La Economía Sacramental: Liturgia, Trinidad y Sacramentos en la Fe Cristiana

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La Economía Sacramental

La Liturgia: Obra de la Santísima Trinidad

El Padre: Fuente y Fin de la Liturgia

Desde el comienzo y hasta la consumación de los siglos, toda la obra de Dios tiene un carácter de bendición. En la Liturgia de la Iglesia, la bendición divina es plenamente revelada y comunicada.

La Liturgia cristiana tiene una doble dimensión:

  • La Iglesia bendice al Padre “por su don inefable” mediante la adoración, la alabanza y la acción de gracias.
  • La Iglesia no cesa de presentar al Padre “la ofrenda de sus propios dones”.

La Obra de Cristo en la Liturgia

Cristo actúa por medio de los Sacramentos, instituidos por Él para comunicar su gracia. En la Liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su Misterio Pascual.

Para llevar a cabo la obra de la salvación, Cristo está siempre presente en la Liturgia terrena.

El Espíritu Santo y la Iglesia en la Liturgia

La misión del Espíritu Santo en la Liturgia de la Iglesia es:

  • Preparar la asamblea para el encuentro con Cristo.
  • Recordar y manifestar a Cristo a la fe de la asamblea de los creyentes.

La finalidad de la misión del Espíritu Santo en toda acción litúrgica es poner a los fieles en comunión con Cristo para formar su Cuerpo Místico. En la Liturgia se realiza la cooperación más íntima entre el Espíritu Santo y la Iglesia. El fruto del Espíritu Santo en la Liturgia es, inseparablemente, comunión con la Trinidad y comunión fraterna.

El Misterio Pascual en los Sacramentos de la Iglesia

En la Iglesia hay siete Sacramentos:

  • Bautismo
  • Confirmación
  • Eucaristía
  • Penitencia
  • Unción de los Enfermos
  • Orden Sacerdotal
  • Matrimonio

Los Sacramentos de Cristo

Cristo no es solamente quien fundó los Sacramentos, es su verdadero fundamento.

Para entender la dinámica de los Sacramentos debemos comprender la trayectoria que se desarrolla a partir del acontecimiento único del Misterio Pascual: La economía de nuestra salvación depende, en primer lugar, de la encarnación del Hijo; después, de Cristo como Sacramento; luego, de la Iglesia como Sacramento; y, por último, de los Sacramentos celebrados en la Iglesia.

Cristo es Sacramento, porque es a la vez Dios y hombre. Cristo es, con toda su vida, el fundamento último de los distintos Sacramentos. La Iglesia reconoció poco a poco ese tesoro recibido de Cristo y reguló la forma de transmitirlo. Entre las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, hay siete que son Sacramentos instituidos por Cristo.

Los Sacramentos de la Iglesia

Los Sacramentos tienen una referencia doble:

  • Por una parte, a los acontecimientos más importantes de la vida de Jesús, como su Bautismo y el Misterio Pascual (especialmente los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía).
  • Y, en segundo lugar, a las situaciones decisivas en la vida del hombre: nacimiento, necesidad de alimentarse, matrimonio, enfermedad, el perdón de los pecados, compromiso especial con la misión o el ministerio.

Los Sacramentos son de la Iglesia, porque ella es el Sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo. Los Sacramentos constituyen también a la Iglesia.

Los Sacramentos de la Fe

Fortalecen la fe con palabras y símbolos.

Los Sacramentos de la Salvación

Causalidad simbólica o pecadores. A través de la acción de Dios sentimos realidades simbólicas.

Los Sacramentos de la Vida Eterna

En los Sacramentos de Cristo, la Iglesia participa ya en la vida eterna, aunque aguardando la manifestación de la gloria de Dios.

Celebrar la Liturgia de la Iglesia

Los Celebrantes de la Liturgia Sacramental

La asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados, pero no todos los miembros tienen la misma función. Por tanto, cada cual debe hacer aquello que le corresponde.

Los Sacramentos no son obra de los seres humanos, sino de la Trinidad. La fuente de la celebración cristiana es el Padre. Jesús se hace presente en la Liturgia. El Espíritu está presente en la Liturgia.

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