La Economía Mundial en el Siglo XIX: Integración, Comercio y el Patrón Oro

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La Economía Mundial en el Siglo XIX

Integración de los Mercados

3.1. La Integración de los Mercados de Productos y de Factores de Producción

La Revolución Industrial, complementada con la revolución de los transportes, implicó cambios importantes en la disponibilidad de productos y de factores de producción, hasta el punto de revolucionar el conjunto de la economía.

La integración de los mercados de factores de producción se produjo exportando factores de los lugares donde eran relativamente abundantes hacia los lugares donde eran escasos.

Puesto que es evidente que la tierra no se puede mover, el trabajo y el capital se trasladaron donde la tierra era abundante.

La tierra apta para agricultura y la ganadería, escasa en Europa en relación con su demanda, era abundante en otras zonas del mundo, que no disponían de suficiente población, ni capital ni organización económica para explotarla.

Esta ocupación de tierra en los demás continentes provocó que los europeos dispusieran de 6 veces más tierra cultivable per cápita, en perjuicio de los pobladores anteriores.

La gran emigración europea representa el mayor movimiento de población de toda la historia de la humanidad.

El resultado fue el surgimiento de una economía internacional centrada en Europa en beneficio de la misma, principalmente por tres razones:

  • El mayor valor añadido de los bienes industriales.
  • La liquidación de las manufacturas tradicionales, que no pueden competir con los productos industriales.
  • El crecimiento de la dependencia del resto del mundo respecto de los países industrializados.

3.1.1. El Crecimiento del Comercio

La expansión del comercio fue una característica constante a lo largo del siglo XIX.

El crecimiento del comercio es a la vez consecuencia y factor del desarrollo técnico y económico que representa la Revolución Industrial y su difusión, porque el desarrollo provoca la especialización tanto personal como sectorial y geográfica.

Para entender estos procesos hay que tener en cuenta que el comercio, tanto interior como exterior, se basa en la carencia de un bien o en la posibilidad de obtenerlo a precios inferiores.

La diferencia de precios depende de los costes relativos de los factores de producción y de los costes de transporte.

No obstante, en el siglo XIX se observan unos costes de los factores parecidos.

La razón no depende solo de diferentes factores, sino sobre todo de la ventaja técnica y de las economías de escala (el país más avanzado tiende a especializarse en los productos más remunerativos y cuanta más cantidad puede producir, más barato lo puede hacer; las economías de escala hacen que una pequeña ventaja al comienzo se amplíe).

3.1.2. Características del Comercio Internacional

Las principales características del comercio internacional de 1815 a 1913:

  1. Crecimiento mucho mayor: el crecimiento del comercio fue muy superior tanto al aumento de la población como al crecimiento de la producción.
  2. Crecimiento muy desigual en la participación en el comercio internacional, tanto de países como de los diferentes productos.
  3. Claro predominio de Europa sobre el comercio mundial.
  4. Separación entre las áreas que ofrecen productos primarios y las que ofrecen productos industriales, y por tanto una mayor división internacional del trabajo.

Los productos que cambiaron las estructuras comerciales mundiales fueron los relacionados con la industrialización.

Una primera etapa: fueron el algodón, carbón, la maquinaria y los minerales. La producción para la venta y la división internacional del trabajo empezaron en las economías europeas; la mayor parte del comercio fue intraeuropeo.

A mediados del siglo XIX, Europa alcanzaba el 70% del comercio. Excepto Gran Bretaña, que acaparaba un 20% del comercio mundial.

El impacto de la producción industrial sobre el resto del mundo generó un proceso de retroalimentación.

Sin embargo, en algunos casos, este crecimiento podía ser a la larga, como explica Bairoch (1972), un crecimiento empobrecedor si el país se especializa en un producto con un valor añadido y una demanda reducida.

El aumento de la producción hacía caer el precio; la respuesta era intentar atenuar el descenso de los precios con un aumento de las ventas, pero solo contribuía a un mayor descenso de los precios: es el círculo vicioso del comercio internacional.

Evolución del Comercio y Políticas Comerciales

3.2. Evolución del Comercio y Políticas Comerciales

Las relaciones comerciales experimentaron un fuerte crecimiento a lo largo del siglo XIX, pero los ritmos de este crecimiento y de la riqueza fueron muy diferentes según productos, zonas y momentos.

Las políticas gubernamentales oscilan entre el aprovechamiento de los beneficios de la libertad de comercio (librecambismo) y los intentos de preservar la producción propia encareciendo la entrada de productos extranjeros (proteccionismo).

La evolución de la producción, especialmente a causa de la difusión de la industrialización, y de las políticas económicas impuestas por los diversos gobiernos, permite que se puedan distinguir cuatro grandes etapas en el crecimiento comercial del siglo XIX.

3.2.1. Crecimiento Comercial y Avance del Librecambismo

El efecto combinado de la industrialización y las mejoras en los transportes comportó el crecimiento comercial, al mismo tiempo que se iba difundiendo la teoría de las ventajas de la libertad del comercio, del librecambismo.

  • Primera fase (1815-1847): la expansión comercial fue moderada y las políticas económicas proteccionistas e incluso prohibicionistas.
  • Segunda fase (1847-1868): tasas de crecimiento superior al 5% anual. Se debió a la demanda de materias primas industriales y a la oferta de productos manufacturados, la construcción de líneas ferroviarias, el abaratamiento del transporte, la división internacional del trabajo, y al aumento de la disponibilidad de monedas como consecuencia de los descubrimientos de oro en California y en Australia. Este impulso comercial se vio reforzado por la adopción del librecambismo en Gran Bretaña.

Sin embargo, el gran momento librecambista no llegó hasta 1860 con el llamado Tratado de Cobden-Chevalier entre Gran Bretaña y Francia.

Antes de implantar el librecambismo era necesario introducir impuestos sustitutivos.

A partir de 1866 afectaba a toda Europa, excepto a Rusia y los territorios de los Balcanes sometidos al Imperio Turco.

3.2.2. La Depresión del Último Cuarto de Siglo y el Inicio del Nacionalismo Económico

En una fase, que va desde 1868 hasta 1896, las tasas de crecimiento del comercio fueron mucho más bajas por varias razones:

  • La madurez de las industrias nacionales, que permitían ahorrar compras en el extranjero.
  • El fin del primer gran boom de construcción de líneas ferroviarias.
  • Las dificultades de muchos países monoexportadores primarios, cuyos productos tenían unas tasas de intercambio cada vez más desfavorables.
  • La depresión económica que comportó la caída del poder adquisitivo. La sustitución de políticas de crecimiento alternativo por políticas de industrialización protegida, cuyo primer paso fue el retorno al proteccionismo. Entre los años 1873 y 1895, las economías capitalistas se vieron afectadas por un crecimiento desacelerado a causa de sobreproducción que se tradujo en una crisis financiera.

Debido a la gran competencia y al abaratamiento del transporte, otros países traían productos por menos dinero de lo que les costaban producirlos en Europa.

La crisis financiera se inició con la caída de la Bolsa de Viena en 1873, provocando la quiebra de gran cantidad de bancos y de compañías ferroviarias.

La caída de los valores ferroviarios y de los títulos de deuda pública, cuyos intereses a menudo no se pagaban, provocó el descenso de las cotizaciones en la bolsa e hizo tambalear el sistema financiero mundial.

Las consecuencias de la depresión fueron varias y muy importantes. Poyard (1991) la considera como un gran punto de inflexión histórico: el paso de una fase de optimismo e integración internacional, representada por el librecambismo y la división internacional del trabajo, a la fase de egoísmo nacional, de industrialización concurrente, de protección de la producción y el trabajo de cada país y de la captura de mercados (colonias formales e informales), que se prolongarían hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Para salir de la crisis se probaron dos vías: la defensa de la producción nacional, tanto industrial como agrícola, a través del proteccionismo y el progreso técnico.

El rasgo más característico del retorno al proteccionismo fue su transformación en nacionalismo económico.

Al mismo tiempo, las grandes empresas se organizan a escala internacional con la finalidad de salvar los obstáculos que representa el proteccionismo y para mantener los beneficios.

Es importante mencionar también que aunque los cárteles fueron muy exitosos, fueron además bastante inestables, aunque algunos se decidieron e hicieron más de una vez.

A partir de 1896 se observa una recuperación de las tasas de crecimiento y un nuevo incremento del comercio internacional, que se tiene que atribuir a la superación de la depresión, principalmente en dos aspectos: la recuperación del poder adquisitivo interior y al aumento de los intercambios provocados por la difusión de los nuevos productos.

Movimientos Internacionales de los Factores de Producción

3.3. Los Movimientos Internacionales de los Factores de Producción

3.3.1. La Gran Emigración Europea

Como mínimo 44 millones de personas abandonaron Europa definitivamente hacia otros continentes a lo largo del siglo que va desde 1815 hasta 1914.

Su impacto no se tiene que calibrar solo por el número de emigrantes, sino también por su descendencia: la emigración del siglo XIX europeizó gran parte del mundo.

3.3.1.1. Volumen, Origen y Destino de la Emigración

La emigración fue un proceso acelerado: hasta 1850, 100.000 emigrantes anuales; en 1915, 900.000.

La emigración era las tres cuartas partes británicas y su destino las dos terceras partes EE. UU.

La proporción que va a EE. UU.

El resultado es que a lo largo del periodo 1821-1915 el 36% salieron de Gran Bretaña y el 18% de Italia.

Una segunda oleada importante de emigración, tanto alemana como británica, coincide con la Guerra de Secesión.

3.3.1.2. Causas de la Emigración

Las causas de la emigración europea responden a mecanismos de expulsión y atracción. La expulsión puede ser física, como consecuencia de guerras o persecuciones, pero su importancia es pequeña frente a la expulsión económica: campesinos sin tierra o bien obreros sin trabajo, como resultado de dos fenómenos: el crecimiento demográfico y el cambio tecnológico.

La expulsión es el aspecto pasivo de la emigración.

No obstante, los emigrantes no suelen pertenecer a las clases más bajas, no son pobres, sino más bien empobrecidos. Aunque la industrialización fue durante mucho tiempo una gran fuente de demanda de trabajo, hay que tener en cuenta que para un campesino resulta generalmente preferible la idea de reproducir su forma de vida, a la de cambiar de trabajo, aunque fuera más cerca.

Esta atracción creció aún más en los momentos en que países como EE. UU., Brasil y Argentina concedieron tierras y Brasil también ayudas para que los emigrantes se instalaran.

En segundo lugar, favorecieron la emigración con la desaparición de barreras legales, el abaratamiento del viaje, paralelo al aumento de su seguridad y comodidad y la mejora de la información, potenciada por las mismas empresas de transporte.

En cuanto a la desaparición de las barreras legales, hay que tener en cuenta algunos países del este; la servidumbre campesina no fue suprimida hasta después de la mitad del siglo y muchos estados dificultaban o impedían la emigración en edad militar, encarecían los pasaportes.

La última ventaja importante en este sentido fue la creación de líneas de navegación regulares (debido a que necesitaban pasajeros); favorecieron la emigración, precios, condiciones del viaje y las fechas de salida, abrieron agencias que ayudaban a obtener los papeles necesarios.

Las consecuencias de la emigración fueron favorables.

La inmigración y el crecimiento económico tienen una causa circular: la inmigración impulsa la superficie cultivada, intensifica la explotación y la renta.

El exceso de inmigración puede provocar un retroceso relativo de los salarios de los trabajadores no especializados.

Este hecho produjo quejas y disturbios; en Australia: los chinos habían sido apartados de la búsqueda de oro (mediante un impuesto discriminatorio) y también se prohibieron los chinos en California.

3.3.2. Los Movimientos Internacionales de Capitales

Antes de mediados del siglo XIX, la inversión exterior empezó a crecer fuertemente en busca de unos beneficios más elevados y más seguros, la creación o desarrollo de instituciones y mercados financieros especializados y, por otra parte, la demanda de capitales para la construcción de las redes ferroviarias y la creación de compañías mineras.

Se puede decir que en todo el siglo, los dos determinantes principales de la inversión exterior de capitales fueron la urbanización y el progreso técnico.

¿Qué consecuencias tuvo la exportación de capitales? Para los países exportadores muy desiguales: permitieron grandes negocios, pero también hubo muchas empresas fracasadas y muchos países no pagaron con regularidad.

Para los países prestatarios, igual que para cualquier crédito, el resultado dependió del uso que hicieron de este.

La peor situación es la de los países importadores de capitales en forma de deuda pública, que lo dedicaron o bien a empresas que no fueron rentables o bien a actividades militares o de ostentación sin retorno económico.

Para el conjunto de la economía internacional, la inversión internacional de capitales, así como la gran emigración europea, tuvo resultados claramente positivos.

El Sistema Internacional de Pagos: El Patrón Oro

3.4. El Sistema Internacional de Pagos: El Patrón Oro

3.4.1. Moneda y Patrones Monetarios

El patrón oro era el respaldo de los billetes en determinada cantidad de oro.

Su abandono comenzó durante la Primera Guerra Mundial, puesto que los gobiernos beligerantes necesitaban imprimir moneda sin tener la capacidad de redimirla en metal. Después de la Segunda Guerra Mundial, fue sustituido por el patrón cambio oro.

El patrón cambio oro es un sistema monetario por el cual se fija el valor de una divisa en términos de una determinada cantidad de oro. Este sistema se reimplantó en Bretton Woods, cuando surgió el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este sistema dio lugar a una estabilidad relativa y duradera, de 1944 a 1971.

La vigencia del patrón oro, que imperó durante el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, terminó a raíz de la Primera Guerra Mundial, de forma que ya no se utiliza en ningún lugar del mundo.

3.4.1.1. Funcionamiento Teórico del Modelo

El patrón oro es un sistema monetario bajo el cual el valor de la moneda de un país es legalmente definido como una cantidad fija de oro. La moneda en circulación está constituida por piezas de oro, o por billetes de banco (papel moneda) que las autoridades monetarias están obligadas a convertir, si así se les demanda, por una cantidad determinada de oro.

Además, los individuos tienen la posibilidad de exportar e importar oro libremente.

Cuando se usa el patrón oro se estabilizan, dentro de una estrecha franja, los valores de las diferentes monedas que aceptan el mismo.

A pesar de las ventajas del sistema, este fue abandonado durante los primeros años de la crisis de la década de los 30 para evitar que precios y salarios descendieran en respuesta a la bajada de la demanda global, de modo que los ajustes recayeron sobre la cantidad de empleo total; en estas condiciones se consideró "menos doloroso", en lo inmediato, la depreciación del tipo de cambio (es decir, el abandono del patrón oro puro) para abaratar las exportaciones, que la reducción de los salarios, especialmente porque la presión de los sindicatos impuso, en buena medida, este tipo de política.

El patrón oro era un sistema monetario internacional que no podía funcionar sin la cooperación de los países que lo adoptaban. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se ha intentado restaurar la coordinación entre las políticas monetarias de los diversos países y la libertad de comercio internacional, mediante la creación de organismos como el FMI y el GATT.

3.4.1.2. El Patrón Oro Según la Historiografía Económica

Aunque existieron muchas ocasiones a lo largo de la historia en que el oro fue dinero, cuando hablamos del patrón oro nos estamos refiriendo al imperio de este sistema que tuvo lugar en Occidente durante el siglo XIX.

Algunos historiadores fijan la aparición del patrón oro en Inglaterra, cuando Sir Isaac Newton en 1717 incluyó, en un ensayo sobre el sistema monetario, la ratio de oro a plata que definía la relación entre las monedas de oro y el penique de plata que iba a ser la unidad de cuenta estándar en la ley de la Reina Ana de Gran Bretaña.

La adopción internacional del sistema fue gradual, y aportó una gran estabilidad a la situación financiera mundial debido a que proporcionaba una inflación insignificante y un tipo de cambio estable que era una bendición para el comercio internacional.

3.4.1.3. Implantación Internacional

En el siglo XIX, muchos países tenían un patrón bimetálico.

Durante el tercer cuarto del siglo XIX, el sistema bimetálico se vio sometido a crecientes presiones. El crecimiento de las transacciones internacionales y la reducción de los costes de transporte provocaron el aumento de la circulación de monedas extranjeras en muchos países. La mayoría de ellas ya eran monedas fiduciarias.

Italia empezó a emitir monedas de pequeña denominación de 0,835 de ley. Como las monedas francesas eran más valiosas —0,9 de ley—, los individuos intercambiaban monedas italianas y guardaban las francesas. Francia redujo la ley de sus monedas a 0,835.

Conscientes de su interdependencia se reunieron estos países y Bélgica en 1865, acordando acuñar monedas de 0,835 de ley.

Al acabar la guerra franco-prusiana, Alemania se pasó al patrón oro, al abolir la acuñación ilimitada de plata. Con la indemnización de 5.000 millones de francos que Francia debía pagar, Alemania acuñó monedas de oro y vendió plata a cambio de oro en los mercados mundiales.

Al adoptar Gran Bretaña y Alemania el patrón oro, las externalidades de red llevaron a los otros países a seguir su camino.

La existencia del patrón oro puro no provoca inflación, solo la relajación en su convertibilidad y la permisividad de que los bancos operen con reserva de caja fraccionaria, la produce, al aumentar la masa monetaria en relación con los bienes disponibles —teoría cuantitativa del dinero—.

A comienzos del siglo XX, todo el sistema internacional se basaba en el oro. Sin embargo, solo Inglaterra, Alemania, Francia y EE. UU. circulaban monedas de oro papel —billetes y monedas fraccionarias que podían cambiarse por el oro que poseían los bancos centrales en sus cajas fuertes o en sus tesoros nacionales. Además, los residentes y los extranjeros podían convertir los billetes del Banco de Francia en monedas de oro o de plata a criterio de las autoridades.

Además, existían otros mecanismos para fomentar la entrada de oro y dificultar su salida. Podían reducir los incentivos para comprar oro cambiando billetes solo en la oficina central. Podían elevar el precio de compraventa de barras de oro o cambiar billetes solo por monedas de oro desgastadas.

En otros países, el dinero consistía en plata, papel oro y monedas fiduciarias, pero el banco central se comprometía a convertir su dinero en oro a un precio a la vista.

La composición de las reservas internacionales variaba de un país a otro. La libra esterlina era la principal moneda de divisas y al final del periodo representaba el 40% de las reservas totales de divisas. La cantidad de reservas que debía tener un banco central variaba de un país a otro. En los países que tenían sistemas fiduciarios, el banco estaba autorizado a emitir una cantidad de monedas no respaldadas por oro.

Los países con sistemas proporcionales no podrían tener unas reservas inferiores a una determinada proporción de dinero en circulación. Además, había países con sistemas híbridos. Aun así, en todos los sistemas, bajo ciertos supuestos, estas normas podían incumplirse.

La formalización del mecanismo del patrón oro es el modelo de los flujos de oro y los precios de David Hume. A partir de un mundo donde solo circulaban monedas de oro y donde el papel de los bancos centrales era insignificante.

Posteriormente, en los modelos se incluirían los bancos centrales.

Además, la subida de tipo de interés para frenar las salidas de oro podía deprimir la economía.

Los otros objetivos estaban subordinados a este. Cuando las monedas fluctuaban, los inversores reaccionaban de manera estabilizadora. Si el tipo de cambio bajaba acercándose al punto de exportación de oro, el banco central perdía divisas. Como el capital entraba en grandes cantidades, el tipo de cambio subía solo, haciendo innecesaria la intervención del banco central.

Los bancos centrales del mundo seguían al Banco de Inglaterra.

Sin embargo, en la periferia, donde no se amenazaba la estabilidad del sistema, los bancos centrales europeos eran los menos proclives a ayudar. De hecho, algunos países incluso carecían de banco central.

Había otros factores, como la inestabilidad de los países productores de materias primas.

Finalmente, hay que tener en cuenta las presiones ejercidas por la población, sobre todo en EE. UU. Con el apoyo de la minería de plata lograron durante un breve periodo que se pudieran emitir monedas de plata —Sherman Silver Purchase Act—.

El patrón oro fue el mecanismo por el que se reguló el sistema monetario internacional entre 1870 y 1913. Hay razones para pensar que este equilibrio no se hubiera mantenido durante mucho más tiempo. Como primera economía del mundo, unido a la extensión del sufragio universal, hacía complicado seguir con el sistema vigente hasta entonces, y la razón principal es que el patrón oro era un corsé muy estrecho para ejercitar el control que todo gobierno impone sobre su moneda.

3.4.1.4. El Patrón Cambio Oro

Durante la guerra, los estados beligerantes mantuvieron la fachada del patrón oro, pero el edificio monetario se desplomó. Este ha sido conocido como la Comisión Cunliffe.

En Europa hubo voces que se plantearon el rediseño del sistema monetario.

Esas dificultades son las que permiten que, por primera vez, se celebren reuniones internacionales en aras a la coordinación de las actuaciones nacionales, siendo las conferencias de Bruselas en 1920 y de Génova en 1922, una muestra de ello.

En la conferencia de Génova, se consagró un sistema diferente: el patrón cambio oro ('gold exchange standard'), que se había comenzado a utilizar a partir de 1918. Así, la moneda de cada país ya no estaba vinculada directamente al oro, sino a una moneda central definida y convertible en dicho metal. En consecuencia, ante ciertas dificultades las organizaciones habían decidido crear unas nuevas instituciones que les permitieran un mejor funcionamiento.

La nueva institución era que las reservas de los países miembros no tuvieran que ser en metálico (que escaseaba) sino en una combinación de las dos monedas que sí estarían respaldadas por el oro: la libra y el dólar.

Hay varias explicaciones por la voluntad de los gobiernos de la época para volver al patrón oro. Estos se centrarían en elementos que habrían permitido el gran crecimiento durante la Belle Époque.

En abril de 1925, Churchill fue el primero en decidir fijar la paridad de la moneda (3 libras y 17 chelines la onza de oro).

La ley del patrón oro de 1925 no restauró por completo todas las viejas instituciones.

Eso a pesar de que Keynes había señalado pocos meses antes que un retorno al oro representaría una medida peligrosa porque colocaría a la Gran Bretaña de la posguerra a merced de las autoridades de la Reserva Federal de los Estados Unidos.

En este contexto, la preocupación creciente de las economías por sus problemas internos hace que intenten evitar los problemas derivados de los equilibrios externos cerrando sus economías al exterior. Especialmente problemático fue el abandono del patrón oro por parte de Inglaterra en 1931, puesto que el sistema entero sufre la crisis, cuando el gobierno de Inglaterra, el país central, abdicó de sus obligaciones como detentador de la moneda ancla para resolver problemas o conflictos internos. Todo eso desembocó en la crisis de los años 30: contracción económica, pesimismo generalizado, estancamiento industrial y agrario, desempleo masivo, catástrofes políticas y el inicio de la II Guerra Mundial.

3.4.1.5. El Fin de las Instituciones

Existen muchas teorías sobre la desaparición del patrón de cambio oro y, en definitiva, del patrón oro.

Los países en la periferia estaban obligados a operar con las reglas del patrón oro, pero sin cooperación de los bancos centrales del centro. Este hecho implicaba que los costes de funcionamiento para dichos países fueran mucho mayores. Por esa razón, iniciaron el uso de las monedas reserva.

Esa utilización de las monedas reservas les da credibilidad y confianza. Esta última era insuficiente, como fue el caso para el dólar en los años 1960. Los países de moneda clave se vieron obligados a adoptar medidas deflacionistas.

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