Dualismo y Sustancia: Concepciones Filosóficas de Agustín y Descartes
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La Edad Media: San Agustín de Hipona
La figura de Agustín de Hipona se sitúa a medio camino entre la antigüedad y el nuevo mundo medieval que está surgiendo y en el que tanto va a influir. La lectura de Hortensius, obra de Cicerón, le condujo a la filosofía y a la búsqueda apasionada de la verdad. Su itinerario vital va del maniqueísmo, al escepticismo académico, después al neoplatonismo, hasta desembocar en el cristianismo.
La Antropología Agustiniana
San Agustín, citando las Escrituras, reflexiona sobre la creación del hombre "a su imagen y semejanza" y la posterior "pérdida de la imagen y semejanza de Dios" tras el pecado de Adán. San Agustín quiso demostrar que todos los males que aquejan a la humanidad proceden del pecado de Adán. El mal moral, el pecado, es el que priva al hombre de la imagen de Dios que, pese a todo, es un ser orientado a Dios, una pequeña parte de la creación, que tiene claramente un lugar privilegiado en la misma en virtud de su racionalidad. Este pecado original dejó en la naturaleza humana las heridas de la ignorancia y la concupiscencia, que debilitan el alma e impiden su dinamismo. La naturaleza del hombre para San Agustín se inscribe dentro de la tradición platónica y, por tanto, se presenta como defensor del dualismo: el hombre es el compuesto de dos sustancias, unidas accidentalmente, el alma y el cuerpo. Las funciones del alma son: razón inferior y razón superior.
El Problema de la Voluntad y la Libertad
La voluntad humana es libre de elegir entre el bien y el mal. La libertad humana se halla amenazada en un doble sentido: por la debilidad o corrupción de la naturaleza humana que se inclina hacia el mal y por la fuerza de la gracia divina que nos impulsa hacia el bien. Ante este conflicto, San Agustín defendió la necesidad de la gracia sin por ello negar la libertad humana. La gracia divina es gratuita, pero no es la expresión de una libertad arbitraria de una divinidad caprichosa o parcial. El pecado original destruye nuestra libertad: Primeramente, Dios escoge a sus elegidos; luego, les concede los medios para corresponder a esta elección. Toda la antropología agustiniana se caracteriza por un profundo teocentrismo. Este abandono de la moral en las manos de Dios puede generar angustia en el hombre: la obediencia de Abraham es presentada como un ejemplo de moralidad.
La Edad Moderna: Descartes
El objetivo de Descartes, como representante del racionalismo moderno del siglo XVII, fue reconstruir desde los cimientos el conjunto de la ciencia de su tiempo, convencido de que la filosofía escolástica dominante en su tiempo era insuficiente. Esa seguridad la encontraría en el método matemático deductivo. En su antropología, Descartes desarrolla una concepción dualista al estilo platónico y dirá que el hombre es el compuesto de dos sustancias: la res cogitans (mente) y la res extensa (cuerpo), una unión accidental y difícil de explicar, que según él se interrelacionan en la glándula pineal. Sustancia es una cosa que existe de tal manera que no requiere más que de sí misma para existir. Cada sustancia posee un atributo principal que constituye su esencia o naturaleza. Descartes distingue tres sustancias:
- La sustancia pensante o res cogitans. Incluye la voluntad, la imaginación, la memoria y la sensación.
- La sustancia infinita, Dios. Bajo el nombre de Dios, entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable.
- La sustancia material o corpórea (res extensa). Encuentra que se dan en ella la magnitud, es decir, extensión, altura y profundidad.
La sustancia corpórea, el cuerpo o la materia, tiene para Descartes una característica esencial: la extensión, que inaugura una nueva corriente de pensamiento que alcanzará su cenit en el siglo XVIII con el mecanicismo.