La Edad del Hierro en la Península Ibérica: Culturas y Sociedades Prerromanas
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Primera Edad del Hierro: Transformaciones y Sociedades Prerromanas
La Metalurgia del Hierro, aunque no fue tan decisiva como la del cobre o el bronce, aportó calidad y accesibilidad a los materiales. Este periodo marcó una profunda transformación del orden mundial tras el colapso provocado por los Pueblos del Mar, trasladando el centro de gravedad desde Oriente a Occidente. El Mediterráneo se unificó gracias a la influencia de fenicios y griegos, lo que propició una gran diversificación cultural regional, con expresiones de gran pureza autóctona o influidas por los nuevos centros de poder, como Tartessos.
Se observa una especialización de algunas sociedades, como la de Hallstatt, que controlaba la gema de sal, o aquellas con continuas explotaciones mineras (Vilanova, Tartessos). También destacaron por un activo comercio (ámbar, vidrio...) o como redistribuidores de productos fenicios y griegos. La presencia de restos de hierro y actividad metalúrgica en el sudeste peninsular (Morro de Mezquitilla, y necrópolis de La Laurita y Trayamar en Málaga) es una clara prueba de su importancia.
Al principio, el hierro fue utilizado como material de lujo para objetos funerarios. Un ejemplo notable es el cuchillo afalcatado con hoja de hierro y remaches de bronce o plata, hallado en ajuares tartésicos. Los pueblos prerromanos del centro y occidente peninsular tienen su origen en el Bronce Final. Los celtas se relacionan con las gentes de los Campos de Urnas, con las poblaciones ultrapirenaicas, o con la mezcla de ambas teorías.
Área Oriental de la Meseta y Tierras Altas: La Cultura de los Castros Sorianos
En esta área se desarrolló la Cultura de los Castros Sorianos. Sus hábitats eran pequeños, con defensas naturales y artificiales. No obstante, también existían asentamientos con pocas defensas en zonas de valle, relacionados con la agricultura. Su origen se atribuye a la influencia de los grupos de los Campos de Urnas, que darán lugar a los pueblos ibéricos hasta mediados del siglo V a.C.
Las viviendas eran de planta cuadrada, con zócalo de piedra y paredes de adobe o tapial con techos de madera. No tenían divisiones internas y se agrupaban en manzanas (ejemplos: Castilfrío de la Sierra, El Castillo del Royo). Las necrópolis se ubicaban fuera del poblado. La cremación se realizaba en el ustrinum, depositando las cenizas en urnas cerámicas o directamente sobre el suelo en hoyos cubiertos con una piedra plana. Se incluían objetos personales, ofrendas y se señalizaban con estelas.
Los ajuares, a partir del siglo VI a.C., diferenciaban entre guerreros (armas y fíbulas) y población civil (pulseras, fíbulas y puñales). La economía era predominantemente ganadera (cabra y oveja) en las zonas altas y agrícola en los llanos y mesetas, con una intensa explotación mineral.
El Duero Medio: La Cultura de Soto de Medinilla
La Cultura de Soto de Medinilla (siglo VII a.C., con fases Soto I y Soto II) presenta un origen foráneo, conectándose con los Campos de Urnas del Ebro. Las casas eran de planta circular, reforzadas por estacas y cubiertas de ramas y cañas unidas con barro, distribuidas en grupos junto a dependencias de almacenamiento y para cocer pan.
Fabricaban cerámica a mano, lisa o con incisiones, impresiones a peine y dedos, grafitadas o pintadas en blanco, amarillo o rojo. Los enterramientos se realizaban por cremación, y los niños eran sepultados bajo las casas. Practicaban una agricultura itinerante (cereales, trigo y cebada) y ganadería para alimentación y aprovechamiento de la lana.
Área Occidental de la Meseta: Conexiones Tartésicas
Esta área presenta claras relaciones con el área tartésica. Las casas eran de planta irregular, con paredes de adobe sobre zócalo de mampostería, techo vegetal e interior sin división. Contaban con murallas defensivas y una distribución irregular por el poblado.
Las tumbas eran hoyos excavados en el suelo donde se depositaban las cenizas, tapándolas con tierra o lajas de piedra. También se encontraban en túmulos y señalizadas con estelas. El ajuar era jerarquizado. La economía se basaba en la ganadería (ovicápridos, bóvidos y cerdos), la pesca y la caza.
La Cultura Castreña del Noroeste: Fases y Características
La Cultura Castreña del Noroeste se divide en cuatro fases principales:
- Etapa formativa (siglos VIII-V a.C.): Constitución de los castros.
- Fase clásica (hasta el siglo II a.C.).
- Máximo apogeo bajo dominio romano: Generalización del torno de alfarería y la metalurgia.
- Abandono de los castros y aparición de pseudovillas romanas.
Las casas eran de planta circular y cubierta cónica, inicialmente con materiales perecederos y posteriormente de piedra. El castro es el nombre del poblado; además de viviendas, existían edificios públicos (¿templos?) y balnearios. Los castros eran de forma circular u oval, protegidos con murallas, fosos y terraplenes.
Las actividades económicas incluían la agricultura, ganadería, caza, pesca y marisqueo. Los poblados se ubicaban cerca de la costa. Realizaban intercambios de excedentes agropecuarios, exportaban plomo y estaño, y compraban adornos tartésicos y cerámica griega y cartaginesa.
Las Islas Baleares: El Periodo Talayótico II
El periodo Talayótico II (siglos VIII-VII a.C.) se caracteriza por el abandono de los talayots como estructuras principales. Las casas eran de planta cuadrada, rectangular y radial. La inhumación se realizaba en necrópolis complejas, en sepulturas navetiformes. En Menorca, las navetas fueron sustituidas por cuevas naturales o artificiales.
En la cultura material destacan objetos de bronce realizados con la técnica de la cera perdida y retocados mediante buril, como pectorales y torques. También se encuentran puntas de lanza y hachas de cubo de bronce. La cerámica lisa balear es característica. Se han encontrado figuras de toros, cabezas y cuernos, gallos y serpientes, relacionadas con la divinidad Reshef, realizadas con la técnica de la cera perdida y pintadas en forma pitoide y carenada.