La Economía Sacramental: Cristo, Presencia de Dios, y la Iglesia como Instrumento de Salvación

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El Doble Movimiento de la Revelación y la Vida Sacramental

Siguiendo la flecha descendente, en cada etapa nos acercamos a la vida cotidiana. Dios se hace visible en la historia.

Siguiendo la flecha ascendente, la vida del hombre remite, etapa tras etapa, a la revelación del verdadero rostro de Dios.

La vida sacramental realiza constantemente este doble movimiento: Dios viene hacia el hombre y el hombre va hacia Dios. Jesucristo, a través de su Iglesia, aparece como el camino que une al hombre con Dios.

Cristo, el Sacramento Primordial de Dios

Si sacramento en sentido religioso significa revelación y don de la salvación de Dios en y a través de una forma externa y visible, Cristo, con su Encarnación, es el primer gran sacramento, el sacramento de Dios: “El sacramento de Dios no es otro que Cristo” (San Agustín). “Cristo es para nosotros, en su humanidad, el sacramento de Dios” (H. de Lubac).

La humanidad de Cristo es el misterio-sacramento único, singular y extraordinario del encuentro salvífico del Padre con los hombres en el Espíritu Santo. Hay una obra ya clásica del padre dominico Eduardo Schillebeeckx sobre la economía sacramental cristiana que se titula precisamente Cristo, sacramento del encuentro con Dios.

En Jesucristo, "resplandor de su gloria" (Hb 1,3), Dios nos muestra plenamente su gloria: “Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14). Cristo es la shekinah de Dios, la presencia (morada) de Dios entre nosotros. La persona de Cristo y todas sus acciones no son otra cosa que manifestación de Dios, glorificación de Dios.

La Iglesia, Sacramento Universal de Salvación

Ahora bien, mediante el don del Espíritu Santo, "el Espíritu de la gloria" (1 Pe 4,14), Cristo asocia a sus discípulos a su misión glorificadora del Padre: “Y la gloria que Tú me has dado, yo se la he dado a ellos” (Jn 17,22). Por eso la Iglesia es para el mundo sacramento de Cristo, es el instrumento elegido con el que Dios hace que su palabra, su sabiduría y su espíritu lleguen hasta los confines de la tierra. En ella se hace presente “todos los días y hasta el fin del mundo” (Mt 28,20) Cristo glorioso. Animada y sostenida por el Espíritu Santo, extiende y comunica a todas las generaciones y a todos los pueblos la salvación realizada por su Esposo y Señor Jesucristo. Ella es aquí en la tierra sacramento de Jesucristo.

Dice el Concilio Vaticano II: "Resucitando de entre los muertos, envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por Él constituyó a su Cuerpo, que es la Iglesia, como Sacramento universal de salvación" (LG 48).

Cristo la instituyó como sociedad visible para comunicar mediante ella una realidad invisible: la verdad salvífica y la gracia.

La Iglesia es testigo de Jesús en medio del mundo. La Iglesia no es meta, sino camino. Su función es la de mostrar a otro distinto de ella misma, señalar a Jesucristo como salvador del mundo y como aquel que la salva de su propio pecado.

La Iglesia no es la salvación, es solo el sacramento de la salvación. Ella no tiene que ponerse como punto último de referencia, sino limitarse a anunciar y vivir a Jesucristo como el único capaz de salvar al mundo, siendo así su sacramento.

Misión y Continuidad del Misterio de Cristo

El Misterio de Cristo se vive en la Iglesia y la historia de la salvación se prolonga y continúa en la Iglesia. La misión de la Iglesia es prolongar la misión de Cristo, asegurar la continuidad de su visibilidad a lo largo de la historia. Ella prolonga la misión de Cristo con su ser y con su obrar. He aquí en esquema el ser y obrar de la Iglesia:

Tres Momentos Interrelacionados del Misterio de Cristo Vivido en y por la Iglesia

CONOCER Y DAR A CONOCER A JESUCRISTO: FECELEBRAR A JESUCRISTO: LITURGIAVIVIR A JESUCRISTO: CARIDAD

Anuncia a todas las gentes:

  • La Buena Noticia del Evangelio: Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, murió por nuestra salvación.
  • Dios Padre lo resucitó y glorificó: Jesús es el Señor.
  • Convertíos y bautizaos y recibiréis el don del Espíritu y el perdón de los pecados.

Celebra:

  • Hace presente la obra salvadora de Dios por Cristo en el Espíritu.
  • Celebra la fe en la Eucaristía.
  • Proclama la fe en el Credo y con himnos.
  • Oración comunitaria y personal.

Vive lo que anuncia:

  • Vive los valores del Reino.
  • Colabora en la construcción de un mundo mejor.
  • Aporta los valores del Evangelio a la convivencia humana.

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