Economía y Política en la España Franquista: Autarquía, Apertura y Estabilización (1939-1959)

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La Autarquía en la España de Posguerra (1939-1953)

Tras la Guerra Civil, España se encontraba devastada. A las 300.000 pérdidas humanas se sumaron importantes destrucciones en ciudades, carreteras, ferrocarriles y centrales eléctricas. Aunque la industria sufrió menos daños, la situación general era crítica. La autarquía, una política económica centrada en el autoabastecimiento, se impuso como respuesta a las dificultades para importar, tanto por la Segunda Guerra Mundial como por el posterior aislamiento internacional.

Los Años del Hambre y el Mercado Negro

Durante los años 40, conocidos como "los años del hambre", se produjo un lento proceso de recuperación demográfica. El consumo de residuos alimenticios propició la difusión de enfermedades graves. Para distribuir equitativamente los escasos alimentos, se instauró un sistema de racionamiento, que a su vez generó un mercado negro.

El Instituto Nacional de Industria (INI)

Ante la imposibilidad de importar, el gobierno promovió la industrialización mediante la creación de un fuerte sector público a través del Instituto Nacional de Industria (INI).

Control de la Oposición

La oposición política fue controlada con relativa facilidad. Se reprimieron tanto los ataques guerrilleros en los Pirineos como la huelga de 1947 en Bilbao, que marcó el despertar del movimiento obrero clandestino. Los monárquicos, tras el manifiesto de Lausana de don Juan, vieron frustradas sus esperanzas de restaurar la monarquía borbónica. Sin embargo, tras la entrevista entre el pretendiente y Franco, se acordó que Juan Carlos se educara en España, manteniendo viva la esperanza monárquica.

La Apertura (1953-1959)

El contexto internacional de la Guerra Fría facilitó el reconocimiento internacional del franquismo. En 1953, se firmaron los acuerdos hispano-norteamericanos, por los cuales, a cambio de instalar bases militares en España para un posible enfrentamiento con la URSS, Estados Unidos proporcionó ayuda económica. Ese mismo año, se firmó un nuevo concordato con el Vaticano que confirmaba el estado confesional, la dotación económica para la Iglesia, las facilidades para la enseñanza religiosa y el fuero eclesiástico. Finalmente, en 1955, España fue reconocida como país miembro de la ONU.

La Oposición en la Apertura

En este periodo, la oposición exterior declinó, mientras que la interior se articuló en tres frentes: el movimiento obrero, el universitario y los nacionalismos periféricos. El movimiento obrero fue liderado por el sindicato comunista clandestino Comisiones Obreras (CCOO) en el País Vasco, Cataluña y Asturias. El movimiento universitario se vio impulsado por la reforma de la enseñanza secundaria del ministro Joaquín Ruiz Giménez, que provocó enfrentamientos con los falangistas. Los sucesos de 1956, en torno al entierro de Ortega y Gasset, revelaron el declive político de la Falange. En Cataluña y el País Vasco resurgió el nacionalismo, destacando la aparición de ETA en 1958-59.

El Inicio de la Apertura Económica

La apertura económica comenzó en la década de los 50, con la supresión del racionamiento y la normalización de la vida económica, marcando el fin de la autarquía. Los factores clave de este cambio fueron la ayuda económica estadounidense (materias primas, carburantes, etc.), que generó un importante crecimiento industrial, y el desarrollo del turismo. Este último se convirtió en un fenómeno especialmente favorable, impulsado por las vacaciones pagadas y el aumento del nivel de vida de los europeos que visitaban España. Las consecuencias se tradujeron en un equilibrio de la balanza de pagos gracias a los ingresos obtenidos.

El Plan de Estabilización de 1959

Con el Estado al borde de la bancarrota debido a una política económica inexistente, Franco introdujo en el gobierno a los tecnócratas, miembros del Opus Dei, liberales en lo económico y conservadores en lo político. Estos implementaron el Plan de Estabilización de 1959, que combinaba medidas de austeridad, recortes del gasto público, congelación de créditos y salarios, y la devaluación de la peseta para favorecer las inversiones extranjeras. Como consecuencia de estos reajustes económicos, necesarios para el crecimiento posterior, muchos españoles emigraron, tanto dentro de España como al extranjero.

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