Educación en la Antigua Atenas: Un Enfoque Detallado
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La Educación en la Antigua Atenas
Se puede afirmar, pues, que en Atenas la educación se dejaba casi por completo a la iniciativa privada. Incluso en el caso especial de los “pupilos de la nación”, es decir, de los hijos de ciudadanos muertos por la patria, cuyo mantenimiento corría a cargo del tesoro público, el Estado se limitaba a pagar la educación de sus pupilos a maestros privados.
Normalmente, claro está, eran los padres los que pagaban los gastos de la educación de sus hijos. De ello se deduce que los hijos de los ciudadanos acomodados o ricos podrían continuar sus estudios hasta la efebía, mientras que los pobres tendrían que abandonarlos mucho antes, a menudo en cuanto supieran lo más elemental. Algunos niños incluso aprendían tan sólo a leer.
Pero al parecer la educación se amplió a lo largo del siglo V a.C.: durante el último tercio de este siglo, en la época de la guerra del Peloponeso, no hay analfabetos, por decirlo de algún modo, entre los personajes de Aristófanes; incluso el rústico Estrepsíades de “Las nubes”, y el grosero charcutero Agorácrito de “Los caballeros” tienen cierta instrucción.
Etapas de la Educación
Si creemos lo que dice Protágoras acerca de la educación en el diálogo de Platón que lleva su nombre, la enseñanza del citarista era posterior a la del gramático, y después al citarista le sucedía el pedotriba: “En cuanto los niños sabían leer, el maestro hacía que recitaran, sentados en taburetes, los versos de los grandes poetas y les obligaba a aprenderlos de memoria... Los citaristas a su vez, cuando el alumno sabía tocar el instrumento, le daba a conocer otras hermosas obras, las de los poetas líricos... y más tarde, se enviaba al niño al pedotriba”.
Es probable, pues, que la educación intelectual –la *musiké*-, que incluía tanto las letras como la música propiamente dicha, precediera a la enseñanza de la gimnasia, mientras que a partir de la edad de catorce años aproximadamente la cultura física se impondría sobre la intelectual, aunque sin abandonarla totalmente.
El Rol del Pedagogo
En cuanto el pequeño ateniense tenía edad para ir a clase pasaba, al menos en las familias acomodadas, con varios esclavos, de la vigilancia de la nodriza a la del pedagogo. Este era un esclavo destinado a su persona, que tenía la misión de acompañarle a todas partes y de enseñarle buena educación, recurriendo, si era necesario, a los castigos corporales, con fustas sobre todo. El pedagogo le acompañaba por la mañana a casa del maestro y le llevaba la cartera (tablillas de cera para escribir, estilete y libros; más tarde cítara y oboe).
Luego, mientras el niño estaba en la escuela, él lo esperaba bien en una habitación especial, o bien en la propia clase. Al haber asistido a la clase, el pedagogo podía luego, repetírsela en casa. Los maestros se sentaban en sillas con respaldo, con patas curvas, “tronos”, antepasados de las cátedras, mientras que los alumnos, los pedagogos y los maestros ayudantes sólo tenían taburetes con patas rectas y sin respaldo. No había mesas: era fácil escribir sobre las rodillas con las tablillas de cera, que eran rígidas, e incluso colocar sobre ellas una hoja de papiro.
Maestros y Salarios
Los maestros y sobre todo sus ayudantes, a los que pagaban ellos mismos del dinero que recibían de los padres de los alumnos, debían tener sueldos miserables. Para encontrar auténticos profesores que tengan el prestigio suficiente como para que les retribuyan dignamente sus servicios, habrá que esperar a los **sofistas** de la segunda mitad del siglo V a.C. Da la impresión de que cualquiera podía convertirse en maestro de escuela, con tal que supiera leer y escribir, y no necesitaba ningún “título”. Si el Estado ejercía un control, era tan sólo en el aspecto moral, pero no en lo referente a la enseñanza ni a la competencia de los maestros.
Días Festivos y Vacaciones
Los griegos ignoraban la costumbre del descanso semanal, que es de origen judío. Los días festivos se alternaban irregularmente, según la fecha de las fiestas religiosas de cada ciudad. No obstante, algunos meses, como el de Antesterion (febrero), en Atenas tenía tantos días de fiesta que debía parecerse un poco a las “vacaciones veraniegas” de nuestros escolares. Además, cada niño, con las fiestas familiares y las suyas propias (cumpleaños, ceremonia del corte de pelo que señala el final de la infancia, etc.), y los acontecimientos importantes, como las bodas, añadía días extra de vacaciones.