Édouard Manet y El Almuerzo Campestre: Revolución en la Pintura del Siglo XIX

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Édouard Manet y su Contexto Histórico

El París de la Segunda Mitad del Siglo XIX

Édouard Manet vivió en el París de la segunda mitad del siglo XIX. Desde el punto de vista político, es la Francia de finales del reinado de Napoleón III, de la guerra franco-prusiana de 1870, del fracaso de la Comuna de París (1871) y de la proclamación de la III República, que consolida definitivamente a la burguesía capitalista en el poder.

Desde el punto de vista económico, es la época del crecimiento del capitalismo y de la segunda revolución industrial; de la expansión de Europa por el mundo a través del reparto colonial; del desarrollo de las investigaciones científicas… En definitiva, de un mundo cambiante del que el pintor no se puede sustraer.

El mundo artístico gira en torno a los SALONES, que eran grandes exposiciones anuales, organizadas por las academias bajo el patrocinio del gobierno, donde solo se exponían aquellos cuadros que se ajustaban a los cánones oficiales (conservadores).

Influencias Clave en la Pintura de la Época

Los cambios que más influyeron en los pintores de esta época fueron:

  • La aparición de la fotografía: la copia de la realidad deja de ser el objetivo principal de la pintura, a la cual se le abren nuevos caminos.
  • La creación y comercialización de gamas más extensas de colores industriales de buena calidad, soportes textiles más diversos y baratos. La comercialización de pinturas al óleo en tubos de estaño favoreció la pintura al aire libre, ya que permitía usar la pintura tal como sale del tubo, sin preparaciones previas.
  • El ferrocarril: como medio de transporte, facilitó los viajes y acortó las distancias, pero también aportó nuevos temas, experimentándose el concepto de la velocidad, de la instantaneidad…
  • Impacto del tiempo: es la era de los relojes. El tiempo es un tema que obsesiona al hombre y, en particular, al pintor. La técnica de los nuevos pintores necesita de una pincelada rápida y hábil.
  • Los grabados japoneses: empezaban a circular por París y dieron a conocer un arte nuevo para los occidentales por sus composiciones descentradas, las formas esquematizadas y sus colores planos y simples. Esta nueva concepción artística marcó a Manet y a las nuevas generaciones de pintores.

El Almuerzo Campestre: Un Hito en la Historia del Arte

Manet es considerado uno de los pioneros del arte moderno.

De formación tradicional, viaja a España y conoce la pintura de Velázquez y Goya. Es considerado como precursor del impresionismo, aunque no participase directamente en el grupo.

  • Por construir sus cuadros a base de grandes manchas o superficies de color plano recortadas sobre el fondo, abandonando el tradicional modelado o volumen basado en el claroscuro o gradación de tonos.
  • Por presentar encuadres o puntos de vista ajenos a la perspectiva tradicional.

(Entre sus obras destacan Olympia, Almuerzo sobre la Hierba y El Balcón).

Técnica y Soporte de El Almuerzo Campestre

Obra de gran tamaño, de 2,08 m de alto por 2,64 m de ancho, pintada al óleo sobre lienzo. El uso del gran formato fue criticado, ya que este estaba reservado para temas históricos, religiosos...

Esta tela fue rechazada en el Salón Oficial de 1863 y expuesta en el llamado Salón de los Rechazados, con el título "El baño". Causó un enorme escándalo, tanto por su tema como por su manera de pintarlo.

Género y Tema

Se trata de una mezcla de paisaje con figuras y bodegón.

Tema: En un claro del bosque aparecen cuatro personajes que han ido a almorzar a orillas del Sena. Dos hombres jóvenes, elegantemente vestidos siguiendo la moda, hablan con una mujer sentada sobre una tela azul, que mira fija y descaradamente al espectador.

Una cuarta protagonista, una bañista con camisa, sale del río. Esta figura parece grande para el plano que ocupa en la profundidad; debería ser más reducida según el sentido de la profundidad.

En el primer plano encontramos una naturaleza muerta: una cesta con frutas, un sombrero y la ropa azul, que se interpone entre los protagonistas y el espectador. En el ángulo de la esquina izquierda, una rana, símbolo de la lujuria. La iconografía está inspirada en un cuadro de Giorgione, "El concierto campestre".

Composición, Perspectiva y Profundidad

La composición se organiza por medio de triángulos: dos con vértice en las cabezas masculinas, otros menores como el de la pierna de la mujer, y todas las figuras pueden englobarse dentro de otro que tiene el vértice en la bañista situada en el centro. Por lo tanto, estamos ante una estructura piramidal, la forma de composición más clásica. Aunque se puede interpretar que los personajes se ordenan sobre una gran “V” abierta; colocación que deja el centro libre, y nos lleva a la figura del fondo que, agachada, sirve como nexo entre estos y el fondo luminoso.

En cuanto a la perspectiva, los árboles (fundamentalmente) parecen establecer una serie de líneas de fuga que nos llevan hacia la mujer del fondo (punto de fuga), que está rodeada de un halo de luminosidad.

Podemos decir que no hay una perspectiva tradicional. De hecho, la mujer parece estar suspendida en el aire a la altura de las cabezas de las figuras del primer plano y, por otra parte, su tamaño, teniendo en cuenta la distancia a la que está, es incorrecto.

Realmente, la profundidad se logra por medio de pantallas laterales del arbolado; el paisaje es utilizado como un simple decorado (influencia de las estampas japonesas).

Por otro lado, el follaje va perdiendo nitidez hacia atrás, de modo que allí las hojas o los reflejos en el agua están solo esbozados. Esto tiene que ver con la perspectiva aérea, que en el caso de Manet se desarrolla fundamentalmente por la desaparición gradual de los contornos.

Volumen y Luz

Un aspecto esencial y nuevo es prescindir del modelado del volumen tradicional (juego de luces y sombras), sustituido por manchas planas de color, con lo que los personajes parecen como recortados, sin relieve, sin efecto de corporeidad o redondez, sino planos. Este aspecto del cuadro se debe a la influencia del arte japonés.

La luz tiene una especial importancia, sobre todo a la hora de crear una atmósfera. Las sombras proyectadas por los troncos de los árboles están anticipando las experiencias impresionistas (las sombras no son negras, sino violetas o verdes).

El foco de luz está en el fondo, en la apertura de la vegetación. La claridad se filtra a través de la hierba, del agua... Pero la mujer desnuda está plenamente iluminada por una luz frontal –lo habitual eran las luces laterales–; ella es el centro de toda la obra.

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