de la temporalidad.
La LOMCE, que ciertamente afronta un concepto de educación, establece unos fines educativos que concuerdan exclusivamente con las dimensiones histórico-temporales de la persona, en especial su dimensión económica y social. Hay, pues, un silencio explícito de su dimensión trascendente, que es parte integrante de la personalidad.
Más aún, admitida la libertad para asumir o no esta dimensión espiritual y trascendente de la persona, según las propias convicciones, la base social de nuestra sociedad no deja lugar a duda de que tal concepción religiosa —independientemente de la confesión religiosa que se practique— es compartida por la mayoría.
Asumir el hecho sociorreligioso como fenómeno universal no significa identificarse con él. La objetividad de un análisis sociológico lleva necesariamente a reconocer y valorar lo religioso como un factor integrante de nuestra cultura. ¿Puede, entonces, un Proyecto Educativo, como el que encierra la LOE/LOMCE, silenciar tal rasgo social?
Más aún, bastaría recordar la Constitución Española para reconocer que tal dimensión «religiosa» de la persona tenía que haber ocupado una mayor consideración en el Preámbulo de la LOMCE, que es el que ofrece el marco de filosofía de la educación que encierra el cuerpo de la Ley.
Se dice al respecto en ella:
«Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones» (Art. 16.3)
Pues bien, la LOMCE no ha tenido en cuenta esta dimensión religiosa de la persona, que es contemplada simplemente con parámetros materialistas.
El modelo de hombre que pretende la LOMCE (al igual que la LOE, a pesar de los matices) es más técnico que humano, y propugna la construcción de un «proyecto de hombre» inmanente y mecanicista.
Si se tienen en cuenta solo las variables sociales y antropológicas a la hora de diseñar el proyecto educativo, lógicamente el perfil que resulta es el de un educando iniciado en los valores sociales, económicos, técnicos y artísticos, etc., que, ciertamente, son muy positivos y fundamentales en la personalización del individuo, pero insuficientes en una concepción pluridimensional de la persona.
Existe el peligro de formar al «hombre unidimensional», frente a la riqueza que ofrece una concepción pluridimensional —verticalidad y horizontalidad— de la persona.
Cierta Marginación de la ERE en el Cuerpo Legislativo
Este punto finaliza la discusión, sugiriendo que, a pesar de los avances, la ERE aún enfrenta desafíos en su plena integración y reconocimiento dentro del marco legal educativo.