La Economía Española en la Posguerra: Autarquía y Resistencia (1940-1950)
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Tras la devastación causada por la Guerra Civil Española, España enfrentó una profunda depresión económica en los años 40, prolongada hasta mediados de los 50 debido al estancamiento. El país adoptó un sistema de producción fuertemente controlado por el Estado, con una intensa intervención en la economía, buscando la autarquía y la autosuficiencia económica.
El Aislamiento Internacional y la Autarquía
La política de autarquía implicaba minimizar el contacto económico exterior, un objetivo agravado por el aislamiento internacional. Este aislamiento se debió al apoyo del régimen a las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. España quedó excluida del plan de recuperación de Europa (el Plan Marshall), lo que significó que todas las necesidades debían satisfacerse internamente. Esta situación resultó en un importante déficit en la balanza de pagos y una drástica reducción de las importaciones y exportaciones.
Pilares de la Economía Autárquica
El Estado impulsó la creación y el desarrollo de industrias básicas y estratégicas, así como de empresas estatales clave:
- Endesa (Empresa Nacional de Electricidad)
- Renfe (Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles)
- Telefónica
El Instituto Nacional de Industria (INI), establecido en 1941, fue fundamental para fomentar sectores clave como la minería, la energía y la siderurgia.
En el sector agrario, se reguló la producción de productos básicos y se estableció un control estatal sobre la producción, comercialización y precios, destacando la creación del Servicio Nacional del Trigo en 1937.
Consecuencias Sociales y Económicas
La escasez generalizada llevó a la implementación de cartillas de racionamiento para garantizar un acceso equitativo a los bienes de primera necesidad, aunque esta medida también propició el surgimiento del mercado negro. En la industria, el acceso a las materias primas estaba estrictamente controlado por el Estado, beneficiando a empresarios cercanos al régimen.
Impacto en el Ámbito Rural y Laboral
En el ámbito rural, la contrarreforma agraria supuso la devolución de tierras expropiadas durante la República y la Guerra Civil. Esta medida, sumada a la falta de maquinaria y abonos, así como a condiciones climáticas desfavorables, resultó en una baja productividad agraria.
En términos laborales, hubo un deterioro significativo de las condiciones de vida. Los salarios eran insuficientes para hacer frente a la inflación y a la escasez generalizada de bienes, lo que contribuyó a la aparición de enfermedades y a la falta de viviendas dignas, especialmente en las ciudades.
El Fracaso de la Autarquía y el Cambio de Rumbo
La política de autarquía no produjo los resultados deseados y, por el contrario, condujo a un proceso de ruralización de la economía. Muchas familias se vieron obligadas a refugiarse en el campo para la subsistencia y a recurrir al mercado negro como única vía para obtener productos esenciales.
La situación comenzó a cambiar en los años 50 con un giro en las relaciones internacionales, marcado por el inicio de la Guerra Fría y el acercamiento de España a Estados Unidos. Este nuevo contexto internacional propició una mayor apertura exterior y una ligera mejora económica, aunque la situación general seguía siendo complicada.